La jueza de guardia durante la dana lamenta la “ola de angustia” generada por los bulos

Imagen de archivo de efectivos del cuerpo de Bomberos extraen agua del parking subterráneo del Centro Comercial Bonaire tras el paso de la dana. EFE/Manuel Bruque

València, 20 may (EFE).- La titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Torrent (Valencia), Lucía Mayordomo, que estaba de guardia el pasado 29 de octubre, recuerda cómo, a pesar de la información fidedigna de la que disponía y su implicación en el operativo de rescate, fue alcanzada por la “ola de angustia” que generaron los bulos, especialmente el del aparcamiento del centro comercial Bonaire.

En una entrevista en la televisión autonómica À Punt, esta magistrada recuerda cómo fue rescatada por la Guardia Civil la madrugada del 30 de octubre y cómo improvisó un despacho judicial en mesa del bar de una gasolinera de Paiporta, donde se empezó a incoar la macrocausa judicial que actualmente dirige su compañera de Instrucción 3 de Catarroja.

“Lo que sucedió creo que es inimaginable para nadie ni en la peor de sus pesadillas”, explica Lucía Mayordomo antes de iniciar su relato. “Antes de acostarme vi en Instagram cómo el agua arrastraba la pasarela de Picanya. Tiempo después, sobre las 2.15 horas, me llamó un guardia civil de Paiporta para explicarme que había un par de compañeros suyos probablemente fallecidos en el garaje del cuartel, y que habría 10, 15 o 20 fallecidos más probablemente”.

“Llamé a la forense de guardia, que vivía en Paiporta. Me dijo que probablemente habría muchísimos fallecidos, que estaba viendo el agua pasar por debajo de su casa. Tras una media hora de descomposición mental cogí el portátil, una agenda y un boli. Mi objetivo era ir a Paiporta, me recogió un coche de la Generalitat, pero no llegamos, obviamente”.

“Hubo un momento en el que el coche se paró. No había luz, veíamos uno coches encima de otros, cañas, bultos, todo marrón… Yo había salido de casa sin haber visto ninguna imagen de las barrancadas. El mismo guardia que me llamó tuvo que venir a rescatarnos. Veíamos luces, pero había un abismo en medio”.

La jueza fue rescatada

Finalmente, el coche de esta jueza pudo ser alcanzado por un Patrol de la Guardia Civil, a cuyo patín logró subirse tras salir de su vehículo por la ventanilla.

“Las primeras decisiones me las dieron hechas. Buscamos un punto de la autovía con luz y seco. Vimos la estrella de la gasolinera Texako de Paiporta, había unos pocos bomberos, guardias civiles y un autobús metropolitano lleno de gente con mantas térmicas. Pregunté si había fallecidos, me dijeron que no, que todos eran heridos. A nadie le preparan para eso, es excesivo”.

La jueza explica que dedicó los primeros minutos a llamar a todos los teléfonos que se le ocurrían, a pedir el teléfono de la entonces presidenta del TSJCV, Pilar de la Oliva, o a hablar con el compañero que meses antes había levantado los cuerpos tras el incendio de un edificio del barrio de Campanar, en València.

“La medición del tiempo en situación de ultraestrés no la puedo ajustar, quizá pasaron dos horas hasta que abrimos camino hasta la gasolinera. El bar era el lugar más acogedor del mundo, no había otra solución, teníamos que buscar cuerpos, rescatarlos, identificarlos, lo básico…, pero no teníamos claro de dónde venía el agua, hacia dónde iba o cuántos municipios estaban afectados”.

En medio de ese caos, los teléfonos dejaron de funcionar, “aumentó el desconcierto, pero por lo menos teníamos electricidad, podíamos cargar los móviles y los walkies de la Policía”.

La gasolinera, una “zona de guerra”

“Estuve dos días en la gasolinera de Paiporta. Llegaba gente lesionada, herida… Los cuartos de baño eran territorio de guerra, llenos de barro, sangre…”.

“Recuerdo haber pensado que se iba a hacer de día, que los muertos estaban en las calles y que todavía era de noche, que había que darse prisa para que nadie tuviese que ver eso. Compañeros de juzgados de instrucción de Valencia me recomendaron que abriese una pieza por cada fallecido, como una parcela dentro de un libro grande. Y eso nos dio la posibilidad de después trabajar de forma personalizada, cuidadosa, respetuosa, humana”.

La “ola de bulos”

“No veíamos la televisión ni escuchábamos la radio, no había tiempo, ni cobertura, y nos parecía una absoluta frivolidad hacerlo, la verdad”, señala esta jueza que, sin embargo, admite que cuando llegó a casa y habló con su hija de 20 años se dio cuenta de que bulos, como el del aparcamiento del centro comercial Bonaire “corrían como la espuma” a pesar de contradecir la información de la que ella disponía.

“No era la información que yo tenía, pero te dejas llevar por esa ola de angustia, te llegas a preguntar si será verdad. De hecho, hablé con una capitana de la UME que estaba achicando agua en el Bonaire. Le insistí en que cuando fuese posible había que entrar a comprobar si había víctimas. Por las llamadas, por los desaparecidos de los que se informaba, ya se intuía que no habría nadie”, como finalmente se comprobó.

La magistrada de Instrucción 2 de Torrent abrió el primer expediente judicial alrededor de las 9 horas del día 30, y en él constaban ya unos 20 fallecidos.

“Por desgracia, no pudimos levantar los cuerpos tan rápido como hubiésemos querido, entre otras cosas porque no podíamos acceder a los lugares donde estaban los fallecidos. Pero en una semana y media prácticamente estaban todos identificados y entregados los papeles para los enterramientos a los familiares, y eso fue gracias a un grupo de personas espectacularmente preparadas y que lo dieron todo”.

Lucía Mayordomo ha expresado su admiración por su compañera de Instrucción 3 de Catarroja que ha asumido la causa judicial por la gestión de la dana. “No es fácil, es digno de respeto. Yo he decidido quedarme al margen de esas informaciones por mi salud mental”.