Rafah (Egipto), 18 ago (EFE).- Como muchos de sus compañeros, Medhat vive desde hace un mes dentro de su camión a las puertas del paso fronterizo de Rafah, que conecta Egipto con Gaza, con la esperanza de poder llevar ayuda humanitaria a sus «hermanos» palestinos, aunque en muchas ocasiones el Ejército israelí no se lo permita.
«He entrado varias veces, ¡más de diez! Pero actualmente la cosa está fea, los israelíes nos obligan a regresar cuando entramos con la carga. A veces una, dos e incluso tres veces. No es como antes», denuncia a EFE este conductor cairota desde la cabina de su camión, convertida en su cama, su cocina y su hogar.
El camión de Medhat lleva azúcar, arroz, pasta y otros productos básicos, lo que él denomina «una cesta de necesidades», pero lamenta que el Ejército de Israel no permite ingresar estos alimentos en el cruce de Kerem Shalom, a unos 3,5 kilómetros al sur del de Rafah y donde los israelíes inspeccionan las cargas procedentes de Egipto.
Ayuda a cuentagotas

«Nos sentamos aquí, dormimos en el camión, comemos y bebemos aquí también desde hace un mes, porque cuando entras al paso de Karem Abu Salem (Kerem Shalom, en árabe) los israelíes te dicen que ya se agotó el tiempo o te preguntan, ¿para quién traes toda esta comida?», dice Medhat sobre las dificultades que pone Israel a la entrada de ayuda.
Desde que el pasado 27 de julio Israel volviera a permitir la entrada de ayuda, Egipto ha enviado unos 1.288 camiones a Gaza a través de Kerem Shalom, de acuerdo con el Gobierno egipcio, que considera «absolutamente insuficiente» esta cifra, ya que deberían ingresar de media unos 800 al día.
La carga de Medhat ha estado retenida una semana, y hoy va a volver a intentarlo de nuevo con la esperanza de que los israelíes le dejen pasar y no le ocurra como en otras ocasiones: que los alimentos caduquen y que la Media Luna Roja tenga que substituirlos con otros.
«He visto la intransigencia y el abuso israelí, destrucción, niños desamparados que no tienen qué comer…», dice Medhat, que denuncia que Israel deja entrar a los camiones «por capricho» y que trata mal a los conductores y a la propia carga, que muchas veces acaba rota y tirada por el suelo durante el proceso de inspección.
«Estoy contento de estar entrando comida, no estoy cansado por el trabajo, lo haría día y noche, estoy cansado por lo que ven los gazatíes dentro», asegura.
Sillas de ruedas y camas de UCI devueltas
En Al Arish, a unos 45 kilómetros al oeste de Rafah y el primer punto de llegada de gran parte de la ayuda humanitaria que debe ingresar a Gaza, se encuentra el Centro Logístico de la Media Luna Roja Egipcia (MLRE).
Ahí se revisa que los documentos necesarios de los camiones y sus conductores estén en regla, que los paquetes estén bien clasificados y es donde se realiza una primera inspección para garantizar que toda la ayuda sea aceptada por las autoridades israelíes, explica a EFE la directora ejecutiva de la MLRE, Amal Emal.
«Pero también recibimos los camiones que son rechazados y devueltos. Cuando eso pasa, por cualquier razón o incluso sin razón, necesitan venir aquí para ser reinspeccionados», explica Emal frente a un camión cargado con camas de UCI de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al que Israel ha denegado la entrada a Gaza en hasta cuatro ocasiones.
La responsable lamenta que «mucho material médico ha sido rechazado» como sillas de ruedas o incluso tanques de oxígeno, en definitiva, «cualquier cosa que pueda contener partes de metal», de acuerdo con Emal, que asegura que esto también afecta a los artículos de refugio para los gazatíes que viven a la intemperie.
El ministro de Exteriores egipcio, Badr Abdelaty, afirmó este lunes desde Rafah junto al primer ministro palestino, Mohamed Mustafa, que tan solo 550.000 toneladas de ayuda han entrado a Gaza a través de Egipto desde el inicio de la guerra en octubre de 2023, y dijo que el Gobierno está dispuesto a «inundar» el enclave con asistencia.
Según Emal, el 70 % de esta ayuda es alimentaria y el resto consiste en material médico y de refugio, «pero de este 30 % mucho es rechazado» pese a las acuciantes necesidades de camas, oxígeno o equipo quirúrgico en la Franja de Gaza.
Carles Grau Sivera