Redacción ciencia, 21 ago (EFE).- Hace unos 50.000 años, nuestra especie, el Homo sapiens, coexistió con dos especies humanas, los neandertales, que vivieron en la mitad occidental de Eurasia, y los denisovanos, que evolucionaron en el este de Asia y posiblemente en Oceanía.
Las tres especies no solo coexistieron, también se hibridaron dejando una huella genética mutua que nuestros ancestros llevaron en su migración por el estrecho de Bering hasta América, en la última Edad de Hielo.
Como resultado de esos cruces, los Homo sapiens adquirieron una variación genética, el gen MUC19, que les ayudó a adaptarse y a sobrevivir en el nuevo continente y que todavía hoy está presente en el ADN de los latinos americanos modernos con ascendencia indígena americana.
Esta es la principal conclusión de una investigación liderada por la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos), en la que han participado científicos de México, Dinamarca, Italia, Francia e Irlanda, y cuyos detalles se han publicado este jueves en la revista Science.
El gen MUC19, involucrado en la producción de proteínas que forman saliva y barreras mucosas en las vías respiratorias y digestivas para proteger a los tejidos de los patógenos, también se encontró en los restos de individuos excavados en yacimientos arqueológicos de América del Norte y del Sur.
Y, aunque no está claro qué ventaja pudo proporcionar a los humanos en su expansión por el nuevo continente, su presencia tanto en fósiles antiguos como en la población actual sugiere una utilidad evolutiva, probablemente para combatir patógenos, apuntan los autores del estudio.
«Desde el punto de vista evolutivo, este hallazgo muestra cómo la antigua hibridación puede tener efectos que aún vemos hoy y desde el punto de vista biológico, identificamos un gen que parece ser adaptativo, aunque su función todavía no ha sido caracterizada», explica la investigadora de la Universidad de Brown (Estados Unidos) y coautora del estudio, Emilia Huerta-Sánchez.
«En términos de evolución, esto es un salto increíble. Muestra una cantidad de adaptación y resiliencia dentro de una población simplemente asombrosa», añade el coautor e investigador en Colorado Boulder, Fernando Villanea.
El hombre de Denisova
Los denisovanos, una especie extinta descubierta en 2010, vivieron en Asia entre hace 300.000 y 30.000 años.
Los pocos fósiles que hay de ellos -el fragmento de un dedo en la cueva de Denisova (Siberia), dos mandíbulas en el Tíbet y Taiwán, y un cráneo casi completo de China encontrado este año- han servido para secuenciar el ADN antiguo de esta especie y descubrir genes comunes con los humanos modernos.
Por ejemplo, investigaciones previas de Huerta-Sánchez descubrieron que una versión de un gen llamado EPAS1 adquirido de los denisovanos puede haber ayudado a los sherpas y a otros tibetanos a adaptarse a la altitud.
En este estudio, el equipo, liderado por David Peede, de la Universidad de Brown, comparó el ADN denisovano con genomas modernos recopilados a través del Proyecto 1000 Genomas, que permite estudiar la variación genética mundial mediante muestras de poblaciones geográficamente diversas.
Al revisar los datos de los genomas de humanos modernos, encontraron que el gen MUC19 está presente en altas frecuencias en las poblaciones latinas con ascendencia genética indígena americana (una de cada tres personas con ascendencia mexicana lleva una copia de esta variante genética, frente al 1 % de las personas con ascendencia centroeuropea).
Los investigadores también buscaron el gen en el ADN de 23 individuos recolectados de sitios arqueológicos en Alaska, California, México y otros lugares en las Américas y descubrieron que la variante derivada de los denisovanos también estaba presente en alta frecuencia en estos individuos.
El equipo cree que lo más probable es que los denisovanos se cruzaran con los neandertales y les transmitieran este gen que, después, pasó de los neandertales a los humanos modernos en nuevos cruces.
Más tarde, los humanos migraron a América donde la selección natural favoreció la propagación del gen MUC19 pero ¿por qué esta variante denisovana fue tan común en América pero no en otras partes del mundo? Eso aún no se sabe, pero lo que está claro es que este patrimonio genético ayudó a los humanos a sobrevivir en América.
Los hallazgos demuestran la importancia que tuvo la hibridación para introducir nuevas y útiles variantes genéticas en la línea humana «que en este caso parece haber ayudado a los humanos modernos en su migración por las Américas, quizás proporcionando un impulso al sistema inmunitario».
«Lo que está claro es que este gen era útil para estas poblaciones», añade Huerta-Sánchez.