Alfredo Valenzuela
Escacena (Huelva), 8 ago (EFE).- Las excavaciones efectuadas este mes de julio en el yacimiento arqueológico de Tejada la Vieja, en Escacena (Huelva), han localizado lo que los arqueólogos interpretan como el santuario fundacional de esta ciudad de casi tres milenios de antigüedad, once hectáreas de extensión y que tuvo un recinto amurallado de 1.650 metros.
Un equipo de quince personas -nueve arqueólogos y seis obreros- han trabajado todo el mes de julio en una excavación que proseguirán en enero centrándose en un área de once por nueve metros, en la que han profundizado hasta 60 centímetros -sin haber llegado al fondo del yacimiento-, y que ha revelado múltiples evidencias de que fue el espacio ocupado por el santuario fundacional de la ciudad tartesia.
Así lo ha explicado a EFE la arqueóloga Clara Toscano, directora de la excavación y profesora de la Universidad de Huelva, quien siempre recuerda que Tejada la Vieja es la única ciudad tartesia por la que se puede caminar por las mismas calles que lo hicieron sus 3.000 habitantes, entre el siglo IX y el siglo V antes de Cristo.
En espera de las investigaciones que confirmen el hallazgo, Clara Toscano se muestra convencida de que el espacio estudiado este verano, que se excava por primera vez, es un santuario por haberse descartado su uso doméstico, industrial, agrícola o de cualquier otra índole, además de por otros indicios como tener una de sus salas pavimentada con lajas de piedra, algunas de ellas de un tamaño cercano al metro cuadrado.
Pavimento, ánforas encastradas y fíbula de bronce

Otros indicios son el hallazgo de un banco corrido adherido a uno de los muros principales, como si se hubiera tratado de una sala de reuniones, ya que Toscano ha recordado que la función de los santuarios hace más de dos milenios y medio no era solo religiosa, sino también social, diplomática, política e incluso cultural.
También se han hallado hasta ocho ánforas incrustadas en el suelo, cercenadas por la mitad y boca abajo, con lo que parece evidente que su uso no era contener ningún líquido -se está a la espera de los análisis de su posible contenido-, mientras que otros indicios, como la disposición de las salas en torno a la única pavimentada con lajas de piedra, refuerza la idea de que se trate del santuario de la ciudad.
En el suelo excavado se ha hallado una hermosa pieza de bronce, una hebilla o ‘fíbula anular hispana’ prácticamente intacta por conservar hasta la aguja del cierre, lo que lleva a Toscano a deducir que era empleada para ajustarse ropa gruesa o de invierno, más que probablemente la utilizada por un sacerdote u otro actuante en los ritos religiosos.
Este broche o hebilla de bronce es redondo, tiene ocho centímetros de diámetro y es muy hermoso porque el aro está recubierto en su integridad por una especie de alambre muy fino, una pieza que requirió cierta maestría en su elaboración.
Entre los descubrimientos más definitivos en el solar excavado hay una estructura construida con piedra y en forma redonda en uno de los extremos de la sala pavimentada, pero en el centro y rodeado de ánforas encastradas, que podría ser un posible altar, cuya certificación dependerá de la excavación que se efectúe en enero y que se retomará en ese punto.
Indígenas y fenicios

Clara Toscano ya tenía la certeza de que la planta del edificio excavado era una construcción de uso público porque, en la parte norte de la ciudad, estaba situado en la cota más alta, con orientación este-oeste, y en superficie no se halló ningún resto cerámico -tan abundantes por toda Tejada la Vieja-, lo que descartaba que hubiera tenido uso doméstico.
Entre lo excavado -también se ha localizado donde iba un gozne de la puerta de la sala pavimentada- se han hallado muros de los siglos VII y VI antes de Cristo junto a otro del VIII, mucho mejor trazado y construido que los posteriores, lo que indica, según la arqueóloga, que el edificio o santuario posee una antigüedad mínima de 2.800 años, como otros vestigios que fijan la antigüedad de Tejada la Vieja en el IX antes de Cristo.
El principal interés histórico y científico de este yacimiento arqueológico, ha recordado Toscano, es que, cuando se avance en su estudio, permita estudiar el momento de encuentro de la población indígena con la llegada de los fenicios, cuya larga convivencia originó la cultura tartesia.
Esto será posible por la buena conservación del yacimiento, ya que la ciudad permaneció intacta al ser abandonada en el siglo V antes de Cristo por su habitantes, que se establecieron de nuevo a solo cuatro kilómetros de distancia, en Tejada la Nueva, por razones de producción y transporte agrícola.
El yacimiento se conserva gracias a la compra de los terrenos por parte de la Diputación de Huelva en los años ochenta -esta última campaña es financiada por el Ayuntamiento de Escacena y la Universidad de Huelva-.
Esta semana aún trabajaban junto a Toscano, que lleva diez años dedicada al estudio de estos restos, la estudiante de Arqueología Lola Martín y el arqueólogo Alberto Cruzado, que culmina una tesis doctoral sobre la zona.