Las presas de Trinitat Vella durante el franquismo: a la cárcel por abortar o ser infieles

GRAFCAT5829. BARCELONA, 30/03/2025.- Los historiadores César Lorenzo y Carlota Falgueras, en la imagen junto al director del Memorial Democràtic, Jordi Font Agulló (d), rememoran el testimonio de reclusas encarceladas por abortar, ser infieles o disidentes políticas entre 1963 y 1983, en el primer libro que se publica sobre la antigua prisión de mujeres de la Trinitat Vella, en Barcelona. EFE/Marta Pérez

Jan Téllez Asensio

Barcelona, 30 mar (EFE).- Los historiadores César Lorenzo y Carlota Falgueras rememoran el testimonio de reclusas encarceladas por abortar, ser infieles o disidentes políticas entre 1963 y 1983, en el primer libro que se publica sobre la antigua prisión de mujeres de la Trinitat Vella, en Barcelona.

César Lorenzo Rubio (Barcelona, 1978) y Carlota Falgueras Marsal (Barcelona, 1950), quien en 1969 estuvo encarcelada en Trinitat Vella tras ser detenida en las protestas del 1 de mayo, conversan con EFE sobre su libro ‘Trinitat. La presó de dones ignorada (1963-1983)’ (Memorial Democràtic, 2024).

La obra reconstruye las dos décadas de historia de la primera cárcel para mujeres que se construyó en Cataluña a través de una cuarentena de testimonios, entre reclusas comunes, presas políticas, abogadas y antiguos trabajadores del centro.

El centro penitenciario de la Trinitat Vella, construido en 1963, fue la primera prisión catalana hecha exclusivamente para mujeres después de que en 1955 se cerrara el edificio de mujeres de Les Corts y de que, entre 1955 y 1963, las reclusas estuvieran provisionalmente en una galería pequeña de La Modelo.

En 1983, las mujeres reclusas en la Trinitat Vella fueron trasladadas a la prisión de Wad-Ras en el barrio del Poblenou, y la cárcel se convirtió en un centro para menores de 21 años que actualmente acoge hombres jóvenes en régimen abierto de tercer grado.

Un régimen “represivo” bajo la moral nacionalcatólica

Los historiadores César Lorenzo y Carlota Falgueras rememoran el testimonio de reclusas encarceladas por abortar, ser infieles o disidentes políticas entre 1963 y 1983, en el primer libro que se publica sobre la antigua prisión de mujeres de la Trinitat Vella, en Barcelona. EFE/Marta Pérez

La prisión de mujeres de Trinitat Vella estuvo regentada desde su apertura hasta 1978 por la Cruzada Evangélica, una institución religiosa que imponía la palabra de Dios y una moral católica “muy férrea, propia de los años 40 y 50”, que le hizo “mucho daño” a las reclusas, cuenta el historiador y coautor del libro, César Lorenzo.

En este sentido, Lorenzo añade que la influencia del franquismo era “total” en la moral religiosa de la prisión y, de hecho, la ideología nacionalcatólica pervivió “con más fuerza” en las prisiones de mujeres, donde se las tachaba de pecadoras, que en las de hombres, que podían frenar estas imposiciones al ser mayor el número de reclusos.

Por su parte, el director del Memorial Democràtic, Jordi Font Agulló, subraya que este régimen franquista de la Cruzada Evangélica fue “cruel y despiadado hasta sus últimos días” con una “doble represión” hacia las mujeres, apunta.

“Prefiero que entréis por putas que por políticas”

La mayoría de las más de 8.000 presas que pasaron por la cárcel esos años eran jóvenes estudiantes y trabajadoras obreras que entraron por delitos comunes contra la propiedad o contra la moral, estos últimos perseguidos “por su condición de mujeres”, explica César Lorenzo, que detalla que muchas de ellas eran encarceladas por prostitución, aborto, abandono del hogar o adulterio.

Aproximadamente una de cada diez reclusas era presa política por delitos como asociación ilícita, manifestación o propaganda ilegal. Se las consideraba una amenaza y una presencia agitadora en el centro: “Prefiero que entréis por putas que por políticas”, era una de las frases que solía decir la jefa de la Cruzada Evangélica, según cuenta Lorenzo.

Falgueras, autora del libro y expresa en la Trinitat

La coautora del libro, Carlota Falgueras, fue detenida en las manifestaciones del 1 de mayo de 1969 junto a otras dos estudiantes y, después de un día y medio en el cuartelillo de la Guardia Civil, ingresó en la prisión de Trinitat Vella en condición de presa política: “Algunas mujeres llegaban a la cárcel con signos de tortura y, una vez ahí, había mucha arbitrariedad a la hora de separarnos en celdas de aislamiento”, relata.

Como presa política, Carlota notaba que para las monjas ellas eran “el demonio” porque, a diferencia de las presas comunes que eran más dóciles a la hora de recibir su adoctrinamiento hacia “un catolicismo más retrógrado”, ellas estaban “convencidas de sus valores”, añade.

Entre este trato “rígido, duro y represivo”, las monjas no les dejaban llevar pantalones pese al frío, les imponían una censura en los libros que leían y llevaban a cabo una persecución “total” de la lengua catalana, subraya Carlota.