La historia de la fabada en 170 páginas

Alicia Álvarez (d) y David Guardado (i) durante una entrevista con la Agencia EFE. Con un origen incierto sobre el que persisten algunas dudas, la fabada se ha convertido en un símbolo de Asturias gracias al impacto de la publicidad de ese producto en lata que lo llevó a traspasar fronteras nacionales e internacionales, según una investigación de varios autores. EFE/ Juan González

Juan González

Con un origen incierto sobre el que persisten algunas dudas, la fabada se ha convertido en un símbolo de Asturias gracias al impacto de la publicidad de ese producto en lata que lo llevó a traspasar fronteras nacionales e internacionales, según una investigación de varios autores. EFE/ Juan González

Gijón, 25 ago (EFE).- Con un origen incierto sobre el que persisten algunas dudas, la fabada se ha convertido en un símbolo de Asturias gracias al impacto de la publicidad de ese producto en lata que lo llevó a traspasar fronteras nacionales e internacionales, según una investigación de varios autores.

El libro “Fabada. Historia y simbolismo de un ícono asturiano”, de Alicia Álvarez y David Guardado, con colaboraciones Xuan Bas Costales, Lluis Nel Estrada, David Castañón, José Luis Carmona, Arantza Margolles y Damián Barreiro, documenta en 170 páginas diversos aspectos del tradicional guiso que evolucionó desde unas simples fabas cocidas con tocino al actual, más elaborado, con compango de chorizo, morcilla y carnes de cerdo.

Publicada por la editorial La Frabriquina en español y asturiano, la obra descubre que existen referencias históricas anteriores a las de Melchor Gaspar de Jovellanos en el siglo XVIII, en el que la fabada era un plato exclusivo de las élites de la época, y con el tiempo, merced a paulatina mejora de las condiciones económicas de la gente, se popularizó.

Las referencias más antiguas de la palabra fabada no lo hacen explícitamente al plato sino a la celebración en la que un grupo de personas se reúnen para comer fabas y se produce en entornos urbanos y en banquetes como un plato de postín, ha explicado Alicia Álvarez.

Fueron los emigrantes que vivían fuera de Asturias y que buscaban sentirse representados por símbolos de identidad, los que llamaban fabada a sus eventos en torno a una mesa con habas cocidas con distintos ingredientes y los que fueron ampliando esa denominación al plato en sí mismo.

Fue un proceso lento en el que la fabada pasó de ser una comida de las élites de Madrid y de emigrantes en Iberoamérica, Argentina, México y Cuba que concentraron el mayor flujo de asturianos y que convirtieron el cocido de fabas en un símbolo de sus orígenes, ha afirmado la periodista Álvarez.

Las fabas, una variedad de alubias autóctona de América, se cultivan desde el siglo XVI en el norte de España, pero el origen de la fabada es incierto aunque se imponen dos teorías: la más extendida es que fue una “escisión” del pote asturiano, y otra que nació como un cocido pobre con los escasos ingredientes de los productos de la huerta y de la matanza de cerdo.

Los autores están convencidos de que los primeros platos se elaboraron sólo con fabas cocidas a las que luego se agregó tocino y a medida que la población rural iba mejorando sus condiciones socioeconómicas se le fueron añadiendo primero morcilla y más tarde chorizo.

Es precisamente el sabor de la morcilla, que por la climatología húmeda de Asturias se debe curar con humo, el que le da el característico sabor con un leve toque de azafrán, tal como se conoce actualmente la fabada, y que según los investigadores, se ha estandarizado tanto en casas particulares como en restaurantes.

Pero fue el enlatado y la publicidad lo que hizo de esta comida un ícono de la cultura asturiana, al extender el consumo fuera de las fronteras de la región mediante campañas de marketing en distintos medios, pero con mayor incidencia en la televisión.

Hace un siglo, la conservera Campanal produjo en Gijón la primera lata de fabada que fue un éxito comercial inmediato, y posteriormente, tras la Guerra Civil, la empresa Litoral adquirió esa marca y continuó con el negocio popularizando el personaje de “La abuela”, una asturiana que reproduce “el tópico” de la mujer campesina en sus ‘spots’ publicitarios.

La fabada en lata patrocinó eventos deportivos como vueltas ciclistas, partidos de fútbol y otros eventos de afluencia masiva de público, con mensajes que vinculaban el producto con la tradición artesanal presentándolo como un ejemplo de autenticidad.

Los autores analizan también el efecto de estos mensajes en el subconsciente colectivo de los consumidores, en el que la campaña de la “abuela de Litoral” ha desempeñado un papel determinante, a tal punto que hasta fue parodiada por el dúo humorístico “Martes y trece” y está considerada como una de las de mayor impacto en la publicidad televisiva.