Montecarlo (Mónaco), 8 jul (EFE).- Buena parte de las obras maestras de la colección permanente del Centro Pompidou, que ya han sido evacuadas del museo parisino ante su cierre total por reformas a partir del 22 septiembre, pasarán este verano junto al Mediterráneo en Mónaco, desplegadas en una atípica muestra que las clasifica por colores.
Bautizada precisamente ‘¡Colores! Obras maestras del Centro Pompidou’, la exposición abre este martes sus puertas en el Forum Grimaldi de Montecarlo, hasta el 31 de agosto, y supone, para los responsables del museo de la capital francesa, una oportunidad de romper con los cánones y reglas que normalmente rigen la presentación de su extensa colección de arte contemporáneo.
Todo surge de un «situación histórica» bastante excepcional, apunta a EFE Didier Ottinger, director adjunto del Pompidou y comisario de la muestra de Mónaco, ya que el cierre durante cinco años permite que las obras estén disponibles para viajar en su conjunto y ser presentadas con un «espíritu de invención».
«En el Centro Pompidou, como en todos los buenos museos de arte moderno, las obras están ordenadas cronológicamente por movimientos, una vanguardia tras otra, como las perlas de un collar. Aquí, sin embargo, tenemos la oportunidad de hacer algo completamente distinto y reunir las obras arbitrariamente, por ejemplo, en función de su color», detalla Ottinger.
Colocar así las obras de Basquiat, Picasso, Miró, Matisse, Kandinski y compañía permite no solo repensar las relaciones entre ellas, sino también explorar el efecto que los colores tienen en la percepción humana, algo en lo que los museos suelen profundizar poco o que incluso se considera banal.
De hecho, Ottinger solo pudo encontrar un par de ejemplos como precedentes de esta muestra: una en Lyon (Francia) en 1988 y otra en el MoMA de Nueva York veinte años después.
«El hecho se agrupar las obras por colores privilegia su significado y su simbolismo por encima de su forma. Y eso, por supuesto, devuelve a las obras una libertad. Es como si las liberáramos de las cadenas de la razón y la historiografía en la que han estado un poco domesticadas y, a veces, asfixiadas en los grandes museos de arte moderno», reflexiona Ottinger.
Una rueda de colores

La escenografía y el recorrido, dado el espíritu inventivo de la muestra, tampoco podían orquestarse tradicionalmente con salas y pasillos.
En el inmenso espacio multiusos que ofrece el Forum Grimaldi (unos 2000 metros cuadrados que cada verano se reservan a una exposición temática diferente), las obras están organizadas como un círculo cromático que se recorre en círculos o yendo desde su centro hacia fuera y viceversa.
Pensar esta disposición para la cita de Mónaco fue, de hecho, uno de los catalizadores de la exitosa muestra por el centenario del manifiesto del surrealismo (André Breton) que el Pompidou ofreció en 2024 y que sorprendió especialmente por su construcción en espiral.
En Montecarlo, cada porción del círculo en el que se despliega ¡Colores! está dedicado a un tono diferente, con obras de ejemplo pertenecientes tanto a la colección de arte plástico como de la de diseño y arte decorativo del Pompidou.
Los protagonistas son el azul, ahora el color más aceptado mundialmente, pero antes símbolo de barbarie; el blanco, que puede ser de pureza, pero también de luto en otras culturas; el rojo, que va de la guerra a la pasión; el verde y su evocación del mundo natural; y el rosa de la feminidad, la sensualidad o también de la frivolidad.
Completan el círculo el amarillo, que ha sido el color de la mentira y la traición en Occidente, a la vez que estaba reservado a los emperadores en China, y por último el negro, que niega todos los colores.
El paseo por ese mundo tonal se completa con pequeñas salas en las que se viven experiencias sinestéticas: en ellas el color no entra solo por los ojos, sino también por la nariz -imbuidas con perfumes que hacen pensar en cada tono concreto- y por el oído, con música especialmente compuesta por el chileno afincado en Francia Roque Rivas.
La exposición del Pompidou en Mónaco -que sucede a las que el Forum Grimaldi dedicó a Turner y a Monet en los últimos veranos- forma parte de la constelación de cientos de actividades que el museo ha preparado por todo el mundo mientras duren las reformas de la sede diseñada por Renzo Piano y Richard Rogers.
El objetivo no es solo mantenerlas muy vivas, sino también plantear y ensayar nuevas puestas en escena de cara a la reorganización del museo cuando reabra en 2030 si todo va según lo previsto.
Nerea González
