Leiva: Patrimonio Nacional

El cantante y compositor Leiva. EFE/Ismael Herrero

Fermín Cabanillas

Sevilla, 7 jun (EFE).- Escribir sobre un concierto se está convirtiendo, en demasiadas ocasiones, en una dura lucha por describir lo que se ve en un escenario y trasladarlo a la pantalla de un ordenador, y no siempre es fácil, por eso se agradece, y mucho, tener que hacer la crónica de un concierto de Leiva.

A Leiva le gusta cantar, y eso se nota. Siente un inmenso placer en transmitir desde el escenario lo mejor que sabe hacer en este mundo, y lo hace sin disimulo. Un nuevo capítulo de esa historia de amor entre el artista y su público se ha escrito esta noche a orillas del Guadalquivir, en el Icónica Santalucía Sevilla Fest.

Ahí se ha plantado el madrileño con sus siete músicos, ante 17.000 almas que han hecho imposible a los demógrafos más expertos hacer un análisis del público en base a su edad. ¿Cómo es posible que esta noche, en Sevilla, hubiese gente con la PAU recién terminada tarareando canciones de la época de Pereza? Leiva sabrá.

Para presumir de paisano

Lo de este artista es para presumir de paisano. En una España polarizada hasta el límite de lo inexplicable, ha unido esta noche a un universo humano que han cantado con él a todo lo que daba su voz, repasando canciones de un repertorio creado para firmar páginas doradas del pop español.

Igual que aquel primer ministro llamado David, interpretado por Hugh Grant en ‘Love Actually’, presumía de que Inglaterra es el país “del pie derecho de Beckham, y, ya puestos, también el izquierdo”, en noches como estas se debería decir que, por encima de banderas, España es el país de las cuerdas vocales de Leiva, y, ya puestos, también de su sombrero.

Y se agradece, dicho sea de paso, que el sonido del concierto le dé a la voz del artista la voz que merece, y no la tape bajo una percusión imposible. Los 17.000 han venido esta noche a que la voz de Leiva les transmine, y su voz ha sonado como debe ser, encontrando ese fin que buscaban las dos partes que se han unido en mitad del pentagrama diseñado en el aire de la Plaza de España.

“Nunca normalizamos que alguien pague una entrada por nosotros”

Leiva toma aire. Vale que lleva más de media vida en los escenarios, pero había que tomar aire para asimilar que estaba en la Plaza de España de Sevilla, en la ciudad a la que 20 años atrás había llegado para actuar en salas como la Fan Club. Y se ha sincerado como solo lo hace la gente que lleva la humildad de su cuna a cualquier lugar que pisa: «Joder, cuantísima gente, qué suerte, qué sueño. Nos están gobernando los nervios”.

Ha dicho a sus 17.000 amigos que se han juntado con él en el monumento más hermoso creado por Aníbal González que ha estado un año “fuera de la civilización. Pensé que estaba bien fuera, y tranquilo, pero hoy me he dado cuenta de que este es mi sitio. Y todo tras una noche sin dormir pensando en lo que se venía encima”.

Por eso, tras dar muchas vueltas en la cama del hotel esta mañana ha salido a correr por Sevilla, y la gente le ha parado para decirle que por la noche vendría a verle. Con esa gente ha abierto su miocardio de par en par: “Nunca normalizamos que alguien con su dinero pague una entrada. Es un acto muy generoso que nos mantienen a nosotros vivos, y nuestra misión y nuestro trabajo es estar a la altura de eso”.

Y así ha transcurrido una noche con Leiva bajo la luz de una luna gibosa que ha sido un foco más para un artista que se ha despedido cantando ‘Lady Madrid’, la historia de esa chica que iba de Málaga hasta La Coruña durmiendo en la estación de tren, coreada en Sevilla al son que ha marcado un hombre bajo un sombrero nacido en la Alameda de Osuna del distrito de Barajas. Leiva es Patrimonio Nacional, como el pie derecho de Iniesta, y, ya puestos, también el izquierdo, el que golpeó aquel balón en Sudáfrica como si fueras a morir mañana.