La noche más horrible del ‘Cóndor’

Fotografía de archivo del 2 de febrero de 2003 del exfutbolista Roberto Rojas durante un entrenamiento del Sao Paulo, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Caetano Barreira/ ARCHIVO

Hernán Bahos Ruiz

Redacción Deportes, 2 sep (EFE).- Rosenery Mello do Nascimento Barcelos da Silva tenía 24 años cuando sin saber, ni siquiera buscarlo, entró en el mundillo del fútbol como protagonista de uno de los escándalos más rocambolescos.

Rosenery era apenas una entre los entusiastas 140.000 espectadores que acudieron la noche del domingo 3 de septiembre de 1989 al partido de la última jornada de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Italia’90.

A la Canarinha le bastaba un empate para clasificarse y para la Roja la alternativa era ganar o ganar.

Tras un primer tiempo bronco que terminó sin goles por culpa del guardameta chileno de 32 años Roberto ‘el Cóndor’ Rojas, una explosión de júbilo se desató en el minuto 4 del segundo periodo.

Una vistosa jugada de Bebeto derivó en una asistencia a Careca, que anidó el balón en el fondo de la red.

La otra explosión

Los chilenos quedaron aturdidos y apenas 20 minutos después Rosenery, desde una de las gradas, estiró la cuerda de una bengala que le habían dado sus amigos para iluminar el cielo carioca.

Pero el cohete o ‘foguete’, como se denomina en portugués, salió directo hacia la cancha y con un impresionante estruendo y una enorme nube de humo cayó cerca de la portería de ‘el Cóndor’ Rojas, quien inmediatamente se desplomó.

La televisión mostró al jugador sangrando profusamente de una herida en la cabeza, mientras sus compañeros lo rodeaban con gestos de pánico y angustia.

El capitán chileno, Fernando Astengo, ordenó la retirada al vestuario tras alegar falta de garantías para continuar el partido.

El árbitro Juan Carlos Loustau esperó 20 minutos mientras los organizadores buscaban convencer a los chilenos a regresar.

La policía, en un impresionante operativo, descubrió a «la culpable». Era la rubia de ojos verdes quien al ser detenida repetía con voz débil que no había actuado de manera premeditada.

Permaneció detenida por 24 horas.

«Cuando vi el humo cerca del arquero, no entendí nada. Después supe que habían arrojado un fuego artificial. No pude creer que una mujer había hecho aquello», dijo indignado a Folha de Sao Paulo el goleador Careca.

La Federación Chilena de Fútbol (ANFP) también se movió rápido y presentó un recurso ante la FIFA que exigía la anulación del partido y la eliminación de Brasil con el argumento que sus jugadores habían sido víctimas de una agresión. Para apoyar su reclamo, presentaron un informe médico que corroboraba la herida de Rojas, sugiriendo que la misma era resultado del impacto de un objeto contundente.

La FIFA inició una investigación exhaustiva que se extendió a todos los implicados, desde los jugadores y el cuerpo técnico hasta la terna arbitral argentina encabezada por Loustau.

La presión mediática fue descomunal, con las imágenes de Rojas lavado en sangre dando la vuelta al mundo y un debate instalado sobre la seguridad en los estadios.

Sin embargo, la historia tomó un giro inesperado días después cuando el fotógrafo Ricardo Alfieri, de la revista argentina El Gráfico, divulgó una serie de imágenes en las que se podía ver la bengala aterrizando a varios metros de distancia de Rojas.

La secuencia fue clave para demostrar que el objeto incandescente no lo había tocado. La ANFP se negó a aceptar los hechos y mantuvo su versión. La FIFA solicitó al equipo médico chileno los exámenes, que mostraron un corte limpio y preciso, sin quemadura alguna, muy distinto al que produciría el impacto con un fuego artificial.

La caída de ‘el Cóndor’ y el ascenso de la «Fogueteira»

La verdad se descubrió cuando un periodista brasileño, Ricardo Tadeo, logró hablar con el portero suplente Mario Osbén, quien confesó que la farsa había sido planeada. Dijo que su compatriota tenía una lámina de afeitar oculta en uno de sus guantes, con la que se había cortado a sí mismo.

La FIFA confirmó esa versión. No había evidencia de que la bengala hubiera herido a Rojas, y ratificó que la lesión era autoinfligida.

Ante las abrumadoras evidencias, ‘el Cóndor’ admitió su participación en la farsa y añadió que la idea fue del entrenador Orlando Aravena, con el conocimiento de algunos jugadores.

Rosenery fue exculpada, pero con la fama adquirida su vida cambió hasta el punto de que la revista Playboy la convenció de posar desnuda. Entonces, el llamado país del fútbol la bautizó como la «fogueteira do Maracaná».

La FIFA emitió un veredicto en octubre de 1989: Chile perdió el partido por abandono, Brasil se clasificó al Mundial con un triunfo de 2-0, y el portero fue suspendido de por vida de toda actividad relacionada con el fútbol, pena que fue levantada en 2001.

El seleccionador Orlando Aravena también quedó inhabilitado y el médico de la selección Daniel Rodríguez recibió un castigo por cinco años para no ejercer sus funciones. Además, la selección de Chile fue marginada de las eliminatorias para el Mundial de 1994.

«Fue por la pasión. Para que Chile tuviera esa oportunidad, porque estaban perjudicando a Chile en esos momentos. Ya veníamos con problemas de la eliminatoria pasada, pero cuando uno comete un error desea tener la oportunidad de reivindicarse, pero yo no la tuve», dijo ‘el Cóndor’ Rojas años después.

Después de su sanción, Rojas continuó su carrera en Brasil. Se desempeñó como entrenador y también como preparador de arqueros.

A medios chilenos ha revelado que, debido a su delicado estado de salud, no ha podido viajar a Chile ni reunirse con su familia.

En 2015, se sometió a un trasplante de hígado y le fue extirpada una parte de un pulmón, lo que lo obliga a extremar los cuidados. El pasado 8 de agosto cumplió 68 años.

Con el dinero y la fama, Rosenery Mello estableció un bar en el municipio de Araruama. Pero el 4 de junio de 2011 falleció a los 45 años de edad a consecuencia de un aneurisma cerebral en un hospital de Río de Janeiro distante apenas 8 kilómetros del estadio Maracaná.