Los desafíos del turismo rural ante el cambio climático

Cazorla (Jaén), 07/09/2025.- Vista del mirador de Cazorla, al fondo el Castillo de la Yedra. El cambio climático está obligando al turismo rural a reinventarse. EFE/José Manuel Pedrosa

Jaén, 7 sep (EFE).- Olas de calor hasta 20 días más largas, aumento medio de temperaturas de más de ocho grados y riesgo alto, muy alto o extremo de incendios forestales son algunas de las consecuencias del cambio climático, lo que está obligando al turismo rural a reinventarse.

Un estudio piloto elaborado en la comarca jiennense de Sierra Mágina pone de relieve las repercusiones del nuevo contexto climático, con una pérdida de biodiversidad y el riesgo de extinción de especies endémicas del parque natural; la alteración del paisaje de montaña; o la afección al sistema de huertas históricas, según los expertos.

Uno de los sectores que está abocado a reinventarse es el del turismo rural, que está sufriendo ya el desplazamiento de la demanda por el aumento de las temperaturas en las zonas de montaña.

El estudio hace referencia al menor atractivo estival y la reducción de actividades al aire libre como experiencias de senderismo, rutas en bicicleta, competiciones deportivas u organización de eventos y espectáculos.

“El sector turístico debe apostar por una transición hacia un modelo más sostenible y resiliente que impulse el desarrollo económico y social de la comarca sin comprometer su valioso patrimonio natural y cultural”, explica el diputado de Promoción y Turismo de Jaén, Francisco Javier Lozano.

Este estudio sirve de base para la guía elaborada por la Diputación de Jaén con la que pretende contribuir a que el sector turístico de Sierra Mágina y de otras comarcas rurales se pueda adaptar mejor a los efectos del cambio climático.

Entre las alternativas propuestas destacan la instalación de toldos, pérgolas, celosías y vegetación en terrazas y fachadas para disminuir la radiación solar directa; pinturas térmicas en fachadas y techos para reducir la absorción de calor; instalación de techos verdes como aislantes térmicos; o incluso la incorporación de barro, piedra, madera y cal en la construcción.

También se propone incorporar plantas de baja demanda hídrica, como lavanda, tomillo o romero; o el uso de riego por goteo y de sensores de humedad en el suelo para minimizar la evaporación.

Además, otros pequeños núcleos del medio rural están apostando por la energía fotovoltaica para reducir su factura energética.

Es el caso del Ayuntamiento de Escañuela, que ha instalado tres plantas fotovoltaicas en edificios públicos; de Génave, con un sistema fotovoltaico en su ayuntamiento y en una residencia de mayores; de Torredonjimeno, que está apostando por la recuperación del espacio natural de Las Quebradas; o la creación de refugios climáticos mediante la plantación de árboles en el municipio de Marmolejo.

La responsable de Medio Ambiente y Cambio Climático de la Diputación de Jaén, Isabel Uceda, explica a EFE que “son solo algunos ejemplos de proyectos de inversión encaminados a la mitigación del cambio climático, la adaptación al mismo y la mejora de la transición energética”.

Experiencias de éxito

La guía expone algunas experiencias de éxito que el sector turístico está implementando para mitigar el cambio climático en otras comarcas rurales y parques naturales.

Entre ellas, destacan El Cantalar, un ecoalojamiento rural que ha integrado la sostenibilidad en todas sus operaciones en el parque natural de Cazorla, Segura y Las Villas. En términos de eficiencia energética, el alojamiento optimiza el consumo mediante aislamiento térmico natural, el uso de iluminación LED y la reducción del gasto eléctrico en sus instalaciones.

En el plano de la restauración, La Macorina, en Cazorla, apuesta por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático. Su compromiso se refleja en el uso de materias primas ecológicas y AOVE local, reduciendo la huella de carbono y apoyando a productores de la región.

En La Iruela, el Hotel Spa Sierra de Cazorla se beneficia del sistema de biomasa del complejo, que utiliza huesos de aceituna como fuente de energía para la climatización y el agua caliente, reduciendo significativamente el consumo de combustibles fósiles.

En cuanto a las empresas de turismo activo destaca Contadero Aventuras, en la Sierra de Segura, que planifica rutas y actividades de bajo impacto, evitando zonas de especial sensibilidad ecológica y promoviendo el respeto por la flora y fauna local.

Aventura Cazorla aborda una estrategia en la gestión sostenible de los residuos. La empresa promueve la reducción de plásticos de un solo uso, fomenta el reciclaje entre sus clientes e integra la educación ambiental en su oferta, concienciando a los participantes sobre la importancia de la conservación del entorno y las buenas prácticas en el turismo de naturaleza.

También la finca La Casona, ubicada en Pegalajar, en la comarca de Sierra Mágina, es un ejemplo de adaptación al cambio climático a través de la agricultura ecológica.

Desde 1998, cuenta con la certificación ecológica del CAAE (licencia 6639), asegurando un cultivo sin químicos que favorece la biodiversidad y la salud del suelo. Además, integra la ganadería con ovejas segureñas para el control natural de la vegetación y la fertilización. EFE

Ginés Donaire