La emigración española a Hawái: una historia poco conocida de anhelos ahogados

MÉRIDA, 07/09/2025.- Cartel promocional dirigido a atraer la emigración de españoles a las islas Hawái a prinicipios del siglo XX, cuyos descendientes se reúnen estos días en San Francisco (EE. UU.). EFE/ Manuel Trinidad SOLO USO EDITORIAL/SOLO DISPONIBLE PARA ILUSTRAR LA NOTICIA QUE ACOMPAÑA (CRÉDITO OBLIGATORIO)

Mérida, 7 sep (EFE).- Se marcharon con lo puesto, en algunos casos vendiendo lo poco que tenían. La emigración española, principalmente andaluza y extremeña, a Hawái (EE.UU.) a principios del siglo XX, uno de los movimientos migratorios más desconocidos, fue un viaje de sueños que terminó con los anhelos ahogados.

Lo que empezó con un listado de emigrantes, con nombre y edades, y con un baúl con fotos y cartas de la emigración extremeña a Hawái entre 1907 y 1913, y continuó con correos pidiendo y aportando información sobre familiares desde ambos lados del Atlántico, se plasma esta semana en un congreso internacional e intergeneracional con muchos abrazos y recuerdos.

Cerca de 320 descendientes de aquellos emigrantes, principalmente malagueños y cacereños, se dan cita en la Universidad de Davis (California/EE. UU.) para rendir un homenaje y conocer la historia de los más de 8.000 españoles -600 extremeños- que partieron desde los puertos de Málaga y Gibraltar a las islas Hawái para trabajar en plantaciones de caña de azúcar.

No solo salieron desde Andalucía y de Extremadura, también de Madrid, Castilla-León, Castilla-La Mancha e incluso de Galicia, pues existen algunos datos relacionados con un barco, el ‘Victoria’, que partió de Vigo con 300 gallegos rumbo a Hawái, según ha apuntado a EFE el antropólogo Manuel Trinidad, uno de los impulsores de esta epopeya de búsqueda de emigrantes y familias.

El encuentro, estructurado como congreso al ofrecer conferencias, presentaciones de libros y ponencias, está organizado por la Asociación de la Herencia Hispano Hawaiana (SPHHA), entidad creada en 2023 tras el encuentro de descendientes que se celebró un año antes en Extremadura.

Aunque la raíz histórica está en Hawái, el pulmón de este congreso está en San Francisco (EE. UU.), pues la inmensa mayoría de quienes llegaron a estas islas iniciaron posteriormente un segundo viaje hasta la costa oeste estadounidense.

Un porvenir «halagüeño» con casa, agua, lumbre y escuela gratuita para sus hijos, además de un salario de «20 duros americanos oro al mes» el primer año, era la oferta que miles de españoles recibieron para irse a trabajar a Hawái, según consta en los anuncios de la época.

La intención de los estadounidenses, que anexionaron Hawái en 1898, era «blanquear las islas», traer gente europea a su nueva adquisición para que trabajaran en las plantaciones de caña de azúcar, café y piña, y también en fábricas de conservas.

Para ello se les facilitaba el transporte en barco desde los puertos de Málaga y Gibraltar para iniciar un viaje de casi dos meses. Sin embargo, las condiciones de los barcos, que no eran de pasajeros sino cargueros, unidas a las epidemias de la época, hicieron que algunos de ellos no vieran las islas.

Eulogio, José María y Eleuterio, tres niños de corta edad, son algunos de los que murieron en las bodegas del ‘Ascot’, carguero que junto a los ‘Heliópolis’, ‘Orteric’, ‘Harpalion’ y ‘Willesden’ trasladaron a los emigrantes.

«Sus cuerpos fueron arrojados al mar», relata a EFE con tristeza Ana María Rodríguez, descendiente de emigrantes de Jarandilla de la Vera (Cáceres) y que en este congreso presenta el libro «La niña del pelo rojo», todo un homenaje a su abuela, quien con 13 años de edad y en compañía de un tío se embarcó en Gibraltar.

Sin embargo, todas estas promesas se esfumaron. Sueldos bajos para las horas y horas de trabajo que realizaban en condiciones pésimas. Nada de lo que les prometieron en origen a través de «personas-gancho» desplazas a España se cumplió. Su segundo destino: California.

Allí prosperaron, pero cuando quisieron regresar se toparon con la Guerra Civil española y los años posteriores de «penuria y hambre», sostiene Trinidad. «Como sería la cosa, que aquellos emigrantes enviaron dinero, comida y ropa a sus familias de España», añade.

La historia quiso que dos barcos, uno inmensamente conocido, surcaran el mar en los mismos días. El ‘Titanic’, que se hundió en su viaje inaugural en la noche del 14 al 15 de abril de 1912, dos días antes de que el buque Harpalion, desconocido para el público, llegara a Hawái con 1.450 inmigrantes a bordo.

El suceso del primero pasó a la historia mundial, el atraque del segundo -como los restantes- pasó al humilde recuerdo de unos pocos que ahora intentan sacar a flote con memoria y esfuerzo de investigación.

Dos de los elementos claves en esta investigación es un listado que le llegó a Manuel Trinidad con 600 nombres de emigrantes y un libro del escrito Miguel Alba sobre el barco ‘Heliópolis’.

A ambas claves se unió el contenido de un baúl guardado en un mesón de Trujillo (Cáceres), propiedad de unos estos emigrantes que volvieron de la aventura estadounidense. En su interior, recortes de periódicos, dibujos, documentos y fotografías de la odisea.

A partir de todo ello, y merced a muchos anhelos por conocer y conocerse, nació esta historia de reencuentros, que tuvo su precedente en el congreso celebrado en Extremadura en 2022.

«Toda persona interesada en conocer a sus parientes de América o de Extremadura que emigraron en esos años… pueden descargar estas fichas y enviarlas», rezaba uno de los primeros correos que abrieron el camino. EFE

Alberto Santacruz