Lisboa, 25 mar (EFE).- Una iniciativa del Ayuntamiento de Lisboa para construir un aparcamiento que supondrá la tala de una veintena de árboles florales del género jacarandá ha levantado polémica entre los vecinos, que se oponen a esta actuación y piden explicaciones a las autoridades locales.
En una rueda de prensa celebrada este martes, la concejala de Urbanismo, Joana Almeida, defendió que el Ejecutivo municipal está trabajando para proteger los árboles del tramo final de la Avenida 5 de Outubro, paralela a la céntrica Avenida da República y donde está previsto que se levante un párking subterráneo de 400 plazas.
Para construirlo será necesario retirar 25 jacarandás y trasplantar otros 20 ejemplares de esta especie característica de Lisboa, lo que reduciría la población de árboles en la zona afectada a menos de la mitad.
“Establecimos una condición con Fidelade Property −la concesionaria del proyecto−: salvar el máximo número de jacarandás posibles”, aseguró Almeida, que prometió que al término de las obras se replantarán árboles hasta alcanzar los 116 árboles, 41 más que ahora.
Adicionalmente, se plantarán otros 200 jacarandás por toda la ciudad, según la responsable política.
Por su parte, en una carta abierta publicada el pasado viernes los vecinos de la zona mostraron su rechazo al proyecto y exigieron al Ayuntamiento explicaciones sobre los criterios que justifican la tala y los traslados.
También denunciaron que la actuación no se les notificó debidamente, ya que, según dicen se enteraron por medio de carteles pegados con cinta adhesiva a los árboles que van a ser retirados.
La misiva, dirigida al alcalde de Lisboa, el conservador Carlos Moedas, y la Asamblea Municipal cuenta ya con más de 32.000 firmas.
Preguntada por el rechazo vecinal, Almeida invitó a la ciudadanía a asistir a dos sesiones informativas previstas para este jueves y viernes.
Los jacarandás, árboles autóctonos de América Central y del Sur, llegaron a Lisboa procedentes de Brasil a comienzos del siglo XIX.
Desde entonces sus flores violetas se han convertido en un símbolo de la primavera en la capital portuguesa, así como en una seña de identidad para los lisboetas y un reclamo para el turismo.