Carlos Bazarra

València, 19 mar (EFE).- Las 385 fallas infantiles repartidas por València se han rendido en este frío y húmedo miércoles al calor del fuego y a la emoción de las lágrimas de niñas y niños por ver arder sus ‘ninots’, evocadores de juegos, aficiones y fantasías y, varios de ellos, en homenaje solidario tras la dana a voluntarios y familias.
Las fallas infantiles, esa versión reducida en tamaño pero en ocasiones con más carga sentimental, imaginativa y sensorial que algunas de las grandes, han comenzado a reducirse a cenizas a las ocho de la tarde en un ritual festivo, la Cremà, que cada año deja rostros llorosos entre su público menudo al decir adiós a un año de juegos e ilusiones pero que también da paso a otro ciclo artístico que traerá nuevos monumentos, actos falleros y vacaciones escolares.
Ya sin lluvia, a las 20:30 horas ha sido el turno de la falla infantil ganadora de la sección especial, la de Convento Jerusalén, la comisión dominante en 2025 pues la grande (‘Or’) también ha sido elegida por la Junta Central Fallera como la mejor de todas y se ha alzado con el ‘ninot indultat’ grande por votación popular, su pareja de ancianos celebrando sus bodas de oro en una pastelería que alude a Paiporta, uno de los pueblos más afectados por la dana.
Esa falla infantil, que llevaba por lema ‘Ensenyant aprendràs’ (‘Enseñando aprenderás’), realizada por el artista Iván Tortajada, tenía una base de 3 metros de diámetro y una altura de 3 metros, costó 55.000 euros -el más alto de la categoría junto al de la falla Espartero-Gran Vía Ramón y Cajal- en ella, unos ninots alegres y sabios daban una doble lección: enseñar y aprender.
A las nueve de la noche llegaba el turno de la falla infantil municipal, fuera de concurso y que siempre es una de las más visitadas de las Fallas por su enclave privilegiado -en plena plaza del Ayuntamiento-, con el lema ‘Anem de Cap’ (Vamos de cabeza) y obra del artista fallero José Gallego.
El monumento, de 40 ninots, presentaba un colorido conjunto de imágenes que jugaban con la polisemia del término valenciano ‘cap’ (cabeza) y donde cabían desde Caperucita Roja y el Cap de la Nao (Cabo de la Nao) de Jávea, hasta expresiones idiomáticas de este golpe de voz como ‘tirar-se de cap’ (tirarse de cabeza), ‘tindre el cap ple de pardals’ (tener la cabeza llena de pájaros) o ‘no te ni peus ni cap’ (no tiene ni pies ni cabeza).
Las sonrisas emocionadas de la fallera mayor infantil, Lucía García, al ver arder ‘su’ falla acompañada por su corte de honor y la alcaldesa, María José Catalá, han acompasado el especialmente lento avance de las llamas, que en esta Cremà se están viendo ralentizadas por la humedad que han ido cogiendo las fallas tras la lluvia caída.
Otras fallas que han sucumbido al fuego purificador que anuncia la -este año especialmente ansiada- primavera han sido las que representaban, por ejemplo, todo lo que puede viajar por el aire y el espacio (Almirante Cadarso-Conde Altea), aquello que puebla el mundo de Re de las amigas Rebeca y Reneta (Exposición-Micer Mascó), las variantes del famoso ‘que no te pillen’ (Císcar-Burriana) o la celebración del amor en València (Plaza Reina-Paz-San Vicente).