Las sardinas comen más microplásticos y sufren alteraciones alimentarias

Imagen de archivo de sardinas recién cogidas .EFE/Paco Torrente

Barcelona, 18 mar (EFE).- Un estudio liderado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) evidencia que las sardinas sufren alteraciones en los hábitos alimentarios debido a la contaminación y al cambio climático, lo que hace que coman peor y más microplásticos.

El estudio ha sido liderado por el grupo de investigación Salud de Ecosistemas y Animales Acuáticos (SEAaq) de la UAB pero en el mismo también han colaborado investigadores del Instituto Francés para la Ciencia y Tecnología Oceánicas (Ifremer) y el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS).

La investigación ha sido publicada en la revista Sciencedirect y se engloba en un proyecto sobre el impacto de los microplásticos en las especies de interés pesquero de la costa mediterránea.

Los científicos autores del estudio han probado que la manera como se alimentan las sardinas está cambiando por la reducción del tamaño del plancton, lo que empeora la eficiencia de su alimentación y aumenta las probabilidades de que consuman más fibras de plástico.

Aunque no han identificado efectos negativos directos de esta ingesta, los cambios en el medio podrían influir más de lo que se pensaba en la manera en que los pelágicos interactúan con los contaminantes plásticos.

Las causas del declive que han experimentado las poblaciones salvajes de sardina europea (Sardina pilchardus) en las últimas décadas no están claramente establecidas, pero todo apunta a que están principalmente relacionadas con cambios en las comunidades planctónicas.

 

Alimentarse por filtración

Estos cambios influyen en su comportamiento alimentario y han hecho que pasen de alimentarse capturando partículas grandes a hacerlo por filtración.

Además, el hecho de que ingieran fibras de plástico en su medio señala este tipo de contaminantes como un factor adicional que se debe tener en cuenta para la salud de sus poblaciones.

Para determinar que las sardinas ingieren fibras de plástico presentes en el agua marina han utilizado un sistema experimental que mantiene los peces salvajes en condiciones controladas.

Esto ha permitido analizar el efecto de factores que pueden afectar al consumo de fibras plásticas, como la alimentación y la temperatura, así como su expulsión posterior, y los datos obtenidos han dado pie a inferir algunos de sus posibles efectos negativos.

El estudio indica que las sardinas que se alimentan por filtración ingieren más fibras (de media, 4,95 fibras por individuo) que aquellas que capturan directamente partículas de alimento (0,6), y además, se ha visto que los individuos que se alimentan por filtración presentan una peor condición corporal.

La temperatura del agua, por otro lado, parece no afectar directamente a la cantidad de fibras ingeridas, pero sí al tiempo que tardan en ser expulsadas, ya que a temperaturas más altas las sardinas expulsan las fibras más rápido, en un período de 48 horas.

Sin embargo, el investigador de la UAB que ha liderado el estudio, Oriol Rodríguez, puntualiza que “sería engañoso pensar que un aumento de la temperatura del agua es beneficioso porque acelera la expulsión de las fibras plásticas”.

No es beneficioso, explica, porque “el cambio climático ha provocado transformaciones importantes en los ecosistemas marinos, incluida la reducción del tamaño del plancton en el Mediterráneo”.

Las sardinas, que prefieren alimentarse de presas más grandes por ser más nutritivas, se ven cada vez más obligadas a recurrir a la filtración por la menor disponibilidad de plancton de mayor medida.

Este cambio en su comportamiento alimentario “no solo les proporciona menos energía, sino que también aumenta la probabilidad de ingerir más fibras de plástico presentes en el agua”, advierte.

 

El pescado no es una fuente preocupante de microplásticos

Los investigadores aseguran que el consumo de pescado no representa una fuente preocupante de microplásticos para los seres humanos.

La cantidad de fibras plásticas ingeridas a través de productos como las sardinas frescas, explican, es mínima en comparación con otras vías, como el uso de envases de plástico, las fibras sintéticas de la ropa o el polvo ambiental que puede acabar en los alimentos.

Además, “los microplásticos se concentran en el estómago y los intestinos de los peces, una parte que suele descartarse durante la limpieza y preparación”, señala Oriol Rodríguez.

La investigación ha sido financiada por el proyecto PLASMAR del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades) y la beca de movilidad UAB ESTPIF 2022-29.