Madrid, 20 jun (EFE).- El Consejo Superior de Deportes (CSD), la Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB) y la Federación Española de Baloncesto (FEB) unen fuerzas. Crean la Liga U, competición masculina sub-22 que contará con, al menos, 100 jugadores seleccionables por España. ¿El objetivo? potenciar su formación deportiva y académica. Su logo inspira ‘Unión’, ‘Universidades’, ‘Under 22’ y futuro. Mezcla colores vibrantes y energéticos.
El fin de este proyecto es crear un atmósfera de condiciones favorables que incentiven la permanencia de las promesas del baloncesto español, ante el empuje de las universidades estadounidenses. Un camino que eligieron Izan Almansa, Aday Mara, Baba Miller o más recientemente Mario Saint-Supery.
La industria del baloncesto entiende que siempre puede haber algún jugador que no puede rechazar una oferta millonaria del exterior. Ahora bien, el reto es aportar una estructura deportiva de crecimiento y una formación de garantías al margen del deporte de la canasta.
Así, los jugadores, que en su primera edición deberán haber nacido del 2004 en adelante, dispondrán de orientación y becas que les permitirán compaginar sus estudios universitarios o de FP con la práctica deportiva gracias al apoyo del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes y del CSD, que aportará 5 millones de euros en cada una de las tres primeras temporadas; un total de 15 millones de euros.
No es el único problema a resolver, ya que otro, por ejemplo, pasa por la dificultad para que los jugadores tengan oportunidades de llegar a la élite. A la espera de finiquitar detalles importantes como los equipos participantes, pues alguno podría renunciar a que sus categorías inferiores formasen parte del torneo, y el calendario.
Ya es seguro que los duelos se disputarán, preferentemente, los viernes por la tarde y los sábados por la mañana. Eso permitirá a los jugadores poder compaginar las apariciones en esta cita con la posibilidad de estar también presentes en la Liga Endesa.
La Liga U se presenta, además, como un ecosistema ideal para que florezca el talento nacional, algo cada vez más complejo teniendo en cuenta el desembarco masivo de extranjeros en la ACB y la dificultad de los clubes para conseguir sus objetivos deportivos dada la competitividad, lo que implica muchas veces ir a lo seguro y no arriesgar dando el billete hacia el profesionalismo a sus promesas.
Para ello, se obligará a los equipos a tener un mínimo de seis seleccionables por España en la 2025-2026, cifra que subirá a los siete en la 2027-2028.
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La Liga U se espera que suponga un incentivo también para los clubes, muchos de los cuales comienzan a bajar los brazos frustrados por ver cómo forman grandes figuras para que otros se beneficien de ellas sin obtener una contraprestación adecuada, económica o en concepto de derechos sobre el jugador si vuelve a Europa. Esa mentalidad catastrofista ha hecho incluso que comiencen a peligrar algunas canteras.
Queda mucho camino por recorrer para plantar cara a una situación compleja que ha explotado de un tiempo a esta parte y se ha llevado consigo a españoles como Izan Almansa, Aday Mara, Baba Miller o, más recientemente, Mario Saint-Supery y a extranjeros acomodados en inferiores de clubes nacionales como Egor Demin o Ismaila Diagne.