Madrid, 7 mar (EFE).- La parálisis económica provocada hace cinco años por la pandemia obligó a los bancos centrales a bajar los tipos de interés y a los gobiernos a lanzar ambiciosos planes de estímulo, unas iniciativas que, sumadas a la guerra de Ucrania, dispararon la inflación, un problema que parecía atajado y que asoma de nuevo por los aranceles del presidente de EE. UU. Donald Trump.
La pandemia rompió temporalmente las cadenas globales de suministro y llevó a algunos países a plantearse la renacionalización de actividades consideradas estratégicas, un debate que vuelve a estar sobre la mesa en Europa ante la posición de EE. UU. sobre la guerra en Ucrania.
El confinamiento a escala planetaria y las restricciones a los movimientos de personas y mercancías provocaron en 2020 una caída del PIB mundial del 3,5 %. El descenso fue del 6,8 % en la zona del euro.
La economía española se contrajo el 11,2 % en ese ejercicio y no recuperó los niveles prepandemia hasta dos años después.
El Banco Central Europeo (BCE), que llevaba varios años con los tipos de interés en el 0 %, respondió a la emergencia con medidas extraordinarias para favorecer la liquidez.
El BCE desplegó varios programas para proveer de fondos a la economía y evitar que la gangrena se expandiera, con lo que su balance creció desmesuradamente: se duplicó en dos años y se aproximó a los 9 billones de euros a finales de 2021.
La Reserva Federal, el banco central estadounidense, también elevó considerablemente su balance, que alcanzó los 8,96 billones de dólares en abril de 2022 (antes del estallido de la pandemia rondaba los 4,15 billones).
A estas medidas monetarias se unieron los estímulos económicos, entre ellos los 800.000 millones de euros del Plan Next Generation de la Unión Europea (UE) o los 6 billones de dólares desembolsados inicialmente por EE. UU.
En Europa, los apoyos presupuestarios de los distintos países elevaron los estímulos a más de 2 billones.
Las medidas se completaron en España con normas antiopa, el blindaje de sectores estratégicos, la prohibición de despidos o los préstamos de organismos públicos como el ICO.
A los efectos inflacionarios de los planes de estímulo se sumó la ruptura de la cadena de suministros por el parón de la producción en China, considerada la fábrica del mundo, y la parálisis del transporte.
De esta manera, se pasó de una situación de precios controlados (en febrero de 2020 el IPC se situaba en el 0,7 % en España y llegó al -0,9 % en mayo) a otra totalmente opuesta, ya que en julio de 2022 la inflación repuntó hasta el 10,8 %.
A esa evolución ayudó la subida desorbitada de los precios de la energía: el barril de Brent pasó de 16 dólares en abril de 2020 a 140 dólares en marzo de 2022, unos días después de la invasión rusa de Ucrania.
El fuerte repunte de los precios tuvo su reflejo en la política monetaria, que viró 180 grados.
El BCE subió el precio del dinero en cuatro ocasiones en 2022, año en el que pasó del 0 al 2,5 %. Los tipos siguieron subiendo hasta septiembre de 2023, cuando se situaron en el 4,5 %.
A partir de ese momento, el BCE empezó a recortar los tipos a medida que la inflación se iba moderando, un camino que inició en junio del año pasado y que ha dejado la tasa de referencia en el 2,5 %.
La política monetaria de la Reserva Federal siguió una evolución distinta. Los tipos, que terminaron 2019 en el 1,5 %, bajaron hasta el 0 % en marzo de 2020. Luego estuvieron dos años en esa tasa hasta que en marzo de 2022 subieron al 0,25 % e iniciaron una senda ascendente hasta julio de 2023, cuando se situaron en el 5,25 %.
La inflación estadounidense pasó del 2,3 % en diciembre de 2020 al 0,1 % en mayo de 2021, para dispararse hasta el 9,1 % en junio de 2022.
Las medidas adoptadas durante los años posteriores a la pandemia también tuvieron un impacto notable en la deuda pública de los estados.
Aunque el crecimiento económico de los últimos años ha atenuado las ratios en relación con el PIB, en términos absolutos está claramente por encima de la existente antes de 2020.
La pandemia puso de manifiesto los riesgos de las cadenas de suministro globalizadas e impulsó algunas tendencias renacionalizadoras, pero los intercambios comerciales se recuperaron pronto del bajón de 2020 y superaron los registros previos a la emergencia de la covid, según los datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Las amenazas a la globalización proceden ahora de la política arancelaria de EE. UU. y de la posibilidad de que desemboque en una guerra comercial.