‘La Madona de Portlligat’ de Dalí podrá verse en Cataluña 73 años después

Imagen de archivo (2-12-1951).- El pintor Salvador Dalí muestra a su esposa Gala el cuadro "La gran Madonna de Port Lligat", una de las obras que se exhiben en la Galería Lefever de Londres. EFE/yv.

Figueres (Girona), 17 sep (EFE).- ‘La Madona de Portlligat’ (1950), considerada por Salvador Dalí una de sus obras maestras, podrá verse durante cinco meses en el Teatro Museo Dalí de Figueres (Girona) gracias a un préstamo excepcional del Museo de Arte de Fukuoka (Japón), 73 años después de su venta.

Desde la Fundación Dalí destacan que “se trata de una ocasión única”, ya que esta icónica obra de óleo sobre tela del genio ampurdanés no se había visto en España desde 1952, cuando formó parte de la 1ª Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en Madrid y Barcelona.

Además de esta obra extraordinaria, que se desplaza 16.000 kilómetros desde Fukuoka para exponerse en Figueres del 17 de septiembre de 2025 al 22 de febrero de 2026, la muestra reúne 11 fotos poco conocidas de Mark Kauffman para la revista ‘Life’ en las que aparece Dalí con la pintura en la Carstairs Gallery de Nueva York, con motivo de la presentación pública de la obra.

Según la directora de los Museos Dalí, Montse Aguer, ‘La Madona de Portlligat’ “es un compendio de su obra, desde el surrealismo hasta el misticismo nuclear, una etapa durante la cual combina la física moderna, la religión y el retorno al clasicismo para dar forma a su concepción del mundo”.

Tras 8 años en Estados Unidos, en 1948 el artista regresa a Portlligat (Girona) con la voluntad de reencontrase con sus raíces e iniciar una de las transformaciones más profundas de su trayectoria: la mística nuclear.

Hiroshima y Nagasaki, punto de reflexión

'La Madona de Portlligat' (1950), considerada por Salvador Dalí una de sus obras maestras, podrá verse durante cinco meses en el Teatro Museo Dalí de Figueres (Girona) gracias a un préstamo excepcional del Museo de Arte de Fukuoka (Japón), 73 años después de su venta. EFE/David Borrat

El impacto de las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki sacude al genio y le lleva a hacer del átomo y su desintegración los ejes de su reflexión, con el objetivo de crear una nueva iconografía que una ciencia y religión.

De este proceso nace ‘La Madona de Portlligat’, que Dalí consideró un hito absoluto y que hoy continúa siendo un símbolo de su capacidad para reinventarse.

El 1949, Salvador Dalí pinta, en dimensiones reducidas, la primera versión de esta obra, donde Gala aparece como la virgen con la cabeza abierta por una grieta central. Aquel mismo año, el artista presenta su obra al Papa Pío XII en audiencia privada, buscando su bendición para casarse con Gala por la iglesia.

En verano de 1950, Dalí regresa a su taller de Portlligat y pinta una segunda versión, de grandes dimensiones, 275,3 por 209,8 cm, que es la que se podrá ver en la exposición del Teatro-Museo Dalí.

En noviembre de ese mismo año, la obra hace su primera aparición pública en la Carstairs Gallery de Nova York, convirtiendo su instalación en un verdadero quebradero de cabeza: el lienzo es tan grande que no entra ni por la puerta ni por el ascensor, y debe ser izado desde la calle hasta el sexto piso con cuerdas, bajo la supervisión del artista.

Este episodio es documentado por el fotógrafo Mark Kauffman y publicado en la revista ‘Life’ con el título ‘Madonna in Mid-Air’.

Gala, musa y virgen

'La Madona de Portlligat' (1950), considerada por Salvador Dalí una de sus obras maestras, podrá verse durante cinco meses en el Teatro Museo Dalí de Figueres (Girona) gracias a un préstamo excepcional del Museo de Arte de Fukuoka (Japón), 73 años después de su venta. EFE/David Borrat

En esta obra, Gala, musa y cómplice de Dalí, representa a una virgen que tiene al niño Jesús en su regazo.

Esta representación no sólo la consagra como figura central de su espiritualidad, sino que Dalí también desafía los cánones establecidos, rompiendo convenciones sociales al presentar una figura atípica como Gala en el rol de ‘madonna’.

Dalí nos remite en este cuadro al Renacimiento y a sus ideales de perfección y armonía, y ofrece una virgen reinterpretada, rodeada de elementos flotantes que hacen referencia a la separación del átomo y a la descomposición de la materia, inmersa en el sempiterno paisaje ampurdanés.

‘La Madona de Portlligat’ se convierte en un compendio de símbolos dalinianos: el pan como símbolo de la Eucaristía, los erizos de mar como metáfora cósmica, moluscos y crustáceos remiten al mundo mediterráneo y a Gala, las rosas y las ramas de olivo simbolizan eternidad y paz.

Los objetos levitan y la luz dota a la obra de un aura de revelación, Dalí condensa su búsqueda de armonía entre ciencia y religión, entre materia y espíritu.

Así, los expertos consideran esta obra como “un manifiesto vital de Dalí”, él mismo la define como “una integración de todos los símbolos surrealistas en la tradición clásica mística de los pintores españoles”.

La exposición, comisariada por Aguer, también incluirá un audiovisual de unos 4 minutos que muestra el viaje que llevó a la obra ser admirada en todo el mundo, él último lugar fue el Museum Ludwig de Colonia (Alemania) en 2006 y actividades paralelas como conferencias y talleres.