Miguel Álvarez
A Estrada (Pontevedra), 6 jul (EFE).- La Rapa das Bestas de Sabucedo continúa su avance hacia la igualdad con siete ‘aloitadoras’ y más niñas que ya participan en este tradicional ritual de separar a los potros.
Sabucedo (A Estrada, Pontevedra) ha acogido este domingo la segunda jornada de las tres que conforman la rapa.
De entre las 290 ‘bestas’ -caballos salvajes gallegos- que están apartadas desde el pasado viernes, algo más de doscientas han bajado al curro, aunque con incertidumbre al principio, pues primero los ‘aloitadores’ -los encargados de raparlas- pensaron dejar a un grupo fuera y después vieron que había espacio suficiente.
Y lo que se ve cada vez más son mujeres entre el grupo, pues este año ya son siete las que participan de la tradición.
María Vega, del municipio vecino de Campo Lameiro (Pontevedra), tiene 26 años y ya lleva tres como ‘aloitadora’, este domingo con un papel espectacular y reconocido por los 1.700 espectadores que acceden al curro, pues la mayoría de los 20.000 visitantes se quedan sin entrada.
Explica a EFE que «las ‘bestas’ andan por el monte» cerca de su casa y desde hace años un familiar la traía a caballo para ayudar el viernes, cuando las buscan en el monte. Ahora ella ya tiene dos ‘bestas’.
«Notamos que cada vez somos más mujeres, antes había una o dos y era excepcional, una prima mía fue una de las primeras mujeres en entrar, pero ahora somos más. También las niñas empiezan a ir a los potros», detalla.
El colectivo de ‘aloitadores’ acoge bien a las mujeres y las ayuda a integrarse, por lo que es una más de un grupo en el que todavía son minoría.
Hasta ahora, además, no ha tenido ningún susto: «Solo patadas o pisotones», continúa sobre un ritual en que son tres los ‘aloitadores’ que se enfrentan a cada ‘besta’.
«Uno salta encima, otro le agarra la cola para frenarla y el tercero sujeta la cabeza. Luego le tapamos los ojos para que se tranquilicen y raparlas de pie», añade sobre el momento en que le cortan las crines y el pelo de la cola, además de darles un desparasitante por vía oral.
María Vega desvela que el trabajo de la rapa das bestas no solo está el primer fin de semana de julio, cuando se celebra la fiesta de interés turístico internacional y, desde este año, bien de interés cultural en la categoría de patrimonio inmaterial.
Durante todo el año, el colectivo sube al monte y realiza muchos trabajos para «cuidarlas» y que se mantenga el caballo salvaje gallego, hoy con una población inferior a la de hace años.
«Buscamos a las más delgadas y las apartamos del grupo para desparasitarlas y darles comida, además de la que ya tienen en el monte», prosigue.
También arreglan los cierres, localizan a los grupos para que no se dispersen -algunas ‘bestas’ llevan localizadores GPS- y comprueban que todas tengan manada.
Es un trabajo duro que se extiende los 365 días del año y que tiene en este fin de semana el momento más visible y la oportunidad de recaudar fondos para pagar toda esta actividad de cuidado de los caballos.
En Sabucedo todavía queda la jornada del mañana lunes, cuando a mediodía se celebrará la última de las rapas y, después, las ‘bestas’ regresarán al monte. Siempre con los cuidados de los ‘aloitadores’, aunque libres un año más.