Madrid, 6 sep (EFE).- Sestear, trabajar, leer, jugar o simplemente hidratarse: estos son los principales usos que los ciudadanos han hecho durante un verano anómalamente caluroso de los refugios climáticos, de cuya creciente demanda da cuenta una imagen: las colas para acceder al instalado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Estas instalaciones, que ofrecen protección frente a las altas temperaturas, están disponibles en una minoría de capitales españolas, solo tres de cada diez si se tiene en cuenta la red municipal, según Greenpeace.
La propuesta de pacto de Estado frente a la emergencia climática aprobada por el Gobierno incluye entre sus compromisos «la creación de una red de refugios climáticos e infraestructuras verdes en ciudades y pueblos» para proteger a la población de las olas de calor.
Centros sociales, culturales y religiosos se han sumado durante este verano a la red de refugios y están satisfechos con la experiencia.
No solo rezar
«Siempre hay gente que vienen solo a rezar, pero el 90 % viene para estar fresco».
Agustín, responsable de la parroquia, se refiere así al papel jugado en los días de calor por la iglesia de San Nicolás, en el casco viejo de Bilbao, uno de los dos centros religiosos que actúan como refugios en la ciudad.
«Ha venido mucha gente en general, y más los días de calor. Estamos abiertos de 10.30 a 13 y de 17.30 a 19.00», comenta desde el templo. Las piedras de sus muros pueden bajar la temperatura «hasta 12 grados», apunta.
El comportamiento de quienes acuden a la iglesia es desigual: «Algunos se quedan mucho tiempo, otros veinte minutos. Unos entran y salen, otros están dos horas en el banco y se quedan dormidos».
Si surge la charla entre ellos, Agustín les recuerda que están en un lugar de culto: «Cuando alguien habla muy alto, le pedimos que baje la voz».
Plantas y ‘siestódromo’ en Madrid
Unas 55.000 personas han pasado ya por el refugio del salón de baile del Círculo de Bellas Artes, en la madrileña calle de Alcalá.
«Viernes, sábado y domingo tenemos fila fuera», dice Santiago Hernández, del área de Desarrollo Estratégico y Editorial.
«Es un sitio en el que no se necesita consumir. Te puedes echar, tienes fuente de agua, internet… Mucha gente tiene que currar, así que el espacio también es ‘coworking’, pero a pocos centímetros tienes una colchoneta y un ‘siestódromo'», explica.
El Círculo fomenta en su refugio «la idea de parar» y «aprovechar el duermevela para repensar las cosas». Las condiciones invitan: el aire acondicionado se enciende de 10 a 14 horas y luego las plantas, «reguladoras naturales de temperatura», hacen su función. La sala está siempre a unos 27 grados.
Abierto de 11 a 21 h., «el público es muy variado». El fin de semana predominan «familias que van a pasar el rato con los niños, un gran plan para sobrellevar que quizá no tienes aire acondicionado en casa».
«Una plaza pública techada, dentro de un palacio fantástico, donde puedes ir a refrescarte, al baño, a beber agua, todo gratis… Esto es un lujo común», resume Hernández.
El calor, un riesgo laboral
En Jaén, como en otras ciudades, el sindicato Comisiones Obreras ofrece sus instalaciones como refugio.
«Creemos que es una medida efectiva y solidaria que protege a los trabajadores de las altas temperaturas.
Aquí encuentran climatización, agua fresca, los baños en horario accesible… Nosotros queremos poner el acento sobre el calor como riesgo laboral y que se reconozca que no se puede trabajar a ciertas temperaturas», señala Manuela Barajas, secretaria de Salud Laboral del sindicato en Jaén.
«Tiene aceptación. Se va corriendo la voz y la gente entra a refrescarse. No solo quien trabaja en la calle o quien tiene que desplazarse, sino también trabajadores que no tienen en sus empresas las condiciones adecuadas», indica.
Barajas opina que los refugios y otras medidas tendrán que extenderse en el tiempo y aplicarse al menos entre junio y septiembre, tras ver la evolución de las temperaturas.
También recuerda que el calor «merma la salud de forma paulatina, con afectación a la función renal, cardíaca o cognitiva».
En el refugio de Jaén asesoran a los visitantes sobre otros lugares cercanos que, sin tener esa denominación, ofrecen condiciones parecidas, como las bibliotecas o los organismos públicos.
Anticiparse
Anticiparse al calor, identificar bien los espacios y priorizar los barrios con población vulnerable son algunas recomendaciones que apunta para el próximo verano Greenpeace, que en julio publicó ‘Ciudades al rojo vivo’, sobre los refugios.
«No puedes esperar a tener el verano encima. Como con los incendios, hay que prepararse para algo que sabemos que vendrá», comenta la experta Elvira Jiménez, que recuerda que varias ciudades activaron los espacios sobre la marcha.
«La ciudadanía debe saber dónde están los refugios, y las administraciones garantizar los recursos para que estén abiertos», añade.
Jiménez subraya que deben ser gratuitos, pero que los ayuntamientos pueden apoyarse en espacios privados, como se hace en Barcelona para habilitar micro-refugios en el pequeño comercio.
Este verano, indica la representante de Greenpeace, ha demostrado que zonas del norte que no se identificaban con el calor extremo están a menudo en alerta. Es necesario extender los refugios «a todo el territorio», destaca.










