Las Ventas coloca el duodécimo “no hay billetes” para presenciar otro pobre espectáculo

El torero Tomás Rufo da un pase a su toro, durante la corrida de toros con reses de El Parralejo en la que encabeza el cartel junto a Miguel Ángel Perera y Fernando Adrián.- EFE/ Borja Sanchez-Trillo

Paco Aguado

El torero Fernando Adrián da un pase a su toro, durante la corrida de toros con reses de El Parralejo en la que encabeza el cartel junto a Miguel Ángel Perera y Tomás Rufo. EFE/ Borja Sanchez-Trillo

Madrid, 1 jun (EFE).- La madrileña monumental de Las Ventas volvió a poner hoy el cartel de “no hay billetes” -el duodécimo en los 21 festejos que van de abono- pero en este caso para presenciar otro espectáculo más de pobre nivel, y no tanto por el juego de los toros sino por los desaciertos de los toreros, por mucho que para Tomás Rufo se pidiera la oreja del jugado en sexto lugar.

El torero Miguel Ángel Perera da un pase a su toro, durante la corrida de toros con reses de El Parralejo en la que encabeza el cartel junto a Fernando Adrián y Tomás Rufo. EFE/ Borja Sanchez-Trillo

En realidad, ésa fue la única faena de cierta vistosidad en toda la tarde, gracias especialmente a la transmisión y a la entrega de un serio y bravo ejemplar de El Parralejo al que el diestro toledano toreó con escaso ajuste y desigual temple en tandas de muletazos ligadas pero casi siempre ligeras, sin reducir la velocidad a la que éste le embistió.

Tras abrirla sin éxito con las dos rodillas en tierra -el despiste del toro con una banderilla y un desarme le impidieron concretarla- Rufo se dio a un muleteo acelerado y de series cortas, que encontró algo más de longitud cuando se situaba en la pala del pitón, aunque sin evitar constantes enganchones a la tela que contrarrestaban los trazos más limpios, que también los hubo.

Solo que, aburrido tras el espeso desarrollo de la tarde, el amable público de los domingos de San Isidro jaleó todo como un acontecimiento y hasta pidió con mucha fuerza una oreja que el presidente, tal vez injusta pero sensatamente, acabó denegando, aunque tampoco hubiera sido, de haberse concedido, un trofeo de peso.

Ya con el tercero de la tarde, que tuvo nobleza y pedía más pulso en la muleta, Rufo abrió su trasteo con unos desaconsejados pases por alto que en nada beneficiaron al animal, antes de dedicarse a pasar su nobleza en cites sesgados y con similar brusquedad de muñecas.

También el lote de Fernando Adrián, aunque sin un toro tan claro como el sexto, ofreció unas ciertas posibilidades que el madrileño no acabó de encontrar, básicamente porque al segundo, medido de fuerzas pero con calidad, no dejó de pegarle tirones y medios pases hacia las afueras que dieron repetidamente con el toro en la arena.

Más fuerzas iba a tener el quinto, el más alto de agujas del bajo encierro de El Parralejo, que además mostró un más que potable pitón izquierdo después de haber desarrollado cierta brusquedad que fue atemperando más por el propio desarrollo de la faena que por el inexistente mando y el escaso asiento de Fernando Adrián, al que estuvo a punto de desbordar en varios momentos.

La pareja de toros más deslucida, aunque tampoco con excesivas complicaciones, cayó en manos de Miguel Ángel Perera, que insistió de más ante el que abrió plaza, un toro berreón y que no dejó de escarbar antes de embestir sin fuerza ni empuje, para después empeñarse también larga e infructuosamente con un quinto rebrincado que no acabó nunca de ir hacia adelante

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FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de El Parralejo, la mitad de ellos cinqueños, dispares de hechuras y cabezas, dentro de su seriedad, y todos bajos de agujas. Dentro de un medido fondo de raza y de fuerzas, al menos tres ofrecieron un juego más que manejable, mientras que el sexto, bravo, tuvo repetición, duración y entrega en las embestidas. Los otros dos, deslucidos.

Miguel Ángel Perera, de gris perla y azabache: estocada trasera desprendida (silencio); estocada caída trasera y atravesada (silencio).

Fernando Adrián, de azul turquesa y oro: media estocada tendida desprendida (ovación); estocada desprendida delantera (silencio).

Tomás Rufo, de corinto y oro: dos pinchazos hondos, media estocada desprendida y descabello (silencio); media estocada baja y estocada (vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja).

Vigésimo primer festejo de abono de la Feria de San Isidro, con cartel de “no hay billetes” en las taquillas (22.964 espectadores), en tarde nublada y calurosa.