Santiago de Chile, 20 may (EFE).- Entre los más de 20.000 documentos de Gabriela Mistral que alberga el archivo de la Biblioteca Nacional de Chile se encuentran los cuadernos donde volcó su pensamiento, escritos que dan a conocer a la poetisa y diplomática chilena más allá de su obra publicada y que todavía esperan a ser descubiertos.
“Con estos cuadernos nos podemos acercar más al pensamiento de Mistral, a ella como persona y a lo que le importaba. Podemos conocerla desde otro ámbito, como una persona sensible, preocupada, y que tenía un pensamiento avanzado a la época”, dice a EFE la encargada del Archivo del Escritor de la biblioteca, Claudia Tapia, sobre estas más de 100 libretas de 300 a 400 páginas.
“Son cuadernos en los que escribía mucho, y que se dividen en prosa poética, apuntes, borradores y análisis de procesos históricos o de escritores, por ejemplo”, detalla Tapia, que hace más de 30 años que conserva y cataloga el legado de Mistral (1889-1957), primera y única latinoamericana en ser reconocida con el Nobel de Literatura 80 años atrás.
El cuaderno ‘Q’

Uno de los más especiales, asegura la encargada del archivo, es el cuaderno ‘Q’, que Mistral dedicó a reflexionar entorno a la educación, planteando asuntos como la relevancia de la afectividad de los maestros hacia los alumnos o el acompañamiento de los niños y niñas con dificultades en el aprendizaje, además de describir cómo deberían ser las escuelas y los horarios de enseñanza.
“Este es un cuaderno súper importante y muy pocos se han fijado en él”, opina Tapia recordando la relevancia de la visión pedagógica de la autora, defensora de una educación transformadora y liberadora, que la llevó a participar en 1922 en el diseño de la reforma educativa mexicana con el objetivo de adecuar el sistema a los valores de la revolución (1910-1920).
“Espero que alguien los descubra, porque todo el material está a disposición de la gente. Es cosa de entrar en el catálogo e ir investigando”, desea Tapia sobre el destino de ‘Q’ y el resto de cuadernos, convencida de que “en algún momento alguien los va a encontrar”.
La directora de la Biblioteca Nacional de Chile, Soledad Abarca, coincide con ella cuando dice que el acervo mistraliano encierra “una riqueza de pensamiento que todavía no hemos llegado a develar”.
“Era crítica, y eso es lo que más nos gusta, que ella nos hace pensar en el presente con esta voz de reflexión que fue muy culta y muy impresionante”, explica a EFE en referencia a la gran variedad de temas que abordan sus escritos, como la sustentabilidad y el amor por la naturaleza o la valoración de los pueblos originarios.
Un “legado vivo”

El legado de Mistral, autora de los poemarios ‘Desolación’, ‘Tala’ o ‘Lagar’, descansa en el Archivo del Escritor de la biblioteca santiaguina junto al de destacados poetas chilenos como Pablo Neruda, Vicente Huidobro o Pablo de Rokha, pero el de la escritora, asegura Claudia Tapia, es el archivo más grande y más antiguo.
Su origen se remonta a 1960, cuando la artista chilena Laura Rodig y la escritora estadounidense Doris Dana, albacea de Mistral, hicieron una primera donación a la Biblioteca Nacional de Chile, que incluía, entre otros, los borradores iniciales de ‘Desolación’.
En 2007, la sobrina de Dana, Doris Atkinson, entregó a la institución el resto del patrimonio de la poetisa, que actualmente está digitalizado y cuenta con infinidad de manuscritos, cuadernos, fotografías, cartas, documentación personal, material audiovisual y recortes de los artículos que publicó en periódicos como El Coquimbo de La Serena, La Voz de Elqui y El Tamaya, donde comenzó su trayectoria literaria.
“Su legado sigue vivo cada vez que uno lo lee, lo comparte o descubre una nueva dimensión de Gabriela”, concluye Soledad Abarca pensando en todo lo que documentos como el cuaderno ‘Q’ pueden llegar a revelar sobre una de las mayores autoras de la historia de la literatura.
Paula Padilla Argelich