Las profundas divisiones entre EE.UU. y sus aliados condicionan la Cumbre del G7 en Canadá

Fotografía de archivo del 12 de marzo del 2025 de banderas de los países de los ministros de Exteriores del G7, en Charlevoix (Canadá). EFE/ Julio César Rivas

Toronto (Canadá), 12 jun (EFE).- Medio siglo después de su primera cumbre, los líderes del G7 se reúnen en Kananaskis (Canadá) más divididos que nunca por las diferencias con Washington en conflictos como los de Ucrania y Gaza, la lucha contra el cambio climático y las políticas comerciales de Donald Trump.

La Cumbre del G7 será un test de la distancia que separa a EE.UU. de sus aliados, la primera reunión multilateral de Trump desde que regresó a la Casa Blanca en enero y su tercer viaje al extranjero tras asistir al funeral del papa Francisco en Italia en abril y la gira que realizó en mayo por Oriente Medio.

De hecho, analistas canadienses han señalado en las últimas horas que dudan que la cita culmine con un comunicado conjunto como es habitual en este tipo de reuniones por las profundas diferencias de la mayoría de países con Trump.

El presidente estadounidense viajará el domingo a Kananaskis, en las Montañas Rocosas canadienses, para dos días de reuniones con los líderes del resto de países del G7: Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido.

También se espera que mantenga reuniones bilaterales con otros líderes que Canadá ha invitado a la reunión, entre ellos los presidentes de México, Claudia Sheinbaum; Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; y Ucrania, Volodímir Zelenski.

Un nuevo encuentro de Trump y Zelenski

El jefe de la Oficina Presidencial de Ucrania, Andrí Yermak, confirmó la semana pasada que los dos presidentes se reunirán en Canadá. Tras su conversación en el Vaticano durante el funeral del papa Francisco, éste será el segundo cara a cara que mantendrán desde la bronca televisada en la Casa Blanca.

La invasión rusa de Ucrania sigue siendo uno de los principales desencuentros entre la Administración de Trump con sus aliados europeos y Canadá.

Trump, que prometió durante la campaña presidencial acabar con la guerra «en 24 horas» tan pronto como regresase a la Casa Blanca, en marzo ordenó suspender durante una semana la ayuda militar a Kiev tras su enfrentamiento con Zelenski. Desde entonces, Washington ha reducido su asistencia militar a Ucrania.

Y, a diferencia de la Unión Europea (UE) y Canadá, se resiste a imponer sanciones más duras contra Moscú, por lo que los analistas prevén que los roces aflorarán de nuevo en Kananaskis ya que la UE quiere incrementar las sanciones contra el régimen de Vladímir Putin.

Gaza será otro punto de conflicto en las conversaciones.

La política oficial de los países del G7 es que la solución al conflicto palestino-israelí es la creación de dos Estados. Pero esta semana el embajador de EE.UU. en Israel, Mike Huckabee, declaró que no creía que Washington continuara apoyando esa política.

Y Trump ha presionado a otros países para que no participen en la conferencia internacional, patrocinada por Francia y Arabia Saudí, que se celebra la próxima semana en Nueva York para impulsar la solución de dos Estados.

Además, en los últimos meses, Europa y Canadá han aumentado su presión sobre Israel para que acabe su invasión de la Franja de Gaza, que ya ha causado 55.000 muertes, en su mayoría civiles palestinos.

El martes, Canadá y el Reino Unido, entre otros países, impusieron sanciones a dos ministros ultranacionalistas israelíes por incitar a la violencia a los colonos israelíes, una medida que ha sido condenada por el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio.

China, el único consenso

Si llegar a un acuerdo sobre el conflicto palestino será prácticamente imposible, lo mismo se puede decir de las políticas ambientales y la lucha contra la crisis climática, un área en la que el retroceso de la Administración de Trump con respecto a las políticas de su predecesor Joe Biden ha sido fulgurante.

A estas profundas diferencias entre los socios del G7 se une el conflicto creado por las políticas arancelarias de Trump, que han castigado especialmente a los aliados tradicionales de Washington: Canadá, Europa y México.

Todo el G7 está en estos momentos negociando con EE.UU. para llegar a acuerdos comerciales que eliminen los aranceles, o las amenazas de gravámenes, por lo que parte de las negociaciones en Kananaskis estarán dirigidas a estabilizar el sistema comercial y financiero global tras el caos causado por Trump.

Lo que todos los socios de EE.UU. han asumido es que Trump está empeñado en transformar el comercio mundial por considerar que la actual estructura daña los intereses comerciales de su país y favorece, entre otros, a China.

En este sentido, quizás el principal punto de coincidencia en Kananaskis serán las políticas de contención de China, tanto en el plano económico como en el militar, ya que tanto Europa como Japón y Canadá comparten muchas de las preocupaciones de Washington sobre Pekín.

Julio César Rivas