Lesbos, 10 años después de la crisis migratoria: de 500.000 llegadas a 2.000 refugiados

Vista este sábado de un barco, el "SABRI. Ç", que encalló en una playa de la isla griega de Lesbos mientras trasladaba a inmigrantes desde las cercanas costas turcas en 2015, año en el que más de medio millón de refugiados e inmigrantes llegaron a esta isla de unos 80.000 habitantes. EFE/ Diego Sáez Papachristou

Lesbos (Grecia) 26 jul (EFE).- Lesbos acoge ahora a unos 2.000 solicitantes de asilo, lejos del más de medio millón de personas que pasaron por esta isla en 2015, pero las huellas de aquella crisis humanitaria siguen presentes en sus playas, en la memoria de sus habitantes y en una sociedad dividida entre la solidaridad y el hartazgo.

Hace una década, la isla griega de 80.000 habitantes se convirtió en el epicentro de una de las mayores crisis migratorias de Europa, con cientos de miles de personas, sobre todo sirios, huyendo de la guerra y la miseria.

Gran parte de los que desembarcaban en tierras griegas lo hacían en balsas en la playa de Skala, al norte de la isla y a solo diez kilómetros de la costa turca.

«Cientos de barcas, día y noche, incluso en invierno, con frío y lluvia. Salían del mar niños pequeños, ancianos con discapacidades», recuerda Elpiniki Laoumi, que regenta desde hace 35 años una pequeña taberna frente a esa playa.

«La gente llegaba agotada. Veías bebés de un mes, de un año, completamente mojados en pleno invierno», añade.

Laoumi ayudaba como podía: sacaba de las balsas ropa y sacos empapados que, tras lavar y secar, volvía a repartir entre los recién llegados. «Hasta nuestros propios zapatos y ropa les dábamos. Pensaba: ‘¿y si fueran mis hijos y nadie los ayudara?'», recuerda.

Entonces, el principal campo de acogida se encontraba cerca del pueblo de Moria. Tenía capacidad para unas 3.500 personas, pero en enero de 2020 albergaba a más de 20.000 en condiciones que el teniente de alcalde de Lesbos, Dimitris Maliarós, califica en declaraciones a EFE de «completamente inhumanas».

Ese mismo mes, un incendio destruyó el campo y pocas semanas después se produjeron enfrentamientos entre la Policía y cientos de vecinos que protestaban contra la construcción de un nuevo centro en Kara Tepé, cerca de la capital, Mitilene.

Un nuevo campo, nuevas tensiones

Vista este sábado de un barco, el "SABRI. Ç", que encalló en una playa de la isla griega de Lesbos mientras trasladaba a inmigrantes desde las cercanas costas turcas en 2015, año en el que más de medio millón de refugiados e inmigrantes llegaron a esta isla de unos 80.000 habitantes. EFE/ Diego Sáez Papachristou

En la actualidad, la mayoría de los solicitantes de asilo están en Kara Tepé, donde las condiciones son mucho mejores que hace diez años.

Pero no lejos de allí, oculto entre pinares y olivos, se encuentra ahora un segundo centro financiado por la Unión Europea, con capacidad para 5.000 personas.

El Gobierno griego pretende convertirlo en un «centro cerrado de acceso limitado», aunque su apertura sigue bloqueada por impugnaciones judiciales. El Ayuntamiento de Lesbos también se opone al proyecto.

«Lo rechazamos porque dejaría a las personas marginadas», afirma Maliarós, quien advierte además del riesgo de incendios por su ubicación en plena zona boscosa.

«La mayor parte de la sociedad de Lesbos no quiere este centro», señala el edil, y recalca que a él personalmente le parece «inhumano meter a la gente prácticamente en una cárcel» en una zona apartada.

Un pescador, nominado al Nobel de la Paz

Stratís Valamiós es un pescador local que con su pequeño barco rescató a decenas de personas del mar durante la crisis de 2015, por lo que el año siguiente fue nominado al Premio Nobel de la Paz.

El hombre de 49 años confiesa que algunas veces se le «pone la piel de gallina» al recordar lo que vivió en 2015.

«Me acuerdo de un bebé que estaba vivo y lo sentí morir en mis manos», cuenta.

El pescador es muy crítico con la UE por «dejar toda la carga» de los flujos migratorios a Grecia.

«¿Donde está la supuesta Unión de Europa? Todos (los países) dijeron que no, que no recibirían a nadie», lamenta.

En lugar de ser solidarios, lo que hizo la UE fue «contar cabezas» y «darnos dinero» por cada una de ellas para deshacerse del asunto, argumenta Valamiós.

El acuerdo entre la UE y Turquía de marzo de 2016, que incluía ayuda financiera a cambio de frenar las salidas hacia las islas griegas, provocó una caída drástica en las llegadas y marcó un punto de inflexión en la gestión migratoria del bloque, que sin embargo sigue sin solucionarse.

El esfuerzo por la integración

Abdul (nombre ficticio), oriundo de Afganistán, cuenta a EFE en un griego fluido que llegó a Lesbos desde Turquía en una balsa con otras 46 personas el verano de 2017, con apenas 17 años.

Dado que entonces era un menor no acompañado, fue reconocido como refugiado y ahora trabaja como intérprete en el campo de Kara Tepé.

«Estoy en segundo de bachillerato y este noviembre tomaré los exámenes para recibir la nacionalidad (griega)», explica.

Aunque el joven de ahora 25 años dice que los griegos le parecen «más cálidos» que los alemanes o los franceses, admite que en comunidades pequeñas como la de Lesbos «la gente no es tan abierta hacia los refugiados».

«Intenté aprender griego porque entiendo que hablar la misma lengua juega un papel social importante, pero incluso ahora que puedo comunicarme mejor con los demás veo que la gente aquí sigue manteniendo una distancia. No sé por qué», se lamenta.

Diego Sáez Papachristou