Paloma Almoguera
Senggigi (Indonesia), 1 sep (EFE).- La investigación sobre el caso de la española Matilde Muñoz, de cuyo presunto asesinato en Lombok se acusa a dos hombres vinculados al hotel en el que se alojaba, «continúa», según afirmó este lunes la Policía indonesia, mientras en el establecimiento se quisieron desentender de lo sucedido.
Yasmara Harahap, jefe de Policía en la comisaría de Lombok Occidental, aseguró este lunes a EFE que la investigación «continúa» y que «no ha hecho sino empezar», después de que el cuerpo sin vida de Muñoz, que cumplía 73 años este mes, fuera hallado sin vida el sábado en una playa de la turística zona de Senggigi.
El policía confirmó que uno de los sospechosos de «asesinar premeditamente» a Muñoz es un trabajador del hotel donde se alojaba, el Bumi Aditya, a medio kilómetro de donde se halló el cadáver, y que el otro es un exempleado del establecimiento.
Ambos rondan la treintena y se encuentran detenidos. Según Harahap, no han implicado de momento a terceros.
De acuerdo con la investigación, a cargo de la comisaría de Lombok Occidental, el presunto asesinato de Muñoz ocurrió hace dos meses, la madrugada del 2 de julio.
Fue entonces cuando los hombres habrían entrado por la ventana del rústico bungaló número 107 del hotel y asfixiaron hasta matar a la española, a quien robaron unos 3 millones de rupias (unos 155 euros), según las pesquisas policiales.
Todavía faltan por revelarse los resultados de la autopsia de Muñoz, que estaba programada para este lunes, pero se retrasó «como pronto hasta mañana» por asuntos burocráticos, dijeron a EFE fuentes médicas del Hospital Bhayangkara Mataram de Lombok, a donde fue llevado el cuerpo de Muñoz el sábado por la noche.
El cadáver había ido siendo trasladado de sitio por los presuntos criminales durante los pasados dos meses: a la playa de Senggigi llegó tras haber permanecido en un montículo cercano, si bien primero se ocultó durante cuatro días en una habitación de almacenamiento del hotel que Muñoz consideraba su «casa» en Lombok.
Sin cámaras «desde 2008»

En el hotel, un pequeño complejo al que se llega tras un sinuoso y verde camino, situado junto a una mezquita en una zona con pocas viviendas, dos empleados, Mali y Ali, se desentendieron este lunes de lo ocurrido.
«Por la noche solo hay dos personas trabajando. Por la mañana llega otra para cubrir mejor la recepción cuando vamos a limpiar las habitaciones», dijo Ali, explicando las supuestas dificultades para vigilar el espacio.
El joven señala que el hotel no dispone de cámaras de vigilancia desde que «se rompieron durante el terremoto de 2008», en referencia al sismo de magnitud 7 que dejó entonces centenares de muertos en la depauperada isla.
Mali, quien estuvo en contacto con las personas cercanas de Muñoz cuando estos dieron la alerta por su desaparición, se mantiene más reservada que su compañero. La mujer fue quien dijo haber visto a la española por última vez el 1 de julio por la mañana.
«Se fue a la playa pero regresó pronto», dice Mali, y Ali agrega que volvió porque «se había olvidado algo en su habitación. «Ya no sabemos más», apuntan.
También fue Mali quien dijo haber recibido un mensaje de Muñoz desde Laos el 6 de julio, cuando esta ya no respondía a los de sus conocidos, si bien el servicio de Inmigración de Indonesia desmintió que la española hubiera salido del país cuando se alertó sobre su desaparición.
Amigos y familiares insisten en sus sospechas sobre el hotel. «No solo son ellos dos (los ya detenidos), hay más gente implicada, así lo creemos», dijo ayer a EFE el sobrino de Muñoz, Ignacio Vilariño.
Mientras, en Lombok, cercana a Bali pero menos desarrollada que la isla turística por excelencia de Indonesia, se recuerda a la española con cariño.
«Era muy cálida, cariñosa y amable», dice a EFE un empleado de la tienda de motocicletas de Senggigi donde Muñoz acostumbraba a alquilar la suya.
«A veces le enseñaba indonesio», añade el hombre.
Muñoz solía practicar el idioma nacional del archipiélago en su rutina diaria, cuenta un camarero del Café Alberto, el agradable establecimiento junto al mar y a unos metros de donde se halló el cadáver, en el que la septuagenaria acostumbraba a pedir algo tras «nadar durante un rato muy largo» en el océano.
«Sorprendía cuando decía su edad… Se iba nadando hasta muy lejos», asegura a EFE, y añade: «Siempre era muy simpática y sonriente. Nos hablaba en indonesio». EFE
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