Roma, 24 mar (EFE).- La selección italiana exhibió este domingo ante Alemania, en la vuelta de cuartos de final de Liga de Naciones, las dos caras más antagónicas de un combinado que necesita todavía mucha mejora para competir al máximo nivel: pasó del ridículo en el segundo gol a una reacción tremenda, pero tardía.
El vídeo del gol de Musiala, el 2-0 a favor de Alemania, dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos. Empujó a puerta vacía un centro en un saque de esquina porque nadie estuvo pendiente en el área. El meta Gianluigi Donnarumma se fue a protestar y el resto se quedó pululando en el área sin estar pendiente de nada.
Fue el culmen de una primera mitad desastrosa. En el banquillo, Luciano Spalletti buscaba una explicación que nunca encontró. Y los suplentes miraron atónitos la repetición en dispositivos electrónicos del cuerpo técnico. El 3-0 auguró otro ridículo de dimensiones gigantes para esta selección que no ha jugado los dos últimos mundiales y que cayó en octavos de la Eurocopa 2024 ante Suiza.
La realidad es que Italia tiene materia prima para competir contra casi todos. Al menos eso. Competir. El 3-0 dejó una imagen de selección acabada cuando acaba de empezar a construir algo sólido, con jugadores como Barella, Bastoni, Tonali, Donnarumma o Di Lorenzo en el once.
El gran problema de Italia es el balón parado. Antes del partido de vuelta ante Alemania, de los últimos 8 goles encajados, 7 fueron en acciones a balón parado y el restante en un centro lateral. Ante los germanos, en la ida, dos goles de cabeza condenaron la ventaja obtenida en el inicio con el gol de Sandro Tonali.
“Todos saben que encajamos goles por el juego aéreo, pero no puede convertirse en una psicosis para nosotros”, comentó Luciano Spalletti, seleccionador italiano, al término del choque de ida.
En la vuelta, el panorama no fue mucho mejor. Un gol de penalti, un gol en un saque de esquina a puerta vacía y un gol de cabeza. Es el claro déficit de la ‘Azzurra’.
Sin embargo, el descanso y el claro condicionante de no tener nada que perder, dejaron una imagen mucho más positiva del equipo de Luciano Spalletti, que rozó la épica en un segundo tiempo reactivo, pero amargo, porque dejó entrever aquello que pudo haber sido en esta eliminatoria y que no mostró hasta que se vio contra las cuerdas.
Combinó con sentido, con calidad. Se creció ante la adversidad y, con el doblete de Moise Kean, recortó distancias. Fueron los mejores momentos de la ‘Nazionale’, que a falta de 20 minutos se vio con un penalti a favor que amplió sus esperanzas. El VAR acabó con todo.
Siguió remando, pero ya con menos fuerza. Encontró un penalti en el último suspiro para poner el empate a 3, pero no consiguió llevar el partido a la prórroga.
Italia rozó la gesta, pero tiró la eliminatoria en una primera parte sonrojante. Mostró sus dos caras. Tiene mucho trabajo Spalletti para construir un equipo sólido. Volver a jugar el Mundial es el principal objetivo de este proyecto.
Tomás Frutos