La gripe aviar está presente en toda la península antártica y afecta a más especies

Fotografía de la expedición científica en la Antártida. Fotografía facilitada por el CSIC. Antonio Alcamí (CBMSO). EFE

Madrid, 13 mar (EFE).- El virus de la gripe aviar altamente patogénica (HPAI H5N1) está extendido por toda la península antártica e infecta ya desde pingüinos, a skuas, cormoranes o focas, según las conclusiones de una expedición liderada por científicos españoles.

A bordo del velero Australis, el equipo, que regresó el pasado día tres, estuvo seis semanas en tierras antárticas, donde detectaron la presencia del virus en 188 animales (vivos y muertos) de 13 especies analizados en 24 localizaciones del mar de Weddell y la península antártica occidental.

La expedición CSIC-UNESPA, encabezada por el virólogo Antonio Alcamí, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO CSIC-UAM), ha presentado el informe más completo hasta ahora sobre la dispersión de esa enfermedad en la Antártida, que servirá para diseñar medidas que permitan evitar la transmisión de la infección.

Un viaje de 5.000 kilómetros para muestrear 27 lugares de la Antártida, en el que han comprobado que los casos ya no se dan principalmente en la zona norte de la península, donde se detectó el año pasado por primera vez.

El virus se ha encontrado ahora en 24 localizaciones, lo que supone que está “completamente extendido a lo largo de toda la península”, dice Alcamí a EFE.

Además, afecta “prácticamente” a todas las especies que han testado y otro dato “importante” es que han encontrado el virus circulando entre animales vivos asintomáticos.

Durante seis semanas, el equipo registró más de 1.300 animales, tomó más de 3.000 muestras y realizó pruebas PCR en 745 ejemplares.

Alcamí cree que el impacto de la gripe aviar altamente patogénica en la fauna “es mucho mayor” de lo que se ve. Se ha encontrado en trece especies, en algunas de las cuales aún no se había descrito, como la foca leopardo, la cangrejera o en cormonares.

Las especies con presencia del patógeno comprenden nueve tipos de aves, como los pingüinos de Adelia, barbijo y papúa, cormoranes antárticos, gaviotas o skuas; y cuatro mamíferos, como el lobo antártico y las focas cangrejera, de Weddell y la leopardo, según el CSIC.

Uno de los animales más susceptibles es el skua o págalo, del que han visto “cadáveres por todos lados” y Alcamí no descarta que este ave pueda incluso llegar a desaparecer.

Los únicos que en esta ocasión no han dado positivo son los elefantes marinos. El año pasado, -recuerda-, encontraron un ejemplar infectado, que fue el primer caso de un mamífero marino, pero los testados ahora no lo estaban.

El estudio se ha realizado tanto en individuos vivos como en cadáveres y, en estos últimos, se ha encontrado la presencia del virus en el 50 % de los casos analizados.

En muchas ocasiones, la carga viral en los animales muertos era muy alta, lo que indica un riesgo de exposición al virus en la zona cercana a los cadáveres, indica el CSIC.

Otro dato importante para el investigador es que han encontrado el virus circulando entre animales vivos asintomáticos, en concreto en pingüinos, aunque entre estos la mortalidad no es alta, algo que ha sorprendido a Alcamí.

En el análisis de ejemplares vivos, el equipo ha demostrado la validez del muestreo de aire para detectar el virus sin necesidad de manipular animales.

Esa metodología consiste en la toma de muestras de aire con una bomba conectada a un filtro de nanofibras para, posteriormente, realizar pruebas PCR en el filtro.

El virólogo llama también la atención sobre las focas, de las que se desconoce con exactitud la situación, porque al estar en el mar no se ven. “El hecho de que no hayamos visto muchas muertas no significa que no estén muriendo”.

Durante la expedición, recibieron una información sobre cientos de focas cangrejeras muertas en hielos flotantes, pero al llegar ya no había rastro de ellos, aunque hallaron algunos cadáveres en la playa que estaban infectados.

“Entiendo que esos cientos de focas que murieron en el mar, murieron de gripe, pero no tenemos acceso a ese material”, agrega Alcamí.

La relevancia de este estudio es que los datos sirven para informar a los programas polares nacionales y a los buques turísticos para estar preparados y plantear medidas orientadas a evitar la transmisión de la infección por medios humanos y, sobre todo, el contagio de las personas.

Además es importante para conocer la dispersión del virus en la Antártida. Hasta ahora, los datos de 2025 reportados oficialmente solo incluían un skua muerto, que ahora se actualizarán con los nuevos 188 casos.

En la expedición, que contó con financiación de la Unión Española de Aseguradoras y Reaseguradoras (UNESPA), participaron, además del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, científicos de Brasil, Estados Unidos y Australia.