La visita de The Beatles que hace 60 años empezó ‘La Transición psicológica’ en España

Imagen de archivo (25/04/2025) Vista de una de las fotografías que forman parte de la la exposición 'Tu memoria colectiva'. La llegada de Los Beatles al aeropuerto de Barajas.
EFE/David Fernández

Javier Herrero.

Madrid, 1 jul (EFE).- La primera y única visita de The Beatles a España hace 60 años se resolvió como un «fracaso» según la prensa de la época, bajo un régimen que se empeñó en amortiguar su posible impacto, aunque no faltan voces para quienes aquel hito histórico inició La Transición de miles de jóvenes «a nivel psicológico».

«Fue un concierto para la anécdota pero que el tiempo ha reivindicado», apuntaba al respecto Miguel Ríos, uno de los más ilustres asistentes al primero de los dos conciertos que ‘The Fab Four’ ofrecieron en el país, el de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid un 2 de julio de 1965, al que siguió otro al día siguiente en la Monumental de Barcelona.

Así consta en el documental ‘Que vienen los Beatles’, con material de la visita filmado por los directores Pedro Costa y Francisco Beltriú como parte de un encargo del NO-DO, el informativo que se proyectaba en las salas de cine antes de las películas. Las imágenes al final terminaron siendo prohibidas y se mantuvieron inéditas hasta su exhibición por RTVE 30 años después.

«Hubo un contubernio para evitar que España tuviera una reacción similar a la de otros países (…). Había que frenarlo y periodistas se dedicaron a poner en duda la calidad y oportunidad de los Beatles, hasta su peinado, eran como unos pequeños gamberros que no tenían nada interesante», declaraba allí el periodista Carlos Tena, una premisa que defiende este reportaje disponible en RTVE Play.

En aquel 1965 se estaba haciendo visible la mejora de la situación económica de España, en parte por el fenómeno del turismo, en parte por la entrada de dinero gracias a los trabajadores que emigraron.

En paralelo, comenzaba a desarrollarse una fuerte conciencia política, sobre todo en el ámbito universitario, con concentraciones cada vez más numerosas, una de ellas solo cuatro meses antes, y aquellos jóvenes deseosos de cambios encontraron en The Beatles un refugio de optimismo y liberación no solo musical.

Conseguir que visitaran España ya fue contra todo pronóstico, pues no estaba contemplado en su gira por el sur de Europa. Mientras en países como EE.UU. o Reino Unido sus grabaciones superaban el millón de copias, aquí no pasaba de las 4.000 (en gran medida por el exiguo número de tocadiscos en el país).

José Luis Álvarez, de la revista Fonorama, se encargó de convencer a su famoso representante, Brian Epstein, de que si recalaban aquí tendrían un gran éxito. Por otro lado, se comenta que si el régimen franquista accedió a la visita de aquellos ‘melenudos’ que hacían saltar los principios que había predicado durante más de un cuarto de siglo fue porque la reina Isabel II acababa de condecorarlos.

Con todo, se puso mucho énfasis en mostrar que España no sucumbía a ellos como otros lugares, por ejemplo a su llegada al aeropuerto de Barajas la policía les llevó por un recorrido alternativo evitando a los seguidores desolados que en muchos casos habían tenido que caminar hasta allí.

Según relató a EFE, Álvarez tenía contactados 50 autobuses para llevar a fans, pero desde Gobernación le pidieron que no lo hiciera pues «temían un atentado de un movimiento aparentemente anarquista que quería vincular lo de los Beatles con una cosa política».

A la rueda de prensa organizada después en su hotel en Madrid, el Fénix, solo pudieron asistir periodistas con el carné que facilitaba el régimen, «unos 20 fotógrafos y unos 20 redactores» que realizaron preguntas en tono agresivo o burlesco, del tipo «¿Por qué lleváis esos pelos?».

Sí se aprovechó el momento para hacer una contrapromoción del vino de jerez, frente al ‘sherry’, tal como se había popularizado en Reino Unido. Durante el acto, cada uno de los Beatles firmó una bota, pero a su término quedaron arrumbadas y perdidas en un almacén. Ya en los 80 se encontraron dos, las de McCartney y Starr.

A la hora del concierto la tensión era máxima en el entorno de la plaza, en una España en la que los jóvenes y la gente en general encontraba muchas dificultades para reunirse, aún más para saltar y divertirse en multitud.

El grupo tocó doce canciones ante muchas localidades vacías y un sonido raquítico para lo que se estilaba entonces. El precio de la entrada no ayudaba. Costaba 75 pesetas la más barata, cuando el salario mínimo era de 60, y eso hizo que hubiese más gente fuera que dentro de la plaza, como recordaría el propio McCartney años después: «Los fans reales estaban fuera, los de dentro era gente rica, así que no lo disfrutamos mucho».

El franquismo, que resumió la presencia de los Beatles en el noticiero semanal en dos minutos, ya tenía su relato armado, aunque lo cierto es que en Barcelona, donde los controles eran más laxos, la plaza sí se llenó con 18.000 personas, pero no fueron las imágenes que se difundieron.