Redacción Ciencia, 12 may (EFE).- El comercio de obsidiana fue un elemento fundamental del Imperio mexica (azteca), indica un estudio que analiza artefactos de este material y sugiere la existencia de una economía sofisticada basada no solo en la conquista, sino también en activos intercambios a larga distancia, incluso con Estados rivales.
El estudio -que publica Pnas, se enmarca en el Proyecto Templo Mayor y lo encabeza la Universidad de Tulane (EE. UU.)- arroja nueva luz sobre las redes económicas, los rituales y la influencia política del Imperio mexica.
Los investigadores analizaron 788 artefactos de obsidiana de entre 1375 y 1520 d.C. excavados en el Templo Mayor de Tenochtitlan, núcleo del Imperio mexica situado en la actual Ciudad de México.
La obsidiana, un vidrio volcánico utilizado para herramientas y objetos ceremoniales, fue una de las materias primas más importantes en la época precolombina que, según los investigadores, se desplazaba por la antigua Mesoamérica.
A pesar de que los términos azteca y mexica se usan en ocasiones como sinónimos, no son lo mismo, ya que estos últimos se habrían separado de los primeros para establecerse y crear Tenochtitlan.
Los arqueólogos descubrieron que aunque los mexicas utilizaban principalmente obsidiana verde procedente de la Sierra de Pachuca, también la compraban de al menos otros siete lugares, incluidas regiones más allá de sus fronteras políticas, como Ucareo, en el territorio purépecha, al oeste de México.
“Los mexicas preferían la obsidiana verde, pero la gran diversidad de tipos usados, principalmente en los artefactos no rituales, sugiere que las herramientas de ese material procedían de fuentes que llegaban a la capital del imperio a través del mercado”, destacó Diego Matadamas-Gomora, de la Universidad de Tulane y primer firmante del artículo.
El análisis demostró que casi el 90 % de los artefactos de obsidiana de la muestra estaban hechos con la procedente de la Sierra de Pachuca, en especial los objetos ceremoniales como armas en miniatura, joyas e incrustaciones de esculturas.
Una porción menor, pero significativa, procedía de lugares como Otumba, Tulancingo, Ucareo y El Paraíso, algunos de los cuales se encontraban fuera del control del Imperio mexica.
Estos materiales se usaban más para la producción de herramientas y el relleno de la construcción, lo que indica que estaban disponibles para la población en general a través de los mercados locales en lugar de estar estrictamente controlados por el Estado, según Diego Matadamas-Gomora, de la Universidad de Tulane y uno de los firmantes del artículo.
El estudio también analizó la evolución del uso de la obsidiana a lo largo del tiempo, desde las primeras fases de la ciudad, en torno a 1375 d.C., hasta su caída en 1520 d.C.
Durante las primeras fases del imperio, apareció una mayor diversidad de fuentes de obsidiana, tanto en objetos rituales como cotidianos.
Una vez consolidado el poder de los mexicas, hacia 1430 d.C., la obsidiana para fines rituales pasó a proceder casi exclusivamente de la Sierra de Pachuca, lo que sugiere una creciente estandarización religiosa y un control centralizado.
“Este tipo de análisis composicional nos permite rastrear cómo la expansión imperial, las alianzas políticas y las redes comerciales evolucionaron a lo largo del tiempo”, dijo Matadamas-Gomora.
Los autores utilizaron la fluorescencia de rayos X para analizar la composición geoquímica de los artefactos, que incluían objetos rituales y fragmentos de hojas prismáticas y lascas probablemente utilizadas para actividades no rituales.