Los desequilibrios del ecosistema marino, detrás de la proliferación de medusas en España

En la imagen de archivo, una medusa "Pelagia Noctiluca" en su fase adulta-juvenil vista en un acuario. EFE/Ramón de la Rocha

Madrid, 4 ago (EFE).- Los desequilibrios del ecosistema marino, especialmente los generados por las altas temperaturas del agua y la disminución de depredadores como la tortuga boba o el atún rojo, están tras la proliferación de medusas en las playas españolas durante el estío, especialmente de la clavel de mar (Pelagia noctiluca).

Así lo explica a EFE el director de expediciones de la ONG Oceana, Ricardo Aguilar, que atribuye a estas alteraciones la creciente expansión de esos animales marinos y de otros que pueden confundirse con ellos como la carabela portuguesa (Physalia physalis), un hidrozoo colonial de aspecto parecido a las medusas pero compuesto por varios pólipos que trabajan conjuntamente.

Estas especies pueden causar problemas serios en algunos bañistas, sobre todo los más sensibles por su estado de salud, cuando se produce una «picadura» que en realidad no lo es, sino que se trata del encuentro accidental con sus tentáculos, que poseen células urticantes como medida de protección de la especie.

Las reacciones en el cuerpo humano son «similares a la picadura de una abeja: dependen de la resistencia de cada persona», apunta Aguilar, y es capaz de ocasionar «grandes daños» en personas alérgicas con un cuadro médico delicado.

En el caso de las carabelas portuguesas, «puede llegar a provocar la muerte si la persona tiene alergia» o poca resistencia a la toxina de sus tentáculos, que se extienden hasta los 10 metros aproximadamente, y pueden seguir activos varias horas después de que el animal quede varado en la playa.

Otro tipo de medusas cuyo número se ha incrementado en los últimos años son la huevo frito (Cotylorhiza tuberculata), la común (Aurelia aurita) y la aguamar (Rhizostoma pulmo) pero «no presentan mayor peligro porque no tienen la capacidad de perforar la piel» y, por tanto, no causan infecciones ni efecto urticante.

 

Causas y zonas de proliferación

En la imagen de archivo, ejemplares de carabela portuguesa (Physalia physalis). EFE/ROSARIO CANFRANC

La presencia de estos animales y organismos marinos en las costas españolas en general «depende del viento y la corriente de alta mar», que está condicionada por una serie de factores relacionados con el cambio climático, asegura Aguilar.

El progresivo incremento de la temperatura del agua -estos animales prefieren las aguas más cálidas para reproducirse-, la mayor contaminación de los océanos -y no solo con plásticos, sino con otras materias como fertilizantes- y la reducción de los depredadores -por la sobrepesca- que se alimentan de ellas inciden en el aumento de la presencia de medusas y carabelas.

Las costas de Baleares y Andalucía son las más afectadas con su presencia «porque están en medio de corredores biológicos, como el estrecho de Gibraltar», aunque eso no descarta su llegada a las playas atlánticas debido entre factores como las corrientes marinas.

La multiplicación de estos animales ha impulsado la difusión de aplicaciones de ciencia ciudadana del tipo MedusApp, para el reporte de avistamientos y picaduras a partir de las observaciones de los propios bañistas, cuyos datos permiten además comprender mejor su distribución y supervivencia en los mares.

 

¿Qué hacer frente a una picadura?

El experto de Oceana aconseja que, en caso de recibir la picadura de una medusa o una carabela portuguesa, únicamente se debe limpiar la zona afectada con agua de mar -el agua dulce puede activar las células urticantes- sin aplicar otro tipo de solución casera, ya que eso «podría producir daños mayores» a largo plazo.

Retirar con cuidado los restos de tentáculos, si queda alguno adherido a la piel, y aplicar frío ayuda a evitar o al menos reducir la inflamación.

El siguiente paso es acudir lo más pronto a un centro médico para recibir la atención necesaria según sea el efecto de la toxina, sobre todo si el dolor es intenso o aparecen náuseas o dificultades para respirar, pues «cada caso es diferente».