Madrid, 15 (EFE).- España está inmersa en una ola de incendios forestales que, además de arrasar miles de hectáreas de superficie, amenaza la supervivencia de los animales que huyen, se esconden o mueren ante las llamas, que queman los espacios donde habitan, como ocurrió esta semana en Tres Cantos.
Una veintena de caballos murieron en el incendio declarado este pasado lunes en la localidad madrileña de Tres Cantos, en un voraz incendio en el que también falleció, pocas horas después, un trabajador del centro de hípica que estaba tratando de salvar a los animales y que sufrió quemaduras en el 98 por ciento de su cuerpo.
En ese mismo incendio, dos explotaciones ganaderas resultaron afectadas por las llamas y se retiraron los cuerpos de 150 cabezas de ovino de raza colmenareña.
Y es que, según explica a EFE Mónica Colmena, técnico del programa de bosques de WWF, cada grupo animal se comporta como puede ante las fuegos: corriendo en el caso de los grandes mamíferos, o volando, en el de las aves, huyen hacia zonas abiertas y cauces de agua o, en su defecto, se refugian en madrigueras o grietas, como harían los conejos o zorros.
En esta huida los que se suelen quedar atrás son los animales que cuentan con una movilidad más reducida, los pequeños mamíferos e invertebrados como reptiles o anfibios que «no tienen margen de escape».
Un año después del incendio de 2022 que arrasó 31.500 hectáreas en la sierra de la Culebra (Zamora), el veterinario Tomás Yanes indicó a Efe que el impacto de aquella tragedia sobre lobos, ciervos y jabalíes fue limitado, mientras que especies más pequeñas como liebres o perdices fueron las que sufrieron daños más graves.
La movilidad, la capacidad de detectar el fuego o el uso de refugios eficaces son determinantes para sobrevivir, pero la tolerancia a las nuevas condiciones ‘postincendio’ también es clave en el largo plazo.
Así, una vez que los animales han podido escapar de las llamas llegan nuevos desafíos. Normalmente no pueden volver de inmediato a su medio de origen y se enfrentan a desorientación, falta de alimentos o mayor exposición a depredadores, indica Colmena.
Incendios más frecuentes e intensos
“El problema es que cuando son incendios extremos, en los que la propagación es bastante explosiva y muy rápida, muchos no llegan a llevar a cabo sus estrategias de supervivencia”, declara la técnica de WWF.
El patrón, indica, ha cambiado en los últimos 20 años con un menor número de fuegos, pero que cuando se producen suelen ser de gran virulencia. Son los llamados Grandes Incendios Forestales (GIF) que superan las 500 hectáreas y que “van en aumento”, indica.
La experta añade que esto deviene en más pérdidas de vida para los animales y hace que incluso las especies adaptadas al régimen de fuego mediterráneo pierdan su ventana de tolerancia, al ser expuestas a eventos que superan su capacidad de adaptación.
Además de esta pérdida de adaptación, Lola Álvarez, investigadora del departamento de Ecología y Cambio Global del CIDE-CSIC (Centro de Investigaciones sobre Desertificación) en Valencia, señala que esta nueva situación amenaza especialmente a los animales que no han evolucionado bajo la presión del fuego, como muchos de los ecosistemas atlánticos.
«Aún es pronto para evaluar el alcance» de los incendios actuales, pero pronostica que “los impactos podrían ser más graves en estas zonas atlánticas, y es probable que se vean «desplazamientos hacia zonas seguras, mortalidad directa de especies menos móviles y cambios en la estructura de las comunidades en los próximos meses».
Recuperación del hábitat y la fauna
Colmena explica que la prioridad tras un incendio es restaurar el hábitat, comenzando por la recuperación de la vegetación para que la fauna pueda regresar, aunque advierte que las especies que tradicionalmente habitaban la zona «tardarán en volver».
Para favorecer su retorno, se instalan refugios temporales, se limita la caza y el pastoreo en las áreas afectadas o se realizan seguimientos de fauna dentro de proyectos ya existentes.
Respecto a las actuaciones de rescate, señala que, si bien centros como el Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y sus Hábitats (Grefa) llevan a cabo campañas de recuperación, en España no existe un único protocolo estatal para actuar en estos casos, sino que depende de cada comunidad autónoma.
En relación, Álvarez anota que haría falta integrar la fauna en los planes de prevención y evacuación de incendios, considerando las barreras naturales y antrópicas que pueden dificultar su huida.
Para ello, anima a realizar estudios para comprender las necesidades de cada especie, así como contar con protocolos de rescate, formación de brigadas y centros de recuperación, y aplicar medidas como refugios verdes o puntos de agua para reducir la mortalidad y favorecer la recuperación.