Naciones Unidas, 14 ago (EFE).- La exclusión social y económica de las mujeres afganas tendrá un coste para el país de unos 920 millones de dólares entre 2024 y 2026, alertó este jueves ONU Mujeres.
«La exclusión perjudica a las mujeres y a sus familias, a las comunidades y al país en su conjunto», aseguró Susan Ferguson, representante especial de ONU Mujeres en Afganistán, en una rueda de prensa virtual desde Kabul.
De este modo, se prevé que la grave crisis en derechos que sufren las mujeres afganas cueste al país 920 millones de dólares entre 2024 y 2026, apuntó.
Este viernes 15 de agosto se cumplen cuatro años desde que los talibanes llegaron al poder en Afganistán, lo que derivó en medidas discriminatorias para las mujeres en todos los ámbitos, desde la educación a la sanidad.
De este modo, las mujeres no pueden acceder, por ejemplo, a la educación secundaria, las universidades y a la mayoría de puestos de trabajo.
Naciones Unidas ha calificado esta situación de «apartheid de género», y su misión en ese país ha alertado recientemente sobre un empeoramiento de los derechos humanos entre abril y junio de 2025, con un incremento de las restricciones a las mujeres, la libertad de expresión y violencia contra exfuncionarios.
«Es la crisis en derechos de la mujer más grave del mundo, y se está normalizando», denunció Ferguson.
Pese a las sistemáticas y continuas limitaciones que sufren las afganas en su vida diaria, el 40 % de ellas todavía imagina «un futuro donde el cambio y la igualdad son posibles» y «se aferra con fuerza a esta esperanza».
Subrayó que las afganas «siguen resistiendo» y encontrando formas de operar en este contexto, y algunas incluso han podido negociar dentro de ciertos márgenes para poder dirigir pequeños comercios.
No obstante, la llamada «ley de la moralidad», promulgada por los talibanes en 2024 -que impone el uso obligatorio del velo para cubrir el rostro de las mujeres y prohíbe que su voz se escuche en público- ha supuesto «un punto de inflexión» para ellas.
Y es que, según Ferguson, esta normativa ha cristalizado la desaparición sistemática de las mujeres de la vida pública.
Ferguson insistió en que los miembros de la familia, la comunidad e incluso algunas empresas ya controlan el comportamiento de las mujeres impulsados por la presión social y el medio a represalias.
«Así es como funciona la normalización. Está entrelazada en el tejido de la vida cotidiana», expresó, y descartó la idea de que esta situación pueda mejorar a corto plazo.