La mutación de Bordalás

El entrenador del Getafe, José Bordalás, durante el partido de la jornada 27 de Liga que disputaron en el estadio Colisum de Getafe. EFE/Sergio Peréz

Getafe (Madrid), 10 mar (EFE).- La primera victoria del Getafe sobre el Atlético de Madrid en catorce años la masticó José Bordalás en la pizarra, desde donde sorprendió a Diego Simeone con una versión completamente diferente de un estilo reconocido que mutó hacia unas variaciones que fueron diferenciales en el resultado final.

El técnico del Getafe vive bajo el sambenito de dirigir a un equipo duro y rocoso que constantemente utiliza diferentes artimañas en beneficio del resultado. Sin embargo, Bordalás saca petróleo de sus plantillas, se adapta a los jugadores, huye de las florituras y las virguerías destinadas a teóricos del fútbol y es un virtuoso de la practicidad a través de la táctica.

Y esta jornada, fue el Atlético de Madrid el que probó la sorprendente propuesta del Getafe, esta temporada casi siempre enfocado en la presión alta, el robo de balón en campo contrario, el juego directo sin posesión y el esfuerzo físico máximo.

Simeone se encontró a un equipo muy organizado atrás desde su propia parcela del terreno de juego. El Getafe atrasó líneas, esperó al Atlético de Madrid y sorprendió con un intento de generar juego con balón, con criterio, sin pelotazos y con la idea de aguantar la posesión el mayor tiempo posible: con más pelota y sin presión en campo contrario, menos desgaste para defender. Esa era la premisa.

Para ello, Bordalás pobló el centro del campo de jugadores con la calidad suficiente para cumplir con toda su idea. Luis Milla, Mauro Arambarri, Ramón Terrats y Coba da Costa se desplegaron en el centro del campo para cumplir con las expectativas de su entrenador: calidad, manejo de la pelota, compromiso físico y, en el caso de Coba, desborde y electricidad.

Y arriba, prescindió de Juanmi Jiménez y de Borja Mayoral para colocar dos piezas muy incómodas como Christantus Uche y Álvaro Rodríguez, un par de jugadores portentosos físicamente y con una envergadura importante. Además, Uche, en el repliegue, se convertía en el quinto centrocampista para generar un laberinto sin salida para el Atlético de Madrid.

Desde atrás, los centrales, Alderete y Duarte, también pusieron su grano de arena. Dieron 115 pases, 100 de ellos con éxito, para sacar la pelota jugada. Esa cifra es el récord de la temporada en el Getafe, que también sumó números importantes con los centrocampistas con 126 pases intentados (segundo mejor registro del curso).

El resultado fue un atasco total para el equipo de Simeone, que hasta el penalti que transformó Sorloth en el minuto 75 no había disparado ni una vez entre los tres palos. Jamás encontró el camino hacia la portería de Soria. Bordalás y su tela de araña desesperaron al Atlético de Madrid.

“A nivel táctico hemos hecho un partido perfecto. El Atlético domina todas las facetas, se adapta, tienen muy buenas contras, es un equipo con velocidad. Hemos decidido estar juntos, esperarles. Ellos tienen mucha movilidad, aparecen por cualquier lado con Julian y Griezmann. En el segundo tiempo el guión ha sido favorable hasta el penalti. No recuerdo acciones de gol. La victoria es merecida”, afirmó Bordalás después del partido en rueda de prensa.

El penalti no frenó la idea del Getafe, que justo antes, con su frescura física por la ausencia de una presión asfixiante, apostó por adelantar líneas ya con Borja Mayoral sobre el campo. Para la última media hora, la idea era dar la puntilla a un equipo incapaz de acercarse a la portería de David Soria.

El tanto de Sorloth no rompió los planes del Getafe y, con la ayuda de la expulsión de Correa, los hombres de Bordalás olieron la sangre y dieron al Atlético de Madrid una cucharada de su propia medicina. En los minutos finales, cuando el conjunto rojiblanco ha marcado esta temporada hasta 16 goles más allá del 90, dieron en la diana para llevarse los tres puntos.

Fue Mauro Arambarri, por partida doble en los minutos 88 y 92, quien acabó con la maldición del Getafe ante el Atlético de Madrid. Después de 27 partidos oficiales, en el número 28, el cuadro azulón por fin ganó a sus vecinos. Bordalás y su mutación táctica, la de un entrenador camaleónico, fueron los verdaderos artífices de una victoria histórica en el Coliseum.

Juan José Lahuerta