La nueva evangelización sucede en la red: los misioneros digitales toman el relevo

Imagen de archivo de La Plaza de San Pedro, que el 1 de agosto se convirtió en una fiesta española con motivo del Jubileo de la Juventud. /Archivo. EFE. Claudia Sacristán

Madrid, 10 ago (EFE).- Durante el Jubileo de los Jóvenes 2025 celebrado la pasada semana en Roma, el papa León XIV invitó a más de mil influencers católicos de 146 países diferentes, un gesto que hizo patente lo que viene gestándose desde hace años: la nueva evangelización sucede en las redes sociales.

«Si bien antiguamente los  misioneros cruzaban el Atlántico para evangelizar, a día de hoy la Iglesia está ganando bastante apoyo a través de las redes sociales», comenta Carlos Taracena, que acumula en Instagram más de 20.000 seguidores.

A este misionero digital, miembro del equipo de comunicación de la Archidiócesis de Madrid y colaborador del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, los seguidores le llegaron cuando empezó a compartir su día a día como misionero de la ONG Jatari en Perú.

Para Paula Vega, su misión frente a los más de 72.000 seguidores que tiene en Instagram sigue siendo la misma que la de un misionero tradicional: «Anunciar el amor de Dios y la Buena Noticia del Evangelio».

La diferencia, comenta a EFE, «solo está en el medio». «Un misionero digital habita las redes sociales, testimoniando con su vida, hablando de la fe, creando contenido que acompaña a quienes hoy buscan respuestas y tienen sed de Dios», concreta.

Quique Mira (159.000 seguidores), nacido en una familia de no creyentes, estuvo hasta los 20 años trabajando en el mundo del ocio nocturno, hasta que empezó a interesarse por la religión.

«Para mi fue muy necesario enamorarme cada vez más del Evangelio, de Jesús, de la Iglesia. Configuró mi vida y me vi con la obligación de ayudar a los jóvenes a conocer esto», explica en declaraciones a EFE.

Este joven de 27 años señala que el trabajo de un misionero digital consiste en compartir con «autenticidad» la relación de uno mismo con Dios para llegar a otros, todo con un lenguaje «muy aterrizado» y que va «de joven a joven».

Vega, por ejemplo, intenta atraer a esos jóvenes con contenido que ella misma echa en falta como mujer: información sobre figuras femeninas de la Iglesia que a menudo pasan desapercibidas.

«A veces me he sentido invisibilizada o incomprendida dentro de la Iglesia. Estudiando teología, profundizar en figuras femeninas de la Biblia o en ciertas santas que rompieron moldes y estereotipos, me ayudó no solo a conocerlas a ellas, sino también a encontrar mi propio lugar como mujer creyente», asevera.

Con todo, Tarecena asegura que estos nuevos misioneros «no hacen márquetin digital», si no que invitan a la gente «a vivir una vida con sentido. «No actuamos buscando un crecimiento de los seguidores, sino desde nuestra pasión de llevar a Cristo a las personas», apostilla.

 

Aumento de la fe entre los jóvenes

«He notado un aumento de la espiritualidad. Los jóvenes siguen haciéndose preguntas profundas sobre el sentido de la vida, el amor, la muerte o Dios. Lo que ha cambiado es el modo de buscar respuestas», resalta Vega, quien opina que hoy en día las nuevas generaciones se acercan a la fe «desde la libertad», y no desde la imposición.

Para Taracena se está viviendo una «primavera en la evangelización y el cristianismo», puesto que, desde su perspectiva, cada vez son más los jóvenes que ven una puerta de entrada a la fe.

En este sentido, defiende que personas como él pueden ayudar especialmente a aquellos que quieren acercarse a la religión pero no han crecido en entornos católicos.

«En mi adolescencia y juventud yo encontré una Iglesia en otro periodo, en el que la única forma de acercarte era conocer a alguien de un grupo. A día de hoy te pueden conocer por redes sociales y tener la posibilidad de acercarse a un grupo en cualquier lugar del mundo», resalta.

Coincide Mira, quien a diario recibe mensajes de jóvenes de entornos muy lejanos a la Iglesia. «Ven un contenido bien hecho, fresco, bien producido, y que está ayudándoles en sus visas», explica.

Sin embargo, este misionero digital tiene claro que un vídeo en redes sociales no puede cambiar la vida de alguien de un día para otro. «Es algo que te despierta, te genera preguntas, te invita a conocer algo nuevo, pero luego hay que conectar a la gente con un lugar presencial donde poder compartir esa experiencia con otros y ponerse en camino», subraya.

 

Brazos abiertos en el Vaticano

Sobre si la Iglesia tuvo reticencias hacia estos creadores digitales en un primer momento, Taracena defiende que todas las transformaciones «van despacio». «Hay que tener paciencia, saber comprender a la Iglesia. No han sido reticencias, si no el proceso natural de incorporación de nuevas técnicas de evangelización», defiende.

Por su parte, Mira señala que la Iglesia se ha dado cuenta de que debe poner «foco y espacio en el nuevo continente digital», al mismo tiempo que sigue con sus labores tradicionales.

«El Jubileo de los Misioneros Digitales no fue solo un evento, sino parte de un proceso que la Iglesia, impulsado en su momento por el Papa Francisco, ha iniciado con nosotros: reconocimiento, acompañamiento, formación y envío», apunta Vega, quien sostiene que, a nivel institucional, la Iglesia los valora cada vez más.

Esta joven advierte, no obstante, que aún queda mucho por hacer, sobre todo a nivel local, en diócesis, parroquias y con algunos obispos y párrocos.

«Nos falta más escucha mutua y colaboración, entre quienes evangelizamos en lo digital y quienes acompañan desde las estructuras eclesiales», reconoce.