Viena, 19 sep (EFE).- Manizha Bakhtari es la última mujer que todavía representa a Afganistán como embajadora en los foros internacionales y, desde Viena, denuncia que los talibanes han impuesto un «apartheid de género» para borrar a las afganas de la vida pública del país.
Desde la caída de Kabul en agosto de 2021, Bakhtari se encuentra en una situación inédita: representa a un Estado cuyo gobierno ya no existe mientras que las nuevas autoridades carecen de reconocimiento internacional, con la única excepción de Rusia.
Sin embargo, la diplomática asegura que permanece en su puesto porque, más allá de carecer de autoridades a las que responder -ella no reconoce la legitimidad de los talibanes-, sigue representando al pueblo afgano.
«Mi equipo y yo decidimos quedarnos para seguir representando al pueblo de Afganistán», explica en una entrevista con EFE la diplomática, acreditada ante las autoridades austríacas y las Naciones Unidas en Viena.
«Sé que no tengo un gobierno y quizá no encuentren una definición para esta situación en términos legales, pero eso es lo que está ocurriendo ahora. Y ya han pasado cuatro años desde el colapso. Todavía estoy aquí representando al pueblo de Afganistán y mis credenciales siguen siendo válidas», afirma.
Contra el olvido de las mujeres

Bakhtari aprovecha su posición diplomática, en particular en la ONU, para pedir a la comunidad internacional que no olvide el destino de la población afgana y, sobre todo, de las cerca de 20 millones de mujeres del país centroasiático.
La embajadora, de 53 años y madre de cuatro hijos, rechaza la narrativa de que Afganistán vive ahora en calma y en paz bajo el régimen de los talibanes. «La paz no es la ausencia de la guerra sino la presencia de justicia», expone, algo inexistente en su país.
«Durante casi 20 años todos nuestros aliados internacionales definieron a los talibanes como terroristas. Así que, simplemente cambiando un acuerdo político, no se les puede cambiar de nombre ni ocultar su verdadera naturaleza. Ellos son lo que son», destaca.
Además, critica que algunos países hayan legitimado a los talibanes con «conversaciones de paz» y difundieran la idea de que el grupo era ahora distinto, dispuesto a un gobierno inclusivo con mujeres y minorías.
Para la diplomática ese «blanqueamiento» fue irresponsable, ignoró el destino que tendría la población femenina porque estaba claro que esas promesas de inclusión eran una mentira.
Sin nombrar a Estados Unidos, la diplomática alude así a los denominados «Acuerdos de Doha’ de febrero de 2020, durante el primer mandato del actual presidente Donald Trump, que establecían la retirada estadounidense de Afganistán a cambio de ciertas medidas de los talibanes, que nunca cumplieron.
«Apartheid de género»
En cuanto a la situación de las mujeres en Afganistán, Bakhtari destaca que el término «apartheid de género» refleja con precisión la situación de las afganas, víctimas de una política institucionalizada de exclusión como la vivida por la población negra durante décadas en Sudáfrica.
«Originalmente (el apartheid) se basaba en la raza: un sistema institucionalizado de segregación, sometimiento y discriminación. Y eso mismo está ocurriendo en Afganistán si se reemplaza raza por género», sostiene.
«Las niñas no pueden ir a la escuela más allá del sexto grado. Las jóvenes no pueden asistir a universidades ni a instituciones de educación superior. Al menos el 85 % de las mujeres no pueden trabajar en ningún empleo. Solo un muy pequeño número puede hacerlo en los sectores de seguridad, salud y educación», detalla Bakhtari.
Subraya el carácter sistemático y deliberado de la exclusión de las mujeres: «Creo que ‘discriminación’ es una palabra muy ingenua para describir lo que pasa, es mucho peor».
«Si una mujer no viste ‘adecuadamente’, sonríe o tiene un teléfono móvil, la castigan. Aunque haya momentos en que las chicas puedan hacerse un ‘selfie’ o reír, eso no cambia el hecho de que existe un sistema institucionalizado cuyo objetivo es borrar a las mujeres y despojarlas de sus derechos. No se trata de casos aislados, sino de un sistema diseñado deliberadamente para excluirlas», destaca.
Bakhtari promueve un programa clandestino de educación para jóvenes llamado «Dukhtaran», que funciona como mentorías en internet a menores de entre 7 y 18 años de familias de bajos ingresos.
Ella misma es mentora de tres chicas, a las que apoya desde la distancia para que sigan formándose, y su programa, que carece de ayudas de ningún tipo, apoya en la actualidad a un centenar de jóvenes gracias a una red de apoyo, y sigue expandiéndose.
Bakhtari pide a las mujeres que viven en Afganistán que no pierdan la esperanza: «Nada es para siempre y la educación es muy importante. Sigan estudiando, sigan leyendo. Las mujeres que estamos fuera somos vuestra voz, luchamos por vosotras y no os olvidamos».
Luis Lidón