Kike Serrano Mirones
Santander, 11 ago (EFE).- Las palas es un juego tradicional de Cantabria que crearon en 1928 dos amigos que quisieron jugar al tenis pero descubrieron que con una raqueta completamente de madera, la partida les duraba «mucho tiempo». Tal es así que este divertimento, que ahora llena muchas playas, roza su centenario.
En una entrevista con EFE, Ángel Ortiz Pérez ‘Gelín’, nieto de Mariano Pérez, creador de las palas junto a Ramón Gancedo, cuenta su historia y cómo quiere hacer realidad el sueño de su abuelo: conseguir que este juego sea reconocido como deporte.
Ortiz cuenta que tanto Mariano como Ramón tenían dos raquetas, ya que lo que querían era jugar al tenis, pero, al no tener el dinero suficiente para hacerlo en una pista, se lo llevaron a la playa.
Compraban las pelotas a los recogepelotas de la Real Sociedad de Tenis de La Magdalena, un club al que, por aquella época, solo tenía acceso la nobleza.
Con las pelotas jugaban al tenis, pero como las raquetas eran de madera, las cuerdas se les rompían enseguida por el salitre, porque estaban hechas con los hilos de coser los zapatos, recuerda ‘Gelín’.
A su abuelo se le ocurrió la idea de diseñar una pala de madera para que no estuvieran rompiéndose las cuerdas «cada dos por tres», y llevó el diseño a un carpintero para que lo hiciera.
A partir de ahí comenzaron a hacer lo mismo que hasta la fecha: jugar al tenis en la playa, pero con una raqueta sin cordaje y toda de madera.
Sin embargo, el problema llegó con la pelota, que se estropeaba en la arena mojada.
Ahí, Mariano y Ramón decidieron optar por la arena seca de la playa y así comenzaron a jugar a lo que hoy son las palas.
En sus inicios, a este juego no se jugaba como ahora, en donde se pone la pared detrás para que unos golpeen fuerte y otros paren. Antiguamente todos hacían los dos roles, es decir, había un rato en el que uno pegaba y otro paraba y, cuando se cansaban, se cambiaban.
Con el paso de los años el juego fue evolucionando y al final se ha acabado jugando con el muro de la playa detrás para beneficio del jugador, ya que así la pelota no va lejos.
Los cinco de Ribalaygua
Una vez que Mariano Pérez y Ramón Gancedo aprendieron el juego, se lo comentaron a sus compañeros del centro comercial Ribalaygua (Modesto Barragán, Lucas Alonso y Luis Bolado) a los que enseñaron y nació «Los cinco de Ribalaygua’, la cuadrilla más conocida del mundo de las palas.
Al ver a los cinco amigos, la gente comenzó a interesarse por el juego, se construyó sus propias palas y comenzó a sumarse a «Los cinco de Ribalaygua».
‘Gelín’ reconoce que quizá no fue Santander donde nacieron las palas, porque «parece que se jugaba antes en Egipto», aunque recuerda que también es un juego típico de Brasil, donde es conocido como Frescobol.
Allí se juega en la orilla del mar, aunque el objetivo es el mismo, explica ‘Gelín’, quien habla también de pescadores griegos que practican este juego desde los años 40 y con los que los palistas de Santander tienen una relación de amistad.
Reconocer las palas como deporte
El sueño de su abuelo fue convertir el juego en un deporte reconocido y que llegara a ser olímpico, un objetivo que `Gelín’ esta tratando de lograr, aunque reconoce que para ello hay «mucho tema burocrático».
«Hemos conseguido el primer paso que es que sea reconocido como un juego autóctono, pero ahora estoy intentando hacer su sueño realidad y convertirlo en un deporte competitivo», subraya.
Esto lo quiere conseguir a través de la tecnología, de un radar y un software, que han creado sus amigos griegos para medir la potencia del juego y las veces que se les cae la pelota a los cuatro jugadores de cada equipo.
El software, en función de esos parámetros va dando puntuaciones a y con ello, de manera objetiva, se sabe quién es el ganador.
«El software te parametriza toda la partida, mide la velocidad de la pelota y, dependiendo de la velocidad de la pelota y lo que duran los puntos, te va dando una serie de puntos. Esto al equipo le hace rendir muchísimo más porque, claro, no se te puede caer la bola, porque la partida dura veinte minutos o sesenta caídas de bola», explica.
Es similar a la gimnasia rítmica. Primero sale un equipo, compite, acaba su partido y sale otro, e intenta superarlo en puntos.
«Es una manera objetiva cien por cien, sin la intervención de una persona, de medir las puntuaciones y de sacar un ganador», comenta.
Este año han hablado con la Federación Cántabra de Tenis y les están ayudando con el reglamento para el futuro deporte de las palas, que han llevado ya a la Consejería de Deportes del Gobierno de Cantabria.