París, 23 jun (EFE).- La negociación reabierta hace cuatro meses por el Gobierno entre sindicatos y patronal sobre la reforma de las pensiones en Francia aprobada en medio de huelgas y manifestaciones en 2023 se encontraba estancada este lunes en la que debía ser la última sesión.
La ausencia de avances era notoria a pocas horas del límite del último plazo que el Ejecutivo del primer ministro, François Bayrou, había dado a las partes para llegar a un acuerdo sobre esa controvertida reforma que retrasa la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años.
Esta última jornada ha estado salpicada por versiones divergentes de la parte de los representantes de los trabajadores y de la patronal.
La Confederación Francesa Democrática de Trabajadores (CFDT) aseguró que «estaban bastante lejos de la fumata blanca», mientras el Medef (principal patronal) replicó que el acuerdo era posible en base a una proposición que presentó esta misma tarde.
Una de las principales divisiones entre ambas partes son la posible bajada de la edad de jubilación con pensión completa para quienes no hayan cubierto el periodo de cotización completo, de los 67 años actuales hasta 66, y la evaluación de las condiciones consideradas «penosas» de ciertas profesiones, que darían derecho a jubilarse de forma anticipada.
Esta mesa de negociaciones, una propuesta de Bayrou, también podría tener consecuencias políticas, pues los socialistas han asegurado que si no hay acuerdo estarían a favor de tumbar al Gobierno con una moción de censura.
La amenaza, sin embargo, ha perdido consistencia este fin de semana, pues el ultraderechista Agrupación Nacional (RN, en francés) dijo que una ausencia de pacto no significaría un apoyo a una eventual moción de censura que, para que tenga efecto, necesitaría los votos del partido de Marine Le Pen.
La mesa de negociación había quedado parcialmente vaciada después de que, al poco de que comenzasen en febrero, el segundo mayor sindicato de Francia, la CGT, la abandonó por su negativa a aceptar que la edad mínima de jubilación suba de 62 a 64 años, conforme a la reforma de 2023, algo que la CFDT ha dado su visto bueno, a cambio de otras contrapartidas.
La idea del Ejecutivo es que un pacto entre una mayoría sindical y el patronato sirva para cerrar las heridas de esa reforma de 2023, aprobada sin voto parlamentario en medio de fuertes protestas y con el rechazo de la mayoría de los franceses.
Los cambios principales de esa reforma eran el aumento de la edad mínima de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años, una aceleración del periodo de cotización necesario para recibir una pensión completa, de 42 a 43 años, y la desaparición de muchos de los regímenes especiales.
El Ejecutivo que dirigía la entonces primera ministra, Élisabeth Borne, justificaba ese endurecimiento de las condiciones, pese al enorme descontento social, por la necesidad de un equilibrio financiero de cara al futuro para el conjunto del sistema.
El otro gran problema de cara a una posible flexibilización de las condiciones de jubilación introducidas en 2023 es el disparado déficit de Francia (casi un 6 % del PIB en 2024).
La necesidad de sanear las cuentas públicas en los tres próximos años para aproximarse a un déficit máximo del 3 % del PIB que exige Bruselas impondrán -como ya ocurrió en los presupuestos de este año- medidas de austeridad que chocan directamente con mayores gastos públicos en pensiones.