Ciudad de Gaza, 31 jul (EFE).- Cualquier punto en el que se detiene este jueves la vista en el Hospital Shifa de Ciudad de Gaza está atravesado de cadáveres, después de que el Ejército israelí disparara ayer miércoles contra quienes esperaban el paso de camiones con comida cerca del cruce fronterizo de Zikim (norte). Al menos 60 murieron en ese punto en una de las mayores masacres de los últimos meses hacia quienes tratan de conseguir alimento.
Fuera, a primera hora de la mañana de este jueves, cientos de hombres se arremolinan en torno al hospital. Entre ellos pasan camillas cargando cadáveres con mortajas blancas. Algunas están llenas de sangre. Hay sudarios que, abiertos, dejan entrever los rostros desencajados de los fallecidos.
Las moscas tientan la cara de otro cuerpo sin vida, tirado en el suelo, mientras las manos de sus allegados lo acarician. «He dejado de soñar con una casa, un futuro, una vida o educación, solo quiero un saco de harina», cuenta a EFE un superviviente de la masacre que prefiere no dar su nombre.
Hacia las 14.30 (11.30 GMT) del miércoles, se dirigió con su primo hacia Zikim, al igual que otros tantos miles de gazatíes que diariamente caminan durante horas a través de zonas de combate hasta el paso fronterizo. Aspiran a participar en los asaltos a los camiones que lo cruzan para hacerse con algo de alimento.
Entre las 19.00 y las 19.45 se desató el caos: los testigos explican que las tropas israelíes abrieron fuego, tanto francotiradores como desde tanques, contra la multitud. Ocurrió durante la presunta «tregua» (de 6.00 a 23.00) en torno a las rutas de los camiones planteada por el Ejército israelí para facilitar el reparto de comida.
«¿De qué tregua me hablas? Hay entre 50 y 70 cadáveres en el Shifa», se pregunta este superviviente rodeado de cadáveres. Su primo recibió ayer en Zikim un disparo en la cabeza.
El Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás en Gaza eleva a 91 los muertos en toda la Franja el miércoles por incidentes en torno a puntos de reparto de la estadounidense Fundación Humanitaria para Gaza (GHF, en inglés) o en las carreteras donde esperaban el paso de camiones.
Al menos 60 de ellos se registraron en el paso de Zikim. El Ejército israelí reconoció haber hecho «disparos de advertencia» contra los gazatíes que acudieron allí «en respuesta a la amenaza que les planteaba», pero dijo no tener constancia de muertos como resultado de sus disparos.
Los médicos consultados por EFE en el Shifa niegan tajantemente esta versión: todos los cadáveres presentan heridas de bala que atribuyen a las fuerzas armadas israelíes.
Sin hueco en la morgue

Este jueves, en la morgue del Shifa ya no cabe nadie más. Los vivos están de pie, ocupando los pequeños huecos que quedan entre los más de diez cuerpos que hay tirados en el suelo, algunos apilados unos encima de otros.
Hay incluso quien conversa con los demás en la atestada morgue con las piernas abiertas, en busca de un lugar en el que poner los pies, mientras entre ellas queda tendido un cadáver.
Muchos de los que allí se agolpan tratan de saber cómo sacar de ella a sus seres queridos para poder enterrarlos.
Algunas ceremonias se improvisan fuera del hospital. Decenas de hombres rezan con las manos unidas ante dos cadáveres amortajados: uno está en una camilla en el suelo y, el otro, tendido sobre un banco metálico.
Muertes en busca de comida

«Yo tengo hambre, todo el mundo tiene hambre y hay gente que muere de hambre. Estamos cansados, ¡queremos una solución, por Dios!», dice a las afueras del centro Jamil Achur Kafani, de la ya prácticamente inexistente localidad de Beit Hanoun (norte).
Desde que Israel impuso el nuevo sistema de distribución de ayuda alimentaria en Gaza a mediados de mayo, con los puntos de reparto de la GHF como la principal herramienta y relegando a la ONU a un segundo plano, más de 1.300 personas han muerto en tiroteos e incidentes, según el Ministerio de Sanidad, que forma parte del gobierno de Hamás en el enclave.
Israel no ha dispuesto ninguno de estos puntos de reparto en el norte de Gaza, lo que obliga a la población a tratar de asaltar los camiones con comida cuando van de camino a los almacenes. Si no consiguen algo lo harán clanes que la pondrán en el mercado a precios inaccesibles.
Quienes caminan durante horas para llegar a Zikim, el punto de acceso directo de los camiones, lo hacen cruzando zonas de combate del Ejército y arriesgándose a ser víctimas de los tiroteos diarios de las fuerzas armadas allí.
«Si quieren ocupar a Gaza que lo hagan ya, pero que ya basta con esta historia en la que todos los días perdemos a un hermano, un amigo, un ser querido o un allegado. Basta ya», lamenta el superviviente a la masacre del miércoles. «Lo más sencillo que pide este pueblo es un kilo de harina».