Ciudad del Vaticano, 26 jun (EFE).- La Sala de Constantino, la mayor de las estancias que proyectó Rafael para el palacio pontificio, y ahora en el recorrido de los Museos Vaticanos, vuelve a lucir su esplendor tras una restauración que ha durado diez años y que desvela las dos pinturas que fueron su último legado, aunque la prematura muerte del artista a los 37 años impidió que él la contemplara acabada.
En la última década, los millones de visitantes que acuden a los Museos Vaticanos no pudieron contemplar en su inmensidad los frescos que representan la batalla del primer emperador católico, Constantino, contra las tropas de Majencio en el Puente Milvio, que sólo desde este jueves puede ser completamente observada.
«Hoy celebramos no solo un hito de conservación, sino también una nueva posibilidad de lectura crítica y visual de uno de los lugares simbólicos de la pintura renacentista. El Salón de Constantino vuelve a ser un atlas figurativo de raro poder narrativo y simbólico», declaró la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta.
Jatta explicó en su presentación que la espectacular sala «luce completamente diferente a la que se podía observar hace 10 años», tras recuperar los verdaderos colores que se veían en las ceremonias hace 500 años.
Además del descubrimiento de los colores originales, mucho más brillantes y llenos de luz, como el cielo sobre la batalla, la gran sorpresa de la restauración fue el hallazgo de dos figuras que había realizado Rafael, «como prueba la pintura al óleo sobre la pared, una técnica que dominaba muy bien», pues el resto del gran fresco fue completado por sus colaboradores con otras técnicas.

Comitas y Iustitia, el legado de Rafael

Se trata de Comitas (Mansedumbre) e Iustitia (Justicia), figuras femeninas alegóricas situadas a la derecha de la Visión de la Cruz y la Batalla del Puente Milvio, ya que los talentosos alumnos de Rafael Giovan Francesco Penni y Giulio Romano no se animaron a continuar la vía experimental de su maestro y volvieron a la técnica habitual.
«Es una sala con muchísima decoración; no hay un solo rincón que no esté pintado. Toda esta sala ha sido analizada exhaustivamente y ha presentado numerosos descubrimientos, novedades tanto técnicas como estilísticas. Así que, de alguna manera, al ser una sala tan importante para la historia del Renacimiento, hemos reescrito la historia, la historia del arte», aseguró a EFE Jatta.
La responsable de los Museos Vaticanos destaca que con este descubrimiento y el de la técnica realizada se puede asegurar que Rafael «estaba realmente por delante de los demás».
«Vivió aquí en Roma, trabajó para dos grandes pontífices y creó el proyecto iconográfico de esta importante sala. En esta estancia de Constantino existe esa transición entre la Roma pagana y la Roma cristiana. Así que quizás la sala políticamente más importante, la más fuerte», destacó Jatta.
«Luego dejó esta tierra después tres días de fiebre alta con un virus que nos lo arrebató a todos, especialmente a la corte de León X en ese momento, dejando a todos desconcertados. Así que este es el último legado de Rafael, sin duda», explicó la directora vaticana.
Fabio Piacentini, director de la restauración, señaló que «la técnica del óleo sobre la pared es muy inusual y si Rafael hubiera podido pintar todas estas paredes, de unos 400 metros cuadrados, habríamos tenido una obra aún más hermosa. Además, en la bóveda, que se construyó y se pintó unos 60 años después, hubo algunas hermosas sorpresas, como la gran alfombra central, un verdadero ejemplo de pintura ilusionista».
Mientras que Fabio Morresi jefe del Gabinete de Investigación Científica de los Museos Vaticanos, explicó que lo más emocionante de la restauración fue ver «cómo los artistas, en este caso el taller de Rafael, pero también el propio Rafael en las dos figuras, lograron transformar la materia, la química, en algo tan maravilloso y sensacional».
Cristina Cabrejas