Naciones Unidas, 19 sep (EFE).- La guerra de Ucrania, que suma ya tres años y medio, se ha convertido en uno de los principales retos para la ONU como pararrayos de conflictos, ha desnudado la desunión mundial y ha terminado fatigando a los países emergentes y en desarrollo, que se muestran equidistantes o silenciosos.
En los primeros momentos tras la invasión rusa que desató la guerra en febrero de 2022, las votaciones en la Asamblea General de la ONU, sin poder vinculante pero con valor simbólico, reflejaron un apoyo abrumador a Ucrania, pero éste se ha ido desvaneciendo a partir de 2023, entre crecientes divisiones diplomáticas y mayor atención a Oriente Medio.
Ese desgaste ha estado marcado también por el cambio en la postura estadounidense, después de que este pasado febrero, Estados Unidos diera un bandazo y pasara a alinearse con Rusia en una votación en el Consejo de Seguridad sobre una condena a la invasión rusa, en paralelo a que Washington iniciara conversaciones directas con Moscú con el fin de forzar una tregua que ha resultado ser mucho más difícil de lo que Donald Trump creía.
En febrero de 2024 los ministros de exteriores europeos acudieron a Nueva York a escenificar su apoyo a Ucrania entre rumores de una «fatiga» que no ha hecho sino agrandarse en países como China o la India, ambiguos al reforzar sus lazos con Rusia, o las regiones de África y Latinoamérica, que no se pronuncian porque sienten que es un conflicto en el que no se juegan nada.
China, la India y Rusia, además, escenificaron su alianza como nuevo eje geopolítico este mes en la cumbre de líderes de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), y los dos primeros, junto a Corea del Norte, subrayaron su rechazo a los esfuerzos occidentales para aislar a Vladímir Putin por la invasión de Ucrania.
La mediación de EE.UU. para el fin de la guerra en Ucrania, estancada tras la mediática cumbre entre Donald Trump y Vladímir Putin, se produce en medio de los acuciantes problemas financieros en la ONU, agravados por la retirada de apoyo económico de EE.UU. a varias agencias y organismos internacionales.
Un «doble rasero» en el seno de la ONU
«Creo que muchos países que inicialmente apoyaron sólidamente a Ucrania se cansaron de los frecuentes votos y reuniones sobre la guerra, en parte porque era obvio que la ONU no podría afectar a las acciones de Rusia», dijo a EFE el analista Richard Gowan, del centro de estudios internacionales Crisis Group.
Preguntado por este aparente desapego de los países no desarrollados, Gowan además señaló que algunos, como Brasil, sintieron que el fuerte apoyo militar de la OTAN a Ucrania estaba prolongando la guerra y haciendo menos probable una solución diplomática, pero señala otro factor clave: la guerra en Gaza.
«Muchos países del sur global sienten que los europeos han sido demasiado ambiguos en apoyo a los palestinos, y están reteniendo apoyo a Ucrania como resultado», sostiene el analista, que alude a la percepción de un «doble rasero» cruzado entre ambas partes en torno a estas cuestiones, que está generando tensión.
Gowan, no obstante, considera que muchos países del sur global aprueban «las aperturas de Trump hacia Rusia para terminar la guerra» y creen necesaria una solución diplomática, pero también apunta que «estarían incómodos» con un acuerdo que implique la entrega de territorios de Ucrania a Rusia.
Esa posible cesión, además de contradecir la Carta de la ONU, también crearía «un precedente que puede crear inestabilidad en otras regiones», indica, y pone como ejemplo la disputa territorial de Venezuela y Guyana sobre la región petrolera de Esequibo, que Venezuela reclama como propia. EFE