La historia de una familia afgana en Cáceres: Aquí estamos seguros

Juma Khan y Nasima (iz.) son un matrimonio afgano residente actualmente en Cáceres tras huir de su país al llegar los talibanes al poder en agosto de 2021. EFE/Vicente M. Roso

Vicente M. Roso

Cáceres, 14 ago (EFE).- Juma Khan y Nasima son un matrimonio afgano residente en Cáceres tras huir de su país al llegar los talibanes al poder en agosto de 2021. Ella tuvo que dejar su profesión de maestra de niños y él está aprendiendo un nuevo oficio de fontanero, mientras tratan de desenvolverse con un nuevo idioma en una tierra en la que, al menos, están «seguros».

En una entrevista con EFE cuentan su periplo desde su huida de Afganistán, tras hacerse con el control de Kabul los talibanes, hasta su integración en España.

Desde hace poco menos de un año, Juma Khan y Nasima, de 38 y 32 años, viven en la ciudad de Cáceres con sus tres hijos menores de edad (de 8, 10 y 11 años).

Ellos pudieron escapar de su país en un avión militar español en 2021 y posteriormente emigraron a Alemania, donde el cabeza de familia tiene un hermano. Más tarde, a través de la ONG Accem, fueron acogidos en Cáceres, una ciudad «pequeña», tal como la definen ellos mismos, pero «tranquila» y «segura».

En este tiempo, ambos han mantenido el contacto con sus familiares en Afganistán; sin embargo, hay cosas que no pueden realizarse a tanta distancia, como, en el caso de Nasima, despedir como se merece a su hermana, fallecida hace pocos meses.

«Estoy tranquila en España, es muy bonita; mis hijos están bien, van al colegio y han hecho muchos amigos», asegura aliviada y tratando de reducir los nervios por hablar en español.

Nasima recuerda que ella llegó a dar clases a niñas en su país, algo prohibido por el régimen talibán para las jóvenes de más de 6 años, según relata este matrimonio.

Lo que más echan de menos es a la familia que dejaron

Juma Khan y Nasima (iz.) son un matrimonio afgano residente actualmente en Cáceres tras huir de su país al llegar los talibanes al poder en agosto de 2021. EFE/Vicente M. Roso

Ahora le gustaría dedicarse a la costura o a ser cocinera en España, confiesa esta mujer afgana que recalca que lo que más echa de menos de su tierra es al resto de su familia.

Su marido empezó a trabajar en su país en un almacén y posteriormente, en la India, se graduó en estudios de Administración y Dirección de Empresas, para volver a Afganistán a trabajar en este aspecto por tres años en una ONG, la organización humanitaria NRC, y en el mismo terreno que las bases militares españolas.

«Ahora tengo problema con el idioma, es el primer problema, quiero cambiar de profesión, busco opciones como fontanero, electricista, camarero… es difícil, pero quiero continuar. Creo que estos trabajos no necesitan nivel muy alto de idioma. No tengo otra opción», expresa Juma Khan.

A su juicio, la situación de su país no cambiará «hasta que no se vayan los talibanes», considerados una organización terrorista, y con ellos en Afganistán, su familia no puede regresar, a pesar de tener allí su casa «toda la vida».

En este sentido, Juma Khan explica que sus padres se han mudado de Badghis a Herat, de una ciudad pequeña a una grande, para evitar tener problemas con los vecinos que saben que ellos tienen contacto con España.

«Cada día aprendemos nuevas cosas, del idioma, la cultura… ahora mis hijos están tranquilos, seguros en España; queremos aprender mucho para tener un buen futuro», relata este padre de familia.

Y es que, aunque llegaron a Cáceres con un nivel bajo de español, han sabido avanzar en la integración y acceder a cursos de formación con el fin de tener una vida autónoma. Así, cuentan con un asilo permanente en España, a no ser que cambie la situación en su país de origen.

Para la responsable territorial de Accem en Extremadura, Mar García Navarro, la labor multidisciplinar de la ONG, conjunta con el Ministerio de Migraciones, para atender a las personas solicitantes de protección internacional por distintos conflictos cuenta con «dos patas»: facilitar las necesidades básicas de manutención y vivienda y, por otro lado, ofrecer un itinerario de inclusión social.

Clases de español, alfabetización, atención psicológica, asesoramiento jurídico y un servicio de empleo, con la intermediación laboral en más de 400 empresas a nivel estatal, son algunas de las herramientas puestas a disposición de estas personas refugiadas, de los cuales el 41 % obtienen un trabajo.

En total, explica la responsable de Accem, el programa tiene una duración de 24 meses, de los cuales en los seis últimos se realiza un apoyo «puntual» a estas personas con el objetivo de afianzar su autonomía e integración.

Según ha expuesto García Navarro, en los últimos años el número de plazas de acogida (que en el caso de la ciudad de Cáceres son 157) ha aumentado «enormemente», debido a conflictos que se recrudecen no sólo en Afganistán, también en otros lugares del mundo como Mali, Burkina Faso, Colombia o Venezuela.