Las ventanas rotas de Járkov se convierten en lienzos de resiliencia e identidad ucraniana

En Járkov, una ciudad en el este de Ucrania golpeada por la guerra rusa donde aún permanecen destrozadas más de 220.000 ventanas, el arte urbano está transformando los rastros de la destrucción en símbolos de resistencia, esperanza e identidad nacional. Pinturas, poemas y otras obras de arte adornan múltiples paneles de aglomerado que cubren las ventanas, reflejando las complejas emociones que sienten los residentes de la ciudad, situada a 30 kilómetros de la frontera rusa y que sufre a diario ataques aéreos. EFE/Rostyslav Averchuk

 Rostyslav Averchuk

Járkov (Ucrania), 13 jul (EFE).- En Járkov, una ciudad en el este de Ucrania golpeada por la guerra rusa donde aún permanecen destrozadas más de 220.000 ventanas, el arte urbano está transformando los rastros de la destrucción en símbolos de resistencia, esperanza e identidad nacional.

Pinturas, poemas y otras obras de arte adornan múltiples paneles de aglomerado que cubren las ventanas, reflejando las complejas emociones que sienten los residentes de la ciudad, situada a 30 kilómetros de la frontera rusa y que sufre a diario ataques aéreos.

«La guerra está siempre presente. Sentimos rabia y tristeza, pero también una alegría desesperada que nos da fuerza y amor por la vida», afirma a EFE durante una mañana soleada en el centro de la ciudad Dina Chmuzh, una artista local de 27 años.

Un lienzo a cielo abierto

En Járkov, una ciudad en el este de Ucrania golpeada por la guerra rusa donde aún permanecen destrozadas más de 220.000 ventanas, el arte urbano está transformando los rastros de la destrucción en símbolos de resistencia, esperanza e identidad nacional. Pinturas, poemas y otras obras de arte adornan múltiples paneles de aglomerado que cubren las ventanas, reflejando las complejas emociones que sienten los residentes de la ciudad, situada a 30 kilómetros de la frontera rusa y que sufre a diario ataques aéreos. "La guerra está siempre presente. Sentimos rabia y tristeza, pero también una alegría desesperada que nos da fuerza y amor por la vida", afirma a EFE durante una mañana soleada en el centro de la ciudad Dina Chmuzh (c), una artista local de 27 años. EFE/Rostyslav Averchuk

Pese al peligro persistente, que impide el retorno de muchos residentes desplazados a la ciudad desde regiones más seguras o desde el extranjero, sus ventanas rotas se han convertido en un lienzo para una nueva generación de artistas callejeros, entre ellos Chmuzh.

«No creo en la desesperación. Eso es lo que quiere el enemigo: que nos rindamos», sostiene de pie junto a su obra más reciente, una pieza cargada de simbolismo en la que predominan el negro, el blanco y un rojo intenso.

Señala una flor pintada en un panel: «Este rojo representa el amor y el renacimiento», explica, y recuerda que la creación fue compartida con un soldado que acababa de perder a su hermano en combate.

Otra de sus obras, titulada ‘Las flores de la furia’, retrata la transformación del pueblo ucraniano en una fuerza resiliente y combativa. «Duele, está llena de rabia, pero la gente es hermosa en su fortaleza», dice la artista.

Reivindicación cultural

En Járkov, una ciudad en el este de Ucrania golpeada por la guerra rusa donde aún permanecen destrozadas más de 220.000 ventanas, el arte urbano está transformando los rastros de la destrucción en símbolos de resistencia, esperanza e identidad nacional. Pinturas, poemas y otras obras de arte adornan múltiples paneles de aglomerado que cubren las ventanas, reflejando las complejas emociones que sienten los residentes de la ciudad, situada a 30 kilómetros de la frontera rusa y que sufre a diario ataques aéreos. EFE/Rostyslav Averchuk

El trabajo de Chmuzh no solo refleja la resistencia de Járkov, sino también marca su identidad ucraniana tantas veces silenciada durante la era soviética.

«Mucha gente aún desconoce la relevancia histórica y cultural de esta ciudad. También existe una desconexión con la cultura ucraniana actual», denuncia.

Para combatir esta desconexión, la artista plasma poemas completos de autores contemporáneos como Oleg Kadanov, Artem Polezhaka, y los fallecidos Victoria Amelina y Maksim Krivtsov, ambos víctimas de la guerra.

Uno de los versos de Krivtsov, pintado en una tabla que cubre un escaparate roto, reza: «Bienvenidos al espectáculo ‘guerra’: ¡el más aterrador del mundo!», reflejando la brecha entre quienes combaten y quienes observan desde lejos.

Otro, de Polezhaka, inicia con un toque irónico: «Vitia ya era un idiota antes de la guerra», para luego afirmar que los soldados siguen siendo las mismas personas que eran antes del conflicto.

Chmuzh insiste en que los poemas se pinten íntegramente, rechazando la tendencia a los contenidos breves. «Las palabras aún son más difíciles de ignorar que las imágenes», señala, y asegura que los transeúntes se detienen a leer y muchos incluso buscan a los autores en internet.

Recuerda cómo, en octubre de 2022, su primer poema atrajo la atención de un grupo de soldados con rostro serio. «Esto es genial. ¿Por qué solo tú estás haciendo esto?”», le preguntaron, con lo que le ayudaron a disipar sus dudas sobre el impacto de su iniciativa.

El arte como refugio

Algunas obras adquieren vida propia. Cerca de una iglesia, Chmuzh pintó una plegaria desesperada escrita por Kadanov, a la que un transeúnte anónimo agregó: «Todo estará bien mientras sigamos haciendo lo que podamos».

Los grafitis monocromáticos de Gamlet Zinkivski, otro artista local, también han dejado huella en la ciudad. En uno, sobre una acera en la que impactó munición de racimo que dejó una marca similar a pétalos de una flor, se lee: «Estas flores no las puedo olvidar», en alusión al recuerdo y el dolor.

En otro, titulado «Las llaves extrañan sus puertas», se aborda la nostalgia de los refugiados.

Además, decenas de letras Ї, símbolo del alfabeto ucraniano, realizadas en vidrio espejado, aparecen dispersas por toda la ciudad.

Su autora, Katerina Bushtruk, de 27 años, invita con ellas a reflexionar sobre la identidad cultural de Járkov y su distinción frente a Rusia.

«La forma en que la ciudad habla a través del arte callejero me maravilla», declara a EFE. «Al principio de la guerra, Járkov estaba vacía, dominada por la muerte y la destrucción. Pero cuando la llenas de algo, aunque sea pequeño como estas obras, sientes que poco a poco la ciudad vuelve a la vida», concluye.