Bilbao, 3 sep (EFE).- La undécima etapa de la Vuelta que se debía disputar con normalidad con salida y meta en Bilbao, terminó de manera brusca y de forma atípica, ya que «por motivos de seguridad» la organización decidió marcar los tiempos a 3 km de la Gran Vía, repleta de manifestantes propalestinos, y no designar ganador de etapa.

«Por motivos de seguridad, los tiempos de la clasificación general se tomarán a 3 kilómetros de la línea de meta. No habrá ganador de etapa. Habrá puntos de la montaña y los conseguidos en el esprint intermedio, pero no de la clasificación por puntos», señaló en plena carrera un comunicado de la organización.

Lo que mal comenzó, peor concluyó. El ambiente en contra de la participación del Israel en la Vuelta por la intervención militar de ese país en Gaza está siendo protagonista en la Vuelta. En la crono por equipos de Figueres fue interrumpida la marcha del equipo en pleno esfuerzo. El pasado martes en Lumbier un grupo de activistas estuvo a punto de provocar alguna caída.

El debate estaba cobrando fuerza a medida que pasaban las etapas. En la salida de Bilbao los comisarios reunieron a los equipos para tratar temas de seguridad, pero la etapa salió. En la neutralizada hubo otro parón ante la presencia de un grupo que se dirigió verbalmente a los corredores.
Ambiente de cierto «miedo», según algunos corredores, de incertidumbre y de descontrol según avanzaba la etapa. El ambiente en los pasos por El Vivero y Pike era como siempre festivo y ejemplar, como suele ser habitual en el País Vasco. Pero las noticias que llegaban desde la línea de meta eran diferentes.
La meta se convirtió en escenario de una manifestación que hacía imposible el paso de los corredores. La decisión, pensando en la seguridad de los corredores, no se hizo esperar. Se mutiló una etapa que marchaba emocionante con el duelo entre el danés Jonas Vingegaard y el británico Tom Pidcock.
Salida movida, desenlace penoso
Se vivió con pasión el inicio de la «clásica de Bilbao» junto al Campo de San Mamés. La afición, que vivió el comienzo del Tour en 2023, volvió a responder para despedir al pelotón de la Vuelta en una jornada que, tras escalar 7 cotas, volvía al centro del «botxo» para la llegada. En el podio de equipos, Vingegaard, maillot rojo, recibió de regalo una camiseta del Athletic con un par de tallas más.
Merodeando el ambiente, banderas palestinas y algún temor a incidentes relacionados con el equipo Israel Premier Tech. Los equipos se reunieron con los comisarios y la organización para disipar dudas respecto a la seguridad de los corredores.
Luego, tras otro breve parón en la neutralizada por las ya habituales protestas propalestinas, el grupo se lanzó dispuesto a subir y bajar cotas hasta su regreso a Bilbao. Tras múltiples intentos se destacaron Marc Soler, Mads Pedersen y Orluis Aular. Un rodador de lujo y dos esprinteres.
La etapa había adquirido interés con la fuga de Landa en el primer ascenso al Alto del Vivero (4,3 km al 7,9). Fue un espejismo, ya que fue atrapado por el colombiano Santiago Buitrago.
En el último ascenso, al Alto de Pike la carrera había cobrado interés con el duelo en cabeza entre Vingegaard y Pidcock. Entonces llegó la peor noticia posible. Se acabó la fiesta. La protesta social por la presencia del Israel Premier Tech y en contra de la intervención en Gaza ganó la partida a la Vuelta.
¿Qué pasará ahora?. Seguirá el equipo israelí en la Vuelta?. La organización de la ronda deberá de tomar una decisión contundente si quiere evitar males mayores. Algunos corredores, como Pablo Castrillo, admitieron haber pasado «miedo». Momento de actuar.
Este jueves la duodécima etapa llevará al pelotón de Laredo a Los Corrales de Buelna a través de 144,9 km. Tras la etapa interrumpida en Bilbao, la general sigue con el danés Jonas Vingagaard al frente, seguido por el portugués Joao Almeida a 52 segundos y por el británico Tom Pidcock a 56.
Carlos de Torres