La OMS avisa de que el calor extremo se está convirtiendo en uno de los mayores riesgos ocupacionales

Un termómetro de calle junto a la Torre de la Malmuerta en Córdoba marca 43 grados. EFE/Salas/ArchivoEFE/

Ginebra, 22 ago (EFE).- El calor extremo se está convirtiendo en uno de los mayores riesgos ocupacionales Y tendrá «efectos catastróficos» para los trabajadores en el futuro si no se toman medidas que mitiguen su impacto, dijo este viernes la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esta entidad ha colaborado con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), especializada en el cambio climático, en la realización del primer informe sobre esta cuestión en más de cincuenta años, el que toma en cuenta no solo aspectos relacionados con la salud humana, sino también el perjuicio que provoca esta situación en la economía.

Los modelos de cálculo indican que la productividad de los trabajadores cae entre un 2 % y 3% por cada grado por encima de los 20 grados Celsius, lo que debe comprenderse en el contexto de olas de calor que cada vez son más frecuentes y prolongadas en distintas partes del mundo.

Idealmente, las actividades físicamente intensas deben realizarse a un temperatura ambiente de 19 o 20 grados.

Según el informe, 2.400 millones de trabajadores (70 % del total mundial) pueden estar expuestos a temperaturas extremas durante sus ocupaciones.

Se estima que cada año se registran cerca de 23 millones de lesiones laborales debido al calor extremo, que se refleja en el organismo a través de un «estrés térmico» o «sobrecarga calórica».

«La inversión en la protección de los trabajadores puede ahorrar muchos miles de millones a la economía al año», recalcó el director de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, Rüdiger Krech, en una rueda de prensa en la que presentó las conclusiones del informe.

Aunque el riesgo está más asociado a los trabajadores manuales de sectores como la agricultura, la construcción y la pesca, que pasan su tiempo en el exterior, las personas que trabajan en interiores también pueden verse severamente afectadas, en particular los que manipulan maquinarias que producen calor.

Preguntado sobre la principal novedad del informe, Krech dijo que «lo nuevo está en la severidad» de la situación, que con más días a temperaturas extremas se ha convertido en una «crisis de salud».

Explicó que una cosa es trabajar a temperaturas molestas, pero otra es hacerlo a temperaturas peligrosas, como lo que sucede «cuando se trabaja en las calles de Madrid a 45 grados, lo que no solo puede decirse que es desagradable, sino algo frente a lo cual hay que hacer algo».

Los expertos de la ONU dijeron que ha llegado el momento en el que las instituciones del Estado, el sector privado y los sindicatos se pongan de acuerdo en planes de respuesta a las olas de calor y que la mejor manera de convencer a los empresarios para que apoyen los cambios necesarios es mostrando el retorno en productividad.

Los gobiernos, por su parte, deben adoptar legislaciones que garanticen que las condiciones de trabajo no representan riesgos para la salud.

Los especialistas dijeron que ya es hora de que haya estrategias que tomen en cuenta la meteorología local, profesiones específicas y la vulnerabilidad de los trabajadores, pues no es lo mismo un trabajador sano o joven, que uno mayor o que sufre de alguna enfermedad crónica, lo que los hace más frágiles a la sobrecarga térmica.

Asimismo, se necesitan actividades de educación y sensibilización dirigidas a identificar y tratar los síntomas, que suelen diagnosticarse erróneamente.

En su etapa leve, el estrés por calor puede provocar sed intensa, sudoración excesiva, cansancio, mareos y disminución de la concentración, pero en su fase avanzada puede notarse que el pulso se acelera, la presión arterial baja, hay falta de coordinación motora y visión borrosa.

Todo ello ocurre antes del golpe de calor, que es una urgencia médica grave en la que el cuerpo ha estado por un tiempo prolongado en los 38 grados o más, con los casos más graves en los que se puede perder el conocimiento y sufrir un fallo de órganos.