Las Meninas de Canido, vuelta a los orígenes del arte urbano en Ferrol

Al cierre del Verano, el certamen de Arte urbano de las Meninas de Canido regresa a sus orígenes vinculados con el grafiti y la reivindicación social, para reunir a miles de personas durante el fin de semana en el barrio alto de la ciudad de Ferrol. EFE/Kiko Delgado

Raúl Salgado

Al cierre del Verano, el certamen de Arte urbano de las Meninas de Canido regresa a sus orígenes vinculados con el grafiti y la reivindicación social, para reunir a miles de personas durante el fin de semana en el barrio alto de la ciudad de Ferrol. EFE/Kiko Delgado

Ferrol, 6 sep (EFE).- «Ven a vivir al barrio de Las Meninas», reza un cartel en una de las entradas a Canido, «el barrio de moda de Ferrol», añade la misma cartelería, que descansa a los pies de una de tantas fachadas engalanadas con los grandes murales que han dado brillo y han impulsado el orgullo de la barriada alta de la ciudad naval.

Al cierre del Verano, el certamen de Arte urbano de las Meninas de Canido regresa a sus orígenes vinculados con el grafiti y la reivindicación social, para reunir a miles de personas durante el fin de semana en el barrio alto de la ciudad de Ferrol. EFE/Kiko Delgado

El arte urbano es el hilo conductor de un certamen, promovido por el artista Eduardo Hermida, que ha situado en el mapa cultural e incluso turístico a una zona en la que el auge inmobiliario demuestra cómo una propuesta vinculada al arte puede dinamizar económicamente y agitar conciencias en un entorno antes en declive.

El trabajador de la farmacia de la calle Alegre luce una camiseta del festival y en la Artesa, uno de los establecimientos que han renovado su hostelería, se respira un ambiente tranquilo a la espera de que los conciertos del mediodía propicien un cambio de ritmo.

Aunque parezca mentira, sigue habiendo paredes y espacios a pie de calle susceptibles de mutar en lienzos, como el muro que circunda el chalé de Canido, un inmueble diseñado hace un siglo por el arquitecto Rodolfo Ucha y que será en breve un hotel con encanto.

Algunos de los invitados a Las Meninas de Canido podrían pasar desapercibidos entre el gran público, pero otros, caso de Sfhir, nombre artístico de Hugo Lomas, ya son habituales y reconocidos por los asistentes en la edición número diecisiete del evento.

El costado de un inmueble alberga su última creación, en la que un Velázquez volador se posa sobre la mano de una Menina atónita, llamativo a la vista de cualquiera por estar a un nivel superior a la vivienda contigua, uno de los ejemplos de los que aquí se conocen como ‘ranchitos’, pequeñas casas de planta baja con huerta en su trasera.

Las callejuelas de ascenso al barrio alto desde el casco histórico de A Magdalena también acogen ejemplos de fanáticos del pincel, que reinterpretan la obra maestra del Siglo de Oro que da nombre al certamen de maneras bien peculiares.

Perros, teléfonos móviles o referencias a la cultura de Ferrol, como los cofrades de su Semana Santa, se dan la mano en espacios recuperados y en otros que piden un freno a su degradación y en los que la vegetación, a veces bellas flores de vivos colores, campa a sus anchas.

Ante el Baluarte de Canido, en uno de esos rincones casi escondidos, pero con amplia zona verde, se agolpan los más curiosos y aparece alguna de las Meninas más relacionadas con el arranque del festival a finales de la primera década del siglo, cuando el grafiti como elemento de reivindicación sirvió de estreno a esta propuesta que ya es global.