Lutsk (Ucrania), 3 ago (EFE).- Poetas, escritores, militares y civiles han celebrado este fin de semana el renacer que está experimentando durante la guerra el arte oral y escrito en ucraniano en la quinta edición del Festival Internacional de Literatura de Lutsk, en el noroeste de Ucrania, una cita apoyada por la Cooperación Española y descrita por algunos participantes como una gran reunión de una familia que renueva y refuerza sus lazos en un momento dramático.
«Mi trabajo como periodista consistía en explicarle el país al país, para que ningún ucraniano desconfíe de otro ucraniano», dijo a EFE el ahora militar Pavló Kazarin al reflexionar sobre el efecto unificador que tiene esta cita literaria.
Nacido en 1983 en Simferópol, Crimea, en el seno de una familia rusa, Kazarin recibió en 2014 tras la anexión de esta península ucraniana por parte de Rusia la nacionalidad de sus padres, a la que renunció de inmediato para dejar su ciudad natal y trasladarse a Kiev.
«Eventos como Frontera son una ocasión inmejorable para librarse de estereotipos dañinos», declara en referencia al papel que desempeña uno de los festivales literarios ucranianos más multitudinarios a la hora de reflejar la cohesión social y el entusiasmo por la cultura propia que ha incentivado la agresión de Rusia.
A la sombra del imponente castillo medieval de la capital de la región histórica de Volinia se han dado cita en el festival escritores que han cambiado los teclados por las armas como Kazarin y poetas, novelistas e intelectuales de todos los rincones de Ucrania.
La fatiga y la ansiedad que provocan más de tres años de una guerra de final aparentemente lejano e incierto socavan a menudo la confianza entre militares y civiles y entre ucranianos de orígenes distintos.
El festival Frontera es una buena forma de cerrar estas brechas, dice Kazarin, que es autor de un libro traducido al inglés, ‘The Wild West of Eastern Europe’, sobre cómo Ucrania rompió con el poder imperial ruso hace más de una década.

A 1.500 kilómetros del frente

Horas después de que los asistentes hayan honrado la memoria de los militares ucranianos caídos con un emotivo minuto de silencio, el escritor, ensayista y traductor Andrí Liubka contó en una entrevista con EFE cómo se ve la guerra desde la región de Transcarpatia, en el extremo suroccidental de Ucrania y la única en la que no se ha declarado el toque de queda que sí rige cada noche en el resto del país.
«Durante el siglo XX la región cambió cinco veces de país y en 1944, cuando fue liberada por los soviéticos, en Moscú tardaron dos años en decidir si la declaraban parte de la Ucrania soviética, si se la daban a Hungría o a Checoslovaquia o incluso si la reconocían como Estado independiente bajo el nombre de Rutenia», dijo Liubka sobre Transcarpatia.
Estos cambios constantes de frontera, según este escritor, han creado un carácter aparte en la región, donde la gente ha optado por cultivar una identidad eminentemente local al no saber muy bien de qué capital dependerán dentro de unos años.
El escepticismo hacia la nación política ucraniana que ha caracterizado desde la independencia a la población de Transcarpatia fue superado de manera milagrosa a ojos de Liubka con la invasión rusa del 24 de febrero del 2022.
«Para mí fue una gran sorpresa. Había colas delante de los centros de reclutamiento. ¡En Transcarpatia!», dijo este escritor de 37 años.
El novelista ayuda al Ejército con la compra con donaciones de todoterrenos usados.
Para entregárselos a los militares ha de recorrer los 1.500 kilómetros que separan a Transcarpatia de algunos puntos del frente, una distancia que la reacción ucraniana a la invasión rusa ha reducido en lo emocional y en lo político.
Liubka contribuye a ello con novelas como ‘Carbide’, que se publicará en unos meses en español y teje una trama disparatada y llena de simbolismo con los hilos de la geopolítica y la realidad de territorio de frontera de la región.
Munición para la guerra cultural
Tras décadas en que buena parte de Ucrania tuvo el ruso como lengua de cultura, la literatura en ucraniano utiliza como palanca los intentos de supresión rusos y goza de mejor salud que la de la mayoría de países del mundo, como se ve al caminar por el festival con escritores como Liubka.
Adolescentes y jóvenes en sugerentes vestidos de verano le paran a cada paso para fotografiarse con él con un entusiasmo normalmente reservado a cantantes, actores y deportistas.
En su discurso de inauguración del festival, el embajador de España en Ucrania, Ricardo López-Aranda, da una de las claves que explican esta vitalidad: «Cada libro en ucraniano, y cada libro traducido al ucraniano, es munición en esta guerra cultural».
Marcel Gascón