París, 18 sep (EFE).- La protesta convocada por los sindicatos franceses contra la austeridad reunió este jueves a 500.000 manifestantes en todo el país, según las autoridades, y a más de un millón, según los organizadores, en una verdadera prueba de fuerza en plena formación del Gobierno y preparación de los presupuestos.
Esas elevadas cifras de participación recuerdan a la oleada de protestas de 2023, cuando a lo largo de varios meses millones de personas salieron a las calles contra el retraso de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años.

La marcha más numerosa fue de la París, con 55.000 personas -según la Prefectura de Policía-, que comenzó en la plaza de la Bastilla, símbolo de la Revolución Francesa de 1789, para terminar en la de la Nación.

En una jornada en la que se desplegaron hasta 80.000 policías y gendarmes, como hace ocho días para otro paro nacional, el Ministerio del Interior indicó que hasta las 20.00 locales (18.00 GMT) se habían registrado 309 arrestos y 26 heridos, de los que cerca de la mitad fueron agentes de las fuerzas del orden. Hubo un periodista de la televisión pública herido en la espalda en Lyon.
Asimismo, hubo centenas de bloqueos en calles e institutos, así como decenas de pequeños incendios y cargas policiales durante las protestas, particularmente tensas en París, Lyon, Rennes, Marsella o Nantes.
El ministro del Interior en funciones, Bruno Retailleau, anunció que se detectaron en las marchas hasta «7.300 individuos radicalizados», muchos de ellos del grupo antisistema ‘black blocs’.
El paro, ampliamente seguido en sectores como el de la educación, ha tenido consecuencias en varios de los monumentos y museos más emblemáticos del país. La Torre Eiffel tuvo que cerrar, mientras que en el Museo del Louvre se clausuraron ciertas salas.
También se unieron a la huelga buena parte de las farmacias (18.000 de las 20.000 del país), que protestaban por una medida del Gobierno que reduce el margen de beneficio en la venta de medicamentos genéricos.
Decenas de sindicalistas se introdujeron en el patio del Ministerio de Economía, en el barrio parisino de Bercy, como gesto de protesta contra la austeridad, hasta que fueron expulsados por las fuerzas de seguridad tras diez minutos de acción. Los manifestantes llevaban bombas de humo rojas y blandían algunas banderas palestinas.
A pesar del fuerte respaldo a las protestas, el ministro Retailleau aseveró en su declaración que «no se logró bloquear» el país.
El paro nacional, apoyado por los ocho sindicatos representativos, había sido convocado a finales de agosto contra los recortes de 44.000 millones euros previstos por el Gobierno del anterior primer ministro, François Bayrou, para los presupuestos de 2026. Este Ejecutivo cayó en una moción el pasado 8 de septiembre, pero la jornada de huelga se mantuvo.
El presidente francés, Emmanuel Macron, nombró rápidamente para sustituirlo a un fiel suyo, Sébastien Lecornu, quien no ha dado muchas pistas hasta ahora sobre sus intenciones de ajuste para 2026 para poder cumplir con las reglas del déficit de la UE.
En una declaración al final de la jornada, Lecornu aseguró que «las reivindicaciones planteadas por los representantes de las organizaciones sindicales y transmitidas por los manifestantes en las marchas están en el centro de las consultas» que ha iniciado con la oposición, en alusión a una mayor justicia fiscal y a un aumento del poder compra.
El primer ministro condenó además «los actos de violencia contra las fuerzas del orden y de rescate —bomberos, gendarmes y policía-» y recordó que «la violencia no es un medio de acción política legítimo, y nadie debe justificarla».
Además de esta protesta sindical, el pasado 10 septiembre hubo una organizada por el movimiento social ‘Bloqueemos todo’, un heterogéneo grupo con semejanzas a los chalecos amarillos de 2018. Entonces, la participación fue menor a la de hoy, 200.000 manifestantes, según el Gobierno.
A finales de este mes, el 26 de septiembre, se ha convocado otra nueva movilización que podría perturbar de nuevo el funcionamiento del país. El principal sindicato de agricultores (FNSEA) organizará ese día una manifestación nacional para protestar contra el acuerdo de libre comercio entre la UE y el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay).
El malestar social de este mes de septiembre recuerda al del primer trimestre de 2023, cuando el Ejecutivo francés recurrió para aprobar sin voto en el Parlamento la reforma de las pensiones al artículo 49.3 de la Constitución.
Este procedimiento causó gran malestar y generó protestas multitudinarias en las calles que en algunos casos degeneraron en violentos enfrentamientos entre la policía y ciertos manifestantes.
Antonio Torres del Cerro