Redacción Ciencia, 9 jul (EFE).- En las últimas décadas, el calentamiento de los océanos y la rápida pérdida del hielo marino han cambiado drásticamente el entorno marino del Ártico. Estas nuevas condiciones están favoreciendo la floración de algas nocivas que producen toxinas que pueden tener efectos perjudiciales para los ecosistemas y los seres humanos.
Hoy un estudio liderado por el NOAA Fisheries de Seattle (Estados Unidos) ha descubierto la relación directa entre el aumento de las toxinas de las algas que entran en la cadena alimentaria y el aumento de la temperatura de los océanos.
El estudio, publicado en un artículo en la revista Nature y basado en la compilación de datos del Ártico recogidos durante los últimos veinte años, puede ayudar a comprender cómo el calentamiento de los océanos aumenta las concentraciones de toxinas de las algas amenazando la seguridad alimentaria de las comunidades nativas de Alaska que han dependido de los recursos marinos durante los últimos 5.000 años.
Y es que aunque prevé que en el futuro el calentamiento de los océanos y la pérdida de hielo marino favorezcan la proliferación de algas tóxicas, todavía se sabe poco sobre cómo pueden estar afectando estas toxinas al Ártico.
El estudio, liderado por Kathi Lefebvre, del NOAA Fisheries, radica en las toxinas encontradas en las muestras intestinales de 205 ballenas boreales del mar de Beaufort, recogidas a lo largo de 19 años para cuantificar de manera detallada la evolución de esas toxinas en ese periodo de tiempo.
El equipo descubrió que las concentraciones de toxinas de algas estaban fuertemente correlacionadas con los cambios de temperatura del océano, así como con la superficie de agua abierta (la cantidad de agua libre de hielo), la velocidad del viento y la presión atmosférica.
Los niveles más altos de toxinas se asociaron con un mayor calentamiento del océano y una reducción de la extensión del hielo marino.
Este hallazgo sugiere que están entrando más toxinas en la cadena alimentaria, lo que afecta a los animales marinos y, potencialmente, a los seres humanos que dependen de los recursos marinos para su alimentación, concluyen los autores.
A la vista de estos datos, los autores del estudio recomiendan hacer un seguimiento continuo de la exposición de los animales marinos a las floraciones de algas tóxicas nocivas para proteger a las comunidades árticas que dependen de estos recursos para su alimentación.