Madrid, 20 jun (EFE).- El Teatro Real clausura la temporada con ‘La traviata’, de Verdi, con la dirección de Willy Decker, un objetivo que el coliseo anhelaba desde 2020 cuando la pandemia obligó a cancelar y sustituir esta ópera por una versión semi-escenificada y reducida para ajustarse a la normativa de ese momento.
Del 24 de junio al 23 de julio, 18 funciones vendrán a resarcir el tiempo de espera de esta producción de la Ópera Nacional holandesa que se estrenó en 2005 en el Festival de Salzburgo y que sigue siendo, 20 años después, una de las más aclamadas por la poderosa dramaturgia y la escenografía conceptual de Wolfgang Gussmann donde la cuenta atrás hacia el destino final de Violeta se representa con un enorme reloj.
Un reloj que se mueve a su antojo, detiene el tiempo, va hacia adelante y hacia atrás en un juego angustioso por determinar en qué momento vital se hallan los personajes.
«El amor y la muerte siempre están conectados. Saber que se muere, que su tiempo termina, le imprime a Violeta fuerza para vivir con pasión» sus días con Alfredo, ha reseñado durante su presentación el director alemán Willy Decker.
Sabe cuál es su final, incide, pero no quiere verlo. «Baila, bebe, ríe, pero sabe en lo más profundo de su alma que el reloj hace tic, tac, tac, hacia el final», apunta, por eso este símbolo del tiempo está tan presente en escena.
Basada en la novela ‘La dama de las camelias’, de Alejandro Dumas y con libreto de Libreto de Francesco Maria Piave, se estrenó en La Fenice de Venecia en 1853. La vida idílica de Violeta y Alfredo se ve interrumpida por la visita del padre de él Germont.
Un personaje muy inteligente que recurre a la compasión de Violeta, para que por el bien de la familia abandone a Alfredo.
«Una idea con la que parece imponerse la moral burguesa, pero que en realidad demuestra que es Violeta la que ofrece su amor a cambio de nada frente al materialismo de los demás», explica Decker.
La soprano norteamericana Nadine Sierra, apenas ha podido contener la emoción, al comparar el personaje con su evolución como persona.
«No soy la misma, analizo a Violeta desde la madurez, desde una perspectiva femenina. Las óperas son muy melodramáticas, pero si te fijas transmiten sentimientos comunes para todos», ha señalado la cantante que busca que cada pieza sea «creíble y mágica», que pueda transformar a la gente.
El cantante vasco Xavier Anduaga ha reseñado que Alfredo «siempre ha sido un papel muy ingrato pero Willy consigue que no sea así. Lo he interpretado varias veces y esta es la primera que me lo creo».
Para a continuación alabar el trabajo de su compañera «siento que crezco cada vez que trabajamos juntos».
Decker detalla que ‘La traviata’ le atrapó desde la primera vez que la vio. «Sentí una enorme compasión por Violeta», una pieza en la que el círculo de la historia le ha servido para crear un círculo escenográfico donde el punto central de atención es Violeta, su protagonista, para que el público compartiera sus sentimientos en su largo proceso hasta la muerte.
«Verdi crea ese círculo con la propia partitura, que comienza y termina igual», remarca sobre una obra que califica como la más íntima de Verdi, ligada a la situación personal que vivía en ese momento.
El húngaro Henrik Nánási -Francesc Prat dirigirá las funciones del 1 y 10 de julio–, dirige a tres repartos excelentes encabezados por la soprano Nadine Sierra (Violetta Valery) -que también interpreta Adela Zaharia- y el tenor Xabier Anduaga (Alfredo) -además de Iván Ayón Rivas y Juan Diego Flórez- y los barítonos Luca Salsi, Artur Ruciński y Gëzim Myshketa (Giorgio Germont).
«Es un honor y un placer dirigir mi primera ópera en este teatro», ha dicho Nánási, gran conocedor de la obra de Verdi, cuyo mayor reto -admite- es cerrar la partitura y ponerse frente a ella como si no lo hubiera hecho nunca antes.
«Todos evolucionamos y no la vivo igual ahora que antes porque soy una persona diferente», explica.