Berlín, 13 jul (EFE).- Los diputados del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) tendrán todas las vacaciones parlamentarias para estudiar su nuevo «código de comportamiento», un documento enmarcado en los últimos esfuerzos de esta formación por cambiar su tono, también en el Parlamento.
AfD, segunda fuerza del país y principal partido de la oposición, aprobó un «código de comportamiento» en la última reunión estratégica del grupo parlamentario de la formación, en la que también aprobó un «Documento de posición política» destinado a orientar sus objetivos para los próximos meses.
Stephan Brandner, secretario parlamentario de AfD, dijo a EFE que los 152 diputados del partido ahora «tienen dos meses para aprendérselo de memoria».
Según Brandner, el «código de comportamiento» es un documento que resume las leyes que regulan la actividad de los parlamentarios y que, en sí, es un texto «nada espectacular».
Sin embargo, según ha trascendido, también se pide en ése texto un esfuerzo «por presentar un frente unido y cohesionado para garantizar la eficacia y credibilidad».
Además, Timo Chrupalla, copresidente del partido y del grupo parlamentario de AfD, ya había avisado de que el tono que usaban sus diputados no siempre se ajustaba a los que acostumbran los estándares formales de la Cámara Baja del Parlamento o ‘Bundestag’.
«Uno debe diferenciar entre discursos en el ‘Bundestag’ y, por ejemplo, un discurso en una manifestación», había señalado Chrupalla meses antes de que viera la luz el nuevo «código de comportamiento».
El partido más llamado al orden
«Yo no veo que tengamos que cambiar algo que hayamos hecho en el pasado», apuntó Brandner, que reconoció que escribir un código de comportamiento «no es algo que pueda hacer daño».
En la actividad parlamentaria, la bancada de AfD suele llevarse, por regla general, más llamadas al orden que el resto.
Según los servicios del ‘Bundestag’, en la pasada legislatura, del total de 135 llamadas al orden que se pronunciaron, la mayoría se dirigieron a diputados de AfD.
Brandner, secretario parlamentario de AfD, con veinte de estas reprimendas, lideró la clasificación, seguido de cerca por la también destacada figura del partido Beatrix von Storch (19) y de Martin Reichardt (7).
«Muchas de las llamadas al orden que recibimos no tienen justificación, y se emiten por miembros de la presidencia que pertenecen a los miembros de otras fracciones. Nosotros vemos las llamadas al orden como medidas dirigidas contra nosotros», explicó Brandner.
Trucos semánticos de AfD
Hajo Funke, profesor de la Universidad Libre de Berlín, explicó que el nuevo código de comportamiento AfD es parte de un «show» montado a base de «trucos semánticos destinados a retirar presión sobre el partido».
Alude Funke a que AfD se encuentra presionado pues lucha en los tribunales por evitar que se oficialice la consideración del partido como «caso seguro de extremismo de derechas» de la Oficina para la Protección de la Constitución (BfV, por sus siglas alemanas), los servicios de inteligencia del Ministerio del Interior.
AfD trata de impugnar en el Tribunal Administrativo de Colonia, en el oeste alemán, esa etiqueta que le puso al partido a nivel nacional la BfV el pasado mes de mayo.
En varios estados federados del país, a las secciones de AfD se las considera «caso seguro de extremismo» de derechas.
Un partido bajo presión
Para Funke, el mayor temor que hay en AfD es que precisamente desde el Parlamento se lance una iniciativa para prohibir el partido, una eventualidad para la cual ya se prepara el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), formación que integra la coalición gubernamental que lidera el canciller Friedrich Merz.
«El SPD y varios estados federados quieren la prohibición y el año próximo podría tener lugar una iniciativa par la prohibición en el Tribunal Constitucional, todo esto pone presión al partido», pero AfD «no se ha movido un milímetro en su estrategia».
Tanto es así que Brandner dijo que AfD, aunque entre sus prioridades acordadas «Documento de posición política» ha dejado de figurar la palabra «remigración» para aludir a las deportaciones masivas, «nada ha cambiado».
«No es porque una palabra deje de utilizarse siempre que pase a no utilizarse nunca», concluyó.
Salvador Martínez Mas