La muestra que cuenta cómo los indianos transformaron la estética de su sociedad

Torrelavega (Cantabria), 06/09/2025.- Una exposición de trajes de finales del siglo XIX permite conectar la moda con la historia de una ciudad, Torrelavega, y de sus familias más representativas. EFE/Javier G. Paradelo

Torrelavega (Cantabria), 6 sep (EFE).- Una exposición de trajes de finales del siglo XIX permite conectar la moda con la historia de una ciudad, Torrelavega, y de sus familias más representativas, evocando la transformación estética y social que trajo consigo el regreso de los indianos de ultramar.

Las piezas, diseñadas por la modista María José Mínguez, evocan el momento en que la moda se convirtió en símbolo de progreso, modernidad y estatus social a base de sombreros de ala ancha, vestidos bordados, mantones de Manila y tejidos tropicales inspirados en la moda de La Habana, Ciudad de México o Manila.

La muestra la conforman 22 trajes confeccionados respetando diseños y tejidos de época, junto a sombreros, collares de perlas, camafeos o sombrillas, que se pueden admirar en la que fue la casa de unas de las familias más representativas de aquella época en Torrelavega, la de Ignacio Saro y Colsa.

En una entrevista con EFE, María José Mínguez explica que el retorno de los indianos convirtió a Torrelavega en un lugar más cosmopolita, moderno y abierto al mundo, ya que vestirse “como en América” era mostrar éxito y modernidad y contrastaba con la sobriedad rural cántabra de la época.

La moda indiana transformó las calles, los salones y hasta los retratos de estudio, ademas de propiciar la aparición de la figura de la modista o costurera, mujeres que cosían incansablemente durante días, quizá hasta 15 jornadas, para dar forma a trajes que rompían la tradición local.

Con aquella moda indiana, las mujeres dejaban atrás el vestido campesino o local y se acercaban a modelos que veían en revistas ilustradas, en fotografías traídas de América o en modistas formadas en ciudades como París, La Habana o Buenos Aires.

María José Mínguez, modista con más de 60 años de trayectoria profesional, resalta que esta recreación de la moda pone en valor el trabajo de esas costureras que, a fuerza de muchas puntadas, lograban confeccionar el traje pedido por la clienta para un baile, ir al Casino e, incluso, un funeral.

Recuerda que desde muy joven encontró en la aguja y el hilo no solo una profesión, sino una vocación, y de su dedicación a los trajes de época nació una profunda admiración por la moda de principios del siglo XX, que estudia en revistas ilustradas originales y que reconstruye cada pieza con rigor.

Además, se ha convertido en suministradora casi obligada de eventos como los Baños de Ola de Santander, el Día del Indiano en Comillas o representaciones históricas.

Considera que la vestimenta de época debe confeccionarse para el disfrute de las personas que pueden admirar cómo se vestían sus antepasados y como ejemplo de que aquel tipo de moda aun sigue viva.

 

Trajes fieles al original

Mínguez explica que uno de los problemas de este trabajo es el encontrar telas de aquella época, así como algunos complementos -relojes, bastones, abanicos o sombrillas- que ella consigue recurriendo a las pocas tiendas especializadas que hay en Madrid, Barcelona o Bilbao.

A su juicio, un traje tiene ser muy riguroso y no vale cualquier tela para que el resultado final sea fiel al original, razón por la que este tipo de vestimentas tan minuciosas, algunas de hasta 8 metros de tela, suele tener un coste a partir de 500 euros.

La muestra “Torrelavega, la elegancia indiana” se completa con una amplia vitrina donde se exhiben objetos como muñecas de porcelana, con vestidos elaborados por la propia María José Mínguez; fotografías de época, joyería o figurines que servían de inspiración para coser los trajes. EFE

Javier G. Paradelo